Siria hizo historia a principios de diciembre al derrocar a Bachar al Asad, que gobernó el país durante los últimos 24 años. Tras la victoria de los rebeldes, los sirios salieron a la calle a celebrar la caída de un régimen autoritario que llevaba más de 50 años en el poder. Muchos se han llenado de esperanza porque consideran que su futuro no puede ser peor que el infierno que han vivido hasta ahora. Sin embargo, la realidad es que "todo sigue igual" en el país, según explica en conversación telefónica con 20minutos Noura Gahzi, abogada siria y defensora de los derechos humanos que se dedica a brindar apoyo a detenidos, familiares de desaparecidos y personas desplazadas a través de su ONG NoPhotoZone.

La vida de Noura (Damasco, 1981) ha cambiado mucho desde la última vez que conversó con este periódico en marzo de 2017. En aquella visita a España su historia destacó en los principales medios de comunicación del país porque llevaba casi dos años sin tener noticias de su esposo Bassel Khartabil, detenido en 2012 por las fuerzas de seguridad. Cinco meses después se enteró de que su marido había sido ejecutado. "Sabíamos que había sido condenado a muerte y cuando mi suegro fue al registro civil le entregaron un documento en el que decía que Bassel había muerto el 5 de octubre de 2015. Por supuesto que no escribieron que había sido ejecutado", recuerda esta abogada de 43 años que ahora reside en París.

El dolor se apoderó de Noura más de una vez, ya que antes de recibir la noticia de manera oficial la información le llegó por otros medios. "Cuando me enteré entré en shock y la noticia me generó un trauma. Me tomó diez días poder declararlo públicamente", confiesa a este periódico. "De hecho, me resulta difícil hablar de ello ahora porque tras la caída del régimen estoy experimentando una re-traumatización", admite con voz entrecortada. Y añade que con el derrocamiento del régimen continúa con su trabajo. "Mi equipo está dentro de las cárceles, estamos trabajando en la liberación de los detenidos y con las familias de los desaparecidos. No tengo tiempo de tener una crisis nerviosa".

La lista de problemas pendientes por resolver en Siria es muy extensa. "Hay más de 100.000 desaparecidos y solo unos pocos miles han sido liberados, pero entre ellos hay criminales porque simplemente abrieron las prisiones", explica Noura y añade que los que han sido liberados están en una situación "terrible" tanto mental como físicamente. "Cientos de personas que estaban detenidas perdieron la memoria y al ser liberadas se quedaron en la calle. No saben quiénes son", sostiene. Además, indica que las familias también se encuentran en estado de shock porque algunas todavía no han podido ver a sus detenidos.

A estos problemas se suma, según Noura, la desinformación que circula entre la población sobre fosas comunes, detenidos y prisiones secretas. Además, indica que no se siente contenta con el Gobierno de transición liderado por Mohamed al Bashir. "Son islamistas y como oposición política nos sentimos totalmente excluidos porque están nombrando a personas de su círculo cercano que en su mayoría son de Idlib [uno de los mayores bastiones islamistas del país]", afirma. Además, cabe destacar que en un principio todos los miembros del nuevo Ejecutivo eran hombres y que ante las dudas sobre el papel de la mujer en el Gobierno designaron a Aisha al-Dibs como jefa de la Oficina de Asuntos de la Mujer.

"Entre los liberados hay criminales porque simplemente abrieron las prisiones"

La abogada también recuerda que dentro del Gobierno de transición hay personas vinculadas a Abu Mohammed al Jawlani, el líder rebelde del grupo fundamentalista Hayat Tahrir al Sham -antigua rama siria de Al-Qaeda- que puso fin al régimen de Al Asad. Además, cabe destacar que Estados Unidos ofrecía -desde 2017 hasta la actualidad- una recompensa de 10 millones de dólares por información que condujera al arresto del dirigente, algo que se ha suspendido tras el derrocamiento del régimen. Por su parte, la organización continúa siendo catalogada como "terrorista" por el país norteamericano.

Noura reconoce que la caída del régimen es un logro, pero admite que todavía queda un largo camino por recorrer hasta que Siria se convierta en el país que anhela. "Todos estamos contentos como oposición, pero yo nunca he sido optimista. Muchos lo eran en 2011, cuando pensaban que la guerra solo duraría unos meses, y ya llevamos casi 13 años. Soy realista", asegura la abogada. Además, incide en que su trabajo y su historia de vida ha contribuido a que ella no sea una persona optimista. "No pude celebrar la caída del régimen porque cuando me enteré recordé todo lo que he vivido desde que tengo cinco años. Mi difunto esposo, mis mejores amigos y mis familiares sacrificaron sus vidas y su libertad".

Ante la pregunta de si considera que podría llegar otro tirano al poder, Noura afirma que lo cree posible. "Siria tiene un contexto complicado y una larga lista de violaciones de derechos humanos y podría ser", afirma la abogada, aunque matiza que no cree que pueda haber algo peor que el régimen de Al Asad. "Tendremos un Gobierno de transición unos meses, después habrá elecciones reales y se creará un comité para redactar una nueva Constitución". Noura confía en que la situación mejorará pero es consciente de que los cambios no se producirán de la noche a la mañana. "Hay mucho trabajo por delante. Tenemos que ser más abiertos de mente y aprender realmente del pasado para construir una Siria mejor".

Tras darse a conocer la noticia de la muerte de su esposo, Noura tuvo que abandonar Siria y se fue a Líbano, donde se quedaría seis meses antes de trasladarse a Reino Unido a realizar una maestría. Sin embargo, decidió quedarse y fundar la ONG NoPhotoZone en honor a la memoria de su esposo. Vivió algunos años entre Líbano y Turquía, ya que la organización opera en estos países además de en Siria. En 2022 viajó a París pero tras aquella visita tanto Turquía como Líbano se negaron a renovarle la residencia. Por este motivo vive actualmente como refugiada política en la capital francesa, desde donde está intentando tramitar un permiso para poder viajar a su país sin perder el derecho al asilo.