En las células de la sangre hay hematíes (glóbulos rojos), leucocitos (glóbulos blancos) y plaquetas. Los leucocitos son los encargados de combatir infecciones producidas por virus, bacterias y otros gérmenes. Una clase de glóbulo blanco es el denominado granulocito, que se produce en la médula ósea y viaja por todo el cuerpo a través de la sangre. La misión de estos granulocitos, cuando detectan una infección, es acudir todos juntos para eliminar esos gérmenes.
En las analíticas de sangre es posible detectar anomalías que nos alertan de posibles problemas de salud, y una de ellas es tener los granulocitos (divididos en neutrófilos, eosinófilos y basófilos) bajos. Si esto sucede, se llama agranulocitosis, y la consecuencia más directa es que el organismo encuentra dificultades para combatir los gérmenes, por lo que hace acto de presencia la infección.
Estas son las posibles causas de agranulocitosis
La agranulocitosis, también denominada neutropenia, es una enfermedad de la sangre que se manifiesta con un bajo nivel de granulocitos, como hemos comentado. La cifra normal de leucocitos en sangre