Tener hijos y saber educarlos (en el amplio sentido de esa palabra) es uno de los grandes desafíos de nuestra vida. Hacerlo bien no es fácil. Las experiencias pasadas y nuestras creencias están en cada una de las decisiones que tomamos y pueden dificultar la relación con ello. Debemos saber reconocer aquellos obstáculos que proceden de nuestra propia infancia.
Para regular esa relación necesitamos centrarnos en sus necesidades, en notar lo que les sucede. Para ello es fundamental generar un lugar seguro para que puedan vincularse desde el afecto y en ausencia de trauma.
Debemos aprender a detectar aquellas cosas que pueden estar quedando fuera de lo evidente y que proceden de nuestra propia infancia. Se trata no tanto de lo que decimos como de lo que callamos. Lo dice la psicóloga y psicoterapeuta Beatriz Cazurro.
Máster en Psicoterapia Infantil y también en Psicoterapia Humanista Integrativa, Cazurro ha cursado diversas formaciones de especialización en apego y trauma. Ahora publica su nuevo libro, Atender lo invisible (Planeta). Hablamos con ella de todo ello.