"Atrapada entre cuidar a hijos y mayores": la 'generación sándwich' se enfrenta a una doble carga que afecta sobre todo a las mujeres

El 2014 marcó un antes y un después en la vida de Tania: se convirtió en directora de la fundación en la que trabajaba, tuvo a su segunda hija y su madre fue diagnosticada de alzhéimer de inicio precoz con solo 55 años. Aunque entonces no lo sabía, comenzó a ser parte de la llamada 'generación sándwich', formada por aquellas personas que asumen de forma simultánea el cuidado de niños y mayores. "Ahí empezó mi verdadero camino de desarrollo personal, de experimentar la importancia de llevar de la mano lo personal, lo familiar y lo profesional y de atreverme a pedir ayuda", asegura.

Esta madre explica a 20minutos que aquel año, cuando su hija mayor tenía solo tres años, comenzó a vivir en primera persona lo que llevaba más de una década trabajando con familias de personas dependientes en la fundación. "Realmente fue cuando entendí los desafíos, los retos y las dificultades que existen al criar a los hijos y además cuidar de personas mayores", reconoce, al concretar que los obstáculos se centran, sobre todo, en el desarrollo profesional y en mantener la salud mental.

Como ella, miles de personas se encuentran en la misma situación. Un estudio realizado en Cataluña estima que al menos 151.000 personas se encargan del cuidado informal de personas mayores 65 años, de las cuales alrededor del 40% forman parte de esta generación. Si bien no existen cifras oficiales a nivel nacional, un análisis realizado en 2020 por Helpycare, agencia de personal doméstico y cuidadores de ancianos, sugiere que el 12% de los padres españoles son parte de la 'generación sándwich'.

Los cambios demográficos, las estructuras familiares y los roles de género son los principales factores que explican este fenómeno. Maite Egoscozabal, socióloga de la Asociación Yo No Renuncio del Club de Malasmadres, señala que antes los hogares estaban compuestos por diferentes generaciones (abuelos, hijos y nietos) y las tareas de cuidados se repartían, pero que ahora esto ha cambiado, en parte, por el retraso en la maternidad y el aumento de la esperanza de vida.

Las tareas de cuidados han cambiado por el retraso en la maternidad y el aumento de la esperanza de vida

La edad media en la que se tiene el primer hijo ha pasado de 25,25 años en 1975 a 31,5 en 2023 y, además, se ha duplicado el número de madres primerizas con más de 40, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). "Este cambio de tendencia no solamente afecta a la edad de los padres, sino también a la de los abuelos", apunta, por su parte, la psicóloga y divulgadora Silvia Álava.

Asimismo, España se encuentra entre los países con mayor esperanza de vida en el mundo, con una media superior a los 83 años, expone la socióloga, que apunta que, acorde con el INE, la población mayor de 80 años aumentará un 47,5% en 15 años. "Por otro lado, los hogares son cada vez más pequeños, con mayores viviendo solos o en pareja, lo que incrementa la necesidad de cuidados", añade. Esto, sumado a los hijos en ocasiones viven lejos de sus padres, dificulta la organización.

Una triple jornada laboral

Por todo ello, estas personas asumen, en palabras de Egoscozabal, una "triple jornada laboral": la del empleo, pero también la de los cuidados de menores y los mayores dependientes. "La 'generación sándwich' está atrapada entre trabajar y atender a los hijos pequeños y a los padres mayores, lo que resulta muy desgastante", coincide Álava. Además, las expertas inciden en que esta situación puede generar serios problemas. "Las energías son limitadas y, en muchos casos, no se llega a todo", advierte la psicóloga.

En este sentido, Tania relata las dificultades que suponía su nueva realidad: "Tenía que compaginar la maternidad con empezar a entender cuáles eran las nuevas necesidades que estaba teniendo mi madre". "He tenido que hacer un duelo anticipado porque, al final, mi madre pasó a ser una persona diferente cuando siempre ha sido mi punto de apoyo", expresa, y agrega que, incluso, es el camino inverso a la crianza.

"Cuando crías estás acompañando a un bebé desde la dependencia absoluta hacia la autonomía, pero en el caso de adultos es justo lo contrario, tienes que acompañar a una persona que ha sido autónoma toda su vida al camino de la dependencia", explica Tania, quien destaca la importancia de la comunicación familiar y la planificación anticipada de los cuidados para que los seres queridos tengan los recursos para hacer frente a situaciones similares.

