A principios de noviembre de 2023, cuando el PSOE amarró el apoyo de Junts para investir presidente a Pedro Sánchez con un acuerdo que incluía la amnistía al procés, el PP convocó concentraciones en todas las capitales de provincia a modo de protesta. En Madrid, el lugar elegido por los 'populares' para mostrar su rechazo fue la Puerta del Sol. Al escenario de una plaza abarrotada por miles de personas se subió Alberto Núñez Feijóo y también José Luis Martínez-Almeida e Isabel Díaz Ayuso.
El de la presidenta madrileña fue, quizás, el discurso más beligerante: dijo que Sánchez había decidido ser "el poder ejecutivo, legislativo y judicial" y aseguró que el PP devolvería "golpe por golpe". Los socialistas no tardaron en salir al paso de esta intervención, pues vieron en ella un intento de "agitar" la opinión pública en vísperas de la investidura. Díaz Ayuso, lejos de achantarse de las críticas, se reafirmó.
"Significa que cada atropello va a tener una respuesta", les dijo a los periodistas que le preguntaron en un acto 24 horas después qué quería decir con su frase. "No les va a salir gratis: ya me encargaré yo de ello por mucho desgaste que esto conlleve", agregó. Aquello que en noviembre de 2023 solo parecía una consigna propia de un momento de máxima tensión política, con el paso de los meses fue adquiriendo una dimensión de guion de las relaciones entre los máximos dirigentes del Gobierno de la Comunidad y el de España, que tomó posesión unos días después.
Ese "golpe por golpe" agravó unas relaciones que estaban muy deterioradas desde 2020 por las diferencias en la gestión de la pandemia. El cambio de tono se empezó a ver pronto: en el mismo debate de investidura que precedió a la formación del nuevo Ejecutivo PSOE-Sumar ya se produjo un hecho que marcaría un antes y un después en la ya de por sí maltrecha conexión Ayuso-Sánchez. Desde la tribuna del Congreso, el presidente acusó de corrupción a la presidenta madrileña por la compra de mascarillas de la Comunidad de la que su hermano percibió una comisión y a ella, desde la tribuna de invitados, se le leyó "qué hijo de puta" entre dientes. En un primer momento, el equipo de la presidenta negó el exabrupto y aseguró que había dicho "me gusta la fruta", un eslogan con el que el PP de Madrid hizo campaña durante meses y al que incluso hoy siguen recurriendo de vez en cuando.
El año 2023 aún fue escenario de un desencuentro más entre ambos líderes y el detonante fue el viaje inaugural del AVE Madrid-Asturias. El Gobierno no invitó al acto a Díaz Ayuso alegando que no procedía porque solo se inauguraba un tramo entre Castilla y León y Asturias, pero esta decisión no sentó nada bien en la Puerta del Sol. "El señor Sánchez es quien, personalmente, veta a la presidenta", trasladaron desde el gabinete de la dirigente del PP y avanzaron que no pensaban invitar "nunca" a miembros del Gobierno a los actos que organizasen.
"Golpe por golpe", añadieron usando la polémica frase. El aviso a navegantes lo consumaron en el homenaje de la Comunidad a la Constitución: no invitaron a ningún ministro cuando lo habitual hasta entonces había sido que acudiera alguno. También se puso fin a la organización conjunta de este acto con la Delegación del Gobierno en Madrid, una tradición que ya no se ha recuperado.
El 2024 empezó como acabó 2023: a la crítica constante desde la Comunidad al Gobierno de la Nación por la amnistía y sus pactos con partidos independentistas, se sumaron otros reproches por decisiones que tenían que ver con el suministro eléctrico y con la gestión de la crisis migratoria. "El Gobierno pretende dejar a la región sin la energía que necesita para seguir creciendo", llegó a afirmar Díaz Ayuso, que en febrero, con la detención de Koldo García, abrió un nuevo frente en su contienda habitual contra el Gobierno de Sánchez.
"Todo lo que está saliendo a cualquier Gobierno honrado le haría caer inmediatamente", esgrimió la presidenta durante un pleno en la Asamblea; mientras que el presidente, al ser preguntado por el arresto del exasesor de José Luis Ábalos durante un viaje oficial a Marruecos, volvió a aludir a Tomás Díaz Ayuso. Sánchez reprobó el cobro de comisiones vinculadas a las compras de material sanitario y mostró su extrañeza por la posición que el PP estaba manteniendo en este asunto porque, según aseveró, Feijóo "se aupó" como líder 'popular' "sobre un caso de corrupción de la presidenta de la Comunidad". "Todo fue investigado por distintas instancias y se demostró que no había nada. Me gusta la fruta", contestó la dirigente madrileña desde sus redes sociales.
