Cuando el pasado mes de septiembre llegó a la Estación Espacial Internacional (ISS) una nave Dragon de SpaceX con un par de asientos libres hubo dos humanos que respiraron mucho más tranquilos.
Un poco de contexto para explicarme, aunque seguro que la historia te suena: el 5 de junio de este 2024, los astronautas de la NASA Barry Wilmore y Sunita Williams despegaron desde Florida a bordo de la nave Starliner de Boeing como parte de la misión de prueba Crew Flight Test, un viaje que según lo programado duraría poco más de una semana, pero que va camino de convertirse en una odisea de cerca de diez meses.
¿El motivo? Poco antes de que su nave llegara a la ISS se detectaron fugas de helio y fallos en los sistemas de propulsión que obligaron a la NASA a cuestionar su seguridad como vehículo tripulado para regresar a la Tierra. Tras muchas pruebas y tras dar con “la causa raíz” de los problemas, la agencia espacial estadounidense decidió dejar atrás a Wilmore y Williams y enviar la cápsula de vuelta a nuestro planeta vacía. Starliner aterrizó con éxito en White Sands, Nuevo México, a principios de septiembre.
Aunque la NASA dijo una semana después que los astronautas podrían haber vuelto en Starliner —parece que hasta en el mundo espacial se cumple eso de que a toro pasado, todo es mucho más fácil—, Wilmore y Williams asumieron su destino: en febrero regresarían por fin a la Tierra en una nave de SpaceX, concretamente en la cápsula de la misión Crew-9, que es la que llegó en septiembre y sobre la que arrancaba hablando en este artículo.
Sin embargo, una vez más el futuro guardaba planes distintos para estos astronautas. Según el último comunicado de la NASA, Wilmore y Williams deberán permanecer hasta finales de marzo en la ISS junto a sus dos compañeros de misión, el astronauta Nick Hague y el cosmonauta Aleksandr Gorbunov.
¿Por qué se retrasa de nuevo la vuelta a la Tierra de Barry Wilmore y Sunita Williams?
Esta decisión se debe a un retraso en el lanzamiento de la misión SpaceX Crew-10, que está prevista ahora para finales de marzo de 2025.
El motivo del aplazamiento del lanzamiento es, según la NASA, la necesidad de completar la fabricación, ensamblaje, pruebas e integración de la nueva nave espacial Dragon que será el vehículo de esta misión.
La nueva nave espacial llegará a las instalaciones de procesamiento de SpaceX en Florida a principios de enero.
Las astronautas de la NASA Anne McClain, comandante, y Nichole Ayers, piloto; el astronauta de la JAXA (Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón) Takuya Onishi, especialista de misión; y el cosmonauta de Roscosmos Kirill Peskov continúan entrenándose para la misión Crew-10 en el Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston.
Esta nueva tripulación sustituirá a Williams, Wilmore, Hague y Gorbunov tras unos días de convivencia entre ellos, lo que en el sector llaman ‘período de entrega’ y que permite “compartir las lecciones aprendidas” con los recién llegados.
Así es la nave espacial Dragon de SpaceX
La Dragon tiene capacidad para transportar hasta siete pasajeros hacia y desde la órbita terrestre “y más allá”. “Es la única nave espacial que actualmente vuela capaz de traer cantidades significativas de carga a la Tierra y es la primera nave espacial privada que lleva humanos a la estación espacial”, subrayan desde SpaceX.
Uno de sus últimos avances se dio a conocer en septiembre: tiene un nuevo método de aterrizaje en caso de emergencia y ahora podría aterrizar de forma propulsiva utilizando sus ocho propulsores SuperDraco.
El primer vuelo tripulado a la ISS de una Dragon tuvo lugar en 2020, lo que supuso un hito especialmente para Estados Unidos, ya que devolvió al país la capacidad de transportar astronautas hacia y desde la Estación Espacial Internacional en vehículos estadounidenses por primera vez desde 2011.
La nueva generación de estas cápsulas Dragon está en camino y completar todos los procesos para que pueda salir de la Tierra no es una tarea fácil. En palabras de Steve Stich, gerente del Programa de Tripulación Comercial de la NASA, “la fabricación, el ensamblaje, las pruebas y la integración final de una nueva nave espacial es un esfuerzo minucioso que requiere una gran atención a los detalles”.
La debacle de Starliner
Hace poco más de un mes se filtró que Boeing estaría explorando la posibilidad de vender su división espacial, incluyendo su problemática nave Starliner, que ha acumulado pérdidas que superan los 1.850 millones de dólares.
Desde que empezó a desarrollarse en 2014 como parte del programa de tripulación comercial de la NASA, la situación de la Starliner ha supuesto un gran desafío tanto para Boeing como para la agencia espacial.
Boeing, que fue seleccionada junto a SpaceX para ofrecer servicios de transporte tripulado a la ISS tras la retirada de los transbordadores espaciales, ha enfrentado años de retrasos y costosos problemas técnicos.
De momento, el futuro de Starliner sigue siendo incierto.
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