Y es que, durante los primeros cinco años de la enfermedad de su madre, Tania llegó a sentir que desatendía sus hijas. "Afortunadamente tengo una pareja corresponsable que hizo que a ellas no les faltara de nada y que no sintieran esas ausencias", reconoce. Sin embargo, no todas las mujeres tienen su misma suerte.

La brecha de género, aún notable

Aunque se está observando un cambio en los roles de género y algunos hombres se hacen cargo del cuidado informal de otras personas, las expertas aseguran que las estadísticas reflejan que todavía son las mujeres quienes suelen asumir esta responsabilidad. Según el Observatorio La Caixa, la brecha de género es notable en casi todos los grupos de edad, sobre todo entre 45 y 65 años, recuerda Egoscozabal. "Esta edad, en la que todavía están activas, muchas tienen que recurrir a empleos de media jornada para poder tener tiempo de cuidar".

"Suelen ser ellas quienes cogen una baja, quienes piden una reducción de jornada o, incluso, quienes dejan de trabajar o dejan aparcada su vida profesional por cuidar a los hijos o a los mayores", reprocha a su vez la psicóloga. A juicio de la socióloga, esta renuncia "es el coste laboral y salarial que tienen que pagar por no existir un sistema de cuidados que sostenga esta situación".

Ahora bien, ambas subrayan que también hay otro tipo de costes, como el emocional, ya que perjudica la salud mental de las personas cuidadoras; y un coste personal, pues al final queda poco o nada de tiempo libre para una misma. Así, las fuentes denuncian que las mujeres llevan arrastrando durante muchos años una imposición de que ellas son las que "han nacido para cuidar", aunque los hombres están igualmente preparados.

Estrés, ansiedad y agotamiento son las emociones negativas más comunes que sufre la 'generación sándwich'. La carga mental asociada a la atención de dos generaciones se acumula, por lo que las expertas y Tania destacan que es necesario diseñar un sistema de cuidados que no solo apoye a las personas dependientes, sino también a quienes las cuidan. "Es fundamental tener una red de apoyo, porque no se puede hacer todo sola", comenta Tania.

Es clave reconocer que los cuidados son una responsabilidad de todos

"Ya no es solo apuntar en la agenda cuándo el niño tiene una vacuna, sino cuándo mi padre o mi madre tiene una revisión médica, cuando hay que acompañarles", insiste la psicóloga. Una responsabilidad que se amplifica en los casos en los que hay un grado de discapacidad. "Esto puede favorecer que se aumenten los trastornos del estado de ánimo, principalmente ansiedad, porque la doble carga es demasiado grande".

Además, Tania hace hincapié en el sentimiento de culpa que a menudo acompaña a la 'generación sándwich'. "Me colgaron una mochila de culpa sin darme cuenta", reflexiona, señalando que muchas veces las mujeres cuidadoras sienten que no están haciendo lo suficiente, tanto con sus padres como con sus hijos. Por ello, defiende que la necesidad de aprender a cuidarse y atenderse a sí mismo de manera individual.

Una cuestión tanto privada como pública

Tanto Álava como Egoscozabal resaltan que es urgente que tanto las empresas como las instituciones impulsen un cambio estructural que favorezca un sistema de cuidados más equitativo y accesible, que no dependa únicamente de las familias. "Es clave reconocer que los cuidados son una responsabilidad de todos. La corresponsabilidad entre hombres y mujeres en las tareas domésticas y de atención a niños y mayores no solo debe ser una cuestión privada, sino también pública", opina Álava.

Para ello, se necesita, dicen, un sistema en el que ser cuidado sea un derecho tanto para las personas dependientes como para las personas cuidadoras. En concreto, la socióloga establece que se debe medir el fenómeno con cifras para prevenir una peor crisis y para diagnosticar un contexto, los cambios demográficos y sus impactos. También sensibilizar en la corresponsabilidad para superar las barreras generadas por los roles tradicionales de género.

Y, sobre todo, impulsar la corresponsabilidad social, no solo desde los servicios públicos, sino también desde las empresas. "Estas son las principales responsables de poner en marcha medidas de conciliación efectivas que permitan a las personas transitar este momento vital en el que las responsabilidades de cuidado se duplican", incide Egoscozabal, quien concluye que, de igual forma, se debe promover la formación de personas cuidadoras para su propio autocuidado.

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