En marzo volvieron los reproches cruzados. Sánchez censuró a la presidenta madrileña que en el acto institucional por el Día de la Mujer aseguró desconocer "cuándo es el Día del Hombre". "Es presidenta gracias a la lucha de muchísimas mujeres", le recriminó el presidente. Tan solo unos días después de este choque trascendió la investigación penal a la pareja sentimental de Isabel Díaz Ayuso, hasta entonces desconocida, por la presunta comisión de varios delitos fiscales que habrían supuesto un fraude a la Hacienda pública de más de 350.951 euros, un caso sobre el que ha girado buena parte de la actividad política de este año por la derivada que ha tenido en el seno de la Fiscalía General.
Unas horas después de hacerse pública la información sobre Alberto González Amador, el presidente del Gobierno reclamó hasta en tres ocasiones la dimisión de Díaz Ayuso. "Tenga coraje, sea valiente, y exija la dimisión de la presidenta Ayuso, aunque eso le cueste el puesto como a Casado", le espetó Sánchez a Núñez Feijóo en el Congreso. La dirigente madrileña respondió la misma mañana asegurando que el presidente intentaba "tapar" el "escándalo" de la amnistía, que tildó como "la ley más corrupta de la democracia", pidiendo su dimisión.
"Sánchez busca desestabilizar a través de mi destrucción personal, cuando el único destruido aquí es él", insistió la presidenta regional, que desde entonces viene defendiendo que la investigación a su novio es "una operación de Estado" que ha sido orquestada por el Gobierno para intentar acabar con ella. Es una tesis que en el argumentario que desplega el PP se ha repetido aún más desde que el pasado octubre el Tribunal Supremo diera al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, la condición de investigado a raíz de una querella presentada por González Amador contra la Fiscalía por la divulgación de información relacionada con su caso. También desde que se conociera, unas semanas después, que una asesora de Moncloa hizo llegar al ya exlíder del PSOE en Madrid, Juan Lobato, el correo electrónico que está en el centro de la causa que se está instruyendo, algo que también está investigando el Supremo.
El que afecta a González Amador no es el único caso judicial que se han estado arrojando Sánchez y Díaz Ayuso, y por extensión sus partidos, a lo largo de este 2024. En primavera trascendió que la esposa de Sánchez, Begoña Gómez, estaba siendo investigada por la presunta comisión de varios delitos vinculados a su actividad profesional como codirectora de unos estudios de posgrado en la Universidad Complutense. "Voy a ser escueto. Un día como hoy y después de las noticias, a pesar de todo, sigo creyendo en la justicia de mi país", afirmó el presidente del Gobierno después de que se conociera la apertura de diligencias en un juzgado.
Unas horas después, el presidente del Gobierno, envió una carta a la ciudadanía a través de las redes en las que se preguntaba si debía renunciar a la Presidencia del Gobierno a raíz de la apertura de un proceso judicial a su mujer y canceló su agenda durante cinco días, al término de los cuales anunció que seguía en el cargo. "He decidido seguir. Seguir con más fuerza si cabe al frente de la Presidencia", afirmó.
"Pretende el poder sin control, sin contrapesos", reaccionó Díaz Ayuso, que unas semanas después anunció una reacción política al caso Begoña Gómez: el PP impulsaría una comisión de investigación en la Asamblea para investigar si hubo un trato de favor de la Complutense a la mujer del presidente. Este órgano echó a andar en octubre y en su primera sesión fue llamada la propia Begoña Gómez, otro hecho sin precedentes en un año que suma demasiados hitos.
Otro fue el 'no' de Díaz Ayuso a acudir a una reunión bilateral que había sido convocada por el presidente en La Moncloa. La madrileña se convirtió en la única líder autonómica que no acudió al encuentro. Desde el Ejecutivo central se calificó de "gravísima" esta actitud y se aseguró que representaba "lo peor de la política". Los dirigentes se encontraron unas semanas después en la Conferencia de Presidentes que se celebró en Santander y se les vio intercambiando un escueto y protocolario saludo al inicio del encuentro por lo que un acercamiento de posturas entre ambos no parece un escenario ni probable ni cercano en el tiempo.
El año que está a punto de comenzar, de hecho, no parece que vaya a distar mucho de los últimos cuatro. La Comunidad ya se ha desmarcado del más del centenar de actos públicos que quiere organizar el Gobierno con motivo del 50 aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco y el desencuentro Sol-Moncloa, Moncloa-Sol, está servido un curso más.