Qué es la taquipnea: causas, síntomas y cómo controlarla

La denominada taquipnea es un término que se utiliza en medicina para describir una frecuencia respiratoria anormalmente elevada. En adultos, esta dolencia, que puede ser leve o bien consecuencia de afecciones graves, se diagnostica cuando hay una frecuencia respiratoria por encima de 20 respiraciones por minuto. En los niños puede variar según la edad.

En el caso de detectar una frecuencia respiratoria alta con una medición especial, serán necesarias pruebas adicionales para identificar cuál es la causa, que puede ser de diferente índole. Una de ellas, que cada vez es más común en nuestra sociedad, es la ansiedad desmedida que padecen muchos adultos por el estilo de vida.

Por qué se produce la taquipnea

La taquipnea puede manifestarse por una insuficiencia respiratoria, en la que los pulmones no tienen la capacidad de proporcionar suficiente oxígeno, o de deshacerse del dióxido de carbono. Otra posibilidad es que se desencadene como respuesta a un bajo nivel de oxígeno en sangre (hipoxia), a una acidosis, a una enfermedad pulmonar, a ansiedad o a insuficiencia cardíaca.

En algunos casos, también se acelera la frecuencia respiratoria por culpa de determinados medicamentos. Vaya por delante que, como podemos imaginar, que la respiración se acelere durante la práctica deportiva es algo normal como consecuencia de la necesidad del organismo de proveerse de más oxígeno. Sin embargo, si sucede sin ningún esfuerzo, es una señal de que algo no está funcionando como debe.

¿Cuáles son las posibles causas de una frecuencia respiratoria alta?

Entre las causas más habituales que pueden provocar taquipnea están, en su nivel más leve, los resfriados. En estos casos, los virus obstruyen las vías nasales, lo que hace que no llegue oxígeno suficiente a las vías respiratorias. Otras causas son las alergias (reacción desmedida del sistema inmunitario); o el asma, afección crónica de las vías respiratorias en la que los pulmones se inflaman.

Otras infecciones respiratorias como la neumonía, la bronquitis o la tuberculosis afectan a los pulmones y, como consecuencia, a la frecuencia respiratoria. La obesidad puede ser otra causa de taquipnea, al presionar el exceso de peso a los pulmones. Y la ansiedad, un mal de la sociedad actual que provoca una dificultad respiratoria más psicológica que física. Hablamos de la hiperventilación.

De mayor gravedad es la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), un grupo de enfermedades que incluye bronquitis crónica, enfisema y asma. También la causa puede ser la insuficiencia cardíaca, enfermedad en la que la dificultad para respirar procede de que la sangre regresa a los vasos sanguíneos y el líquido se filtra a los pulmones. Para finalizar, otra causa grave de taquipnea es el cáncer de pulmón.

La apnea del sueño, una de las causas más comunes

Mientras dormimos, no solemos ser conscientes de la manera en la que respiramos, por lo que solemos necesitar que quien esté a nuestro lado nos den la pista. Una causa muy habitual del ruido que podemos hacer al respirar por la noche es la denominada apnea obstructiva del sueño.

Lo que sucede en estos casos es que los músculos de la garganta se relajan y bloquean la apertura hacia las vías respiratorias. Esa es la razón de que se interrumpa la respiración durante el sueño de manera intermitente. En estos casos, la solución puede ser un dispositivo que se aplica con una máscara que aporta aire hacia las vías respiratorias, para 'compensar'.

Estos son los síntomas de la taquipnea

Aunque la procedencia de esta manifestación de frecuencia respiratoria elevada puede ser diversa, los síntomas más comunes son dificultad para respirar, sensación de que nos falta el aire; más de 20 respiraciones por minuto; tener la sensación de que el aire no nos llega a los pulmones; dolor en el pecho o la necesidad de 'abrir' las fosas nasales cada vez que inhalamos.

Además, otros síntomas pueden ser las sibilancias (respiración con 'silbidos'); dolor en el pecho; cierto tono azulado en los labios (señal de falta de oxígeno); sensación de mareo y taquicardia. Las pruebas diagnósticas van desde la gasometría arterial, pasando por tomografía, electrocardiograma, resonancia magnética cerebral o radiografía de tórax.

Tratamientos disponibles para controlar la taquipnea

Puesto que las causas son absolutamente diversas, los tratamientos también deben serlo una vez hemos recibido el diagnóstico. Por citar los más habituales, en el caso del asma o el EPOC pueden minimizarse los síntomas con medicamentos, inhaladores y tanques de oxígeno.

Si el problema es una infección, lo más común es recetar un inhalador que abra las vías respiratorias, así como determinados antibióticos. En el caso de que la causa sea ansiedad, lo más probable es que el especialista recomiende ansiolíticos e, incluso, betabloqueantes.

En cualquier caso, debemos tener en cuenta que es imprescindible acudir al médico si nuestra respiración se acelera, nuestra piel adquiere un cierto tono azulado, sentimos dolor en el pecho y tenemos fiebre. El médico será quien averigüe la causa y establezca el tratamiento adecuado.

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