La apabullante victoria de Jannik Sinner, este domingo, ante un impotente Alexander Zverev en la final de Open de Australia (6-3/7-6/6-3) señala el irremediable arranque de un periodo de temor para el resto del circuito. El tercer ‘grande’ del italiano en apenas un año recuerda que nada queda del 'Big Three', y que ya ha arrancado una nueva era aún en definición que podría llevar el título provisional de 'Big Sinner'. El transalpino, un tenista diseñado sobre los pilares de un Djokovic sometido a la tiranía de Cronos, se muestra ahora imparable y la presión del reto recae directamente sobre el único que parece tener armas para ello: Carlos Alcaraz.
El mar de lágrimas que corría por la cara de un Alexander Zverev desconsolado en la entrega de trofeos demuestra el ciclón de tenis al que Sinner somete a sus rivales sobre las pistas duras de todo el planeta. Ni el N.º2 del mundo, quizás en el mejor momento de su carrera y ante la tercera oportunidad de conseguir el título de sus sueños, fue capaz de colocar un set en su casillero.
Apenas tuvo opciones el alemán tras un segundo set decidido en la muerte súbita. Los golpes a la raqueta antes del inicio del tercer y definitivo acto del partido anunciaban que el alemán ya había sucumbido al gran miedo que le persigue. No quiere ser el mejor tenista del mundo que nunca consiguió un Grand Slam y la presión por romper esa barrera es completamente destructiva para él.
Desde la grada se ve diferente. La realidad distorsionada por la mente de ‘Sascha’ es que ahora no parece existir un hombre capaz de pararle los pies a un joven jugador lanzado desde el final de la pasada campaña. Pues, más allá de que el italiano ya consiguió conquistar el título el pasado año, su recta final de 2024 fue una muestra de poderío insuperable. Volvió de su ‘'parón' por el caso de dopaje con la victoria en Cincinnati, arrasó en el US Open, tumbó a Djokovic en la final del Masters 1.000 de Shanghái y se coronó Maestro por primera vez en su carrera antes de ayudar a su país a hacerse con su segunda Copa Davis consecutiva. En ese paseo de títulos solo tropezó en el ATP 500 de Pekín ante Carlos Alcaraz.
El joven tenista español todavía domina el cara a cara (6-4) y la 'guerra' de Slams(4-3) , y en espera de los grandes talentos que ya empiezan a alzar la voz en la parte baja del top-100, parece el único candidato capaz de despertar del sueño al italiano.
Para Carlos Alcaraz y su equipo es una certeza, y por ende también reto, que la pista dura de Australia empieza a convertirse en un escenario de esos en los que las victorias cuestan más. Le pasaba a Rafa Nadal en Melbourne y Londres y a Roger Federer en París, se asume como parte de este juego. Eso sí, la soltura del principal rival en la Rod Laver Arena preocupa en la manera en la que se empiezan a dilucidar algunas similitudes con el coloso Novak Djokovic.
"Es como jugar contra la mejor versión de Novak. Es muy difícil superarlo", analizó un abatido Zverev ayer tras la final. Parece que la llegada de los italianos Marco Panichi y Ulises Badio, ex preparadores físicos del serbio, han dado cierta inspiración a un jugador hundido hace apenas meses tras el caso de dopaje vinculado a las malas prácticas de su exfisioterapeuta.
"Lo que pasó, pasó. Sigo jugando así porque tengo la mente despejada sobre lo que ocurrió. Si fuera culpable, no jugaría así", comentó Sinner al respecto de un asunto ya superado por el tenista, pero aún abierto en procedimiento.
La lógica tras lo visto en las dos pasadas campañas invita a pronosticar un paso adelante de Alcaraz en la gira de tierra y hierba y un final de año de nuevo copado por el italiano. No obstante, si dos hombres han sido capaces de desafiar las reglas para dibujar un nuevo escenario han sido estos dos jóvenes que prometen emociones fuertes en la pista. Alcaraz abrió la veda, Sinner ha respondido con contundencia... Continuará.