Tu perro no quiere ir de compras

Quince, ese fue el número de perros con los que me crucé en mi paseo dominical por un centro comercial. A todos les eché una sonrisa, me gustan los animales, aunque no deja de sorprenderme que cada vez sea más habitual verlos mover la cola en los probadores. Les ampara la ley de bienestar animal que dificulta que se queden atados en la calle y facilita su entrada en tiendas, bares, restaurantes y hoteles. Si el dueño del local no quiere que entren lo tiene que hacer visible con un cartel, que ahora la excepción es la norma, aunque no está exenta de críticas.

Estos días se ha hecho viral un vídeo de un perro haciendo sus necesidades en la sección de moda joven frente a las risas de sus dueños (al perro seguro que no le hizo tanta gracia). Unos dicen que no tiene importancia y otros que no tienen por qué aguantar cacas de perro en las rebajas. Yo lo que digo es que el problema es que se humaniza a los animales hasta el punto de creer que tienen que saber ir de compras.

Los animales de compañía están cada vez más presentes que en España. He leído un estudio que cuenta que hay uno en el 40% de los hogares. Para el 37% son lo más importante en su vida, un sentimiento que incrementa en generaciones jóvenes. Normal que se los quieran llevar a todas partes, aunque esta democracia animal no tenga muy en cuenta a los que les molestan. Tampoco sé si tiene muy en cuenta al perro. ¿Necesita pasar la tarde en un centro comercial? Es como todo lo contrario a su naturaleza. Da la sensación de que algunos lo llevan como un accesorio de los que venden allí. Como un objeto de consumo más.

Que algunos hagan un uso egoísta de sus perros no significa que el animal no merezca todos los derechos, aunque a mí me cortocircuita que tengan más que los niños. Recordemos que en la pandemia pudieron salir mucho antes de paseo que los recién nacidos. También que el 5% de los hoteles de nuestro país son solo para adultos, que en el tren hay un vagón prohibido para niños, compañías de avión del palo y montones de restaurantes en los que cuando les pregunto si tienen trona la mesa que les quedaba libre deja de estarlo. Esa discriminación es una vuelta atrás en los derechos de la infancia. Históricamente, los niños estuvieron apartados de los adultos y sin participar de la sociedad hasta el siglo XX. El problema es que en el siglo XXI hay 7,5 millones de niños en España y 13 millones de perros.

Aunque luego resulta que el 90% de sus dueños les dedican 30 minutos al día, algo más con los paseos. Poco me parece para ser tan importantes en sus vidas, la verdad. Un hijo no te deja ni media hora libre… En cualquier caso, dudo que el perro quiera invertir ese rato en ir de compras. Por mucho que se le trate como si fuera un hijo, sigue siendo un animal. Esos tienen instintos, necesidades, ganas de correr... Y tan poca capacidad para entender el coñazo que supone ir de compras como los niños.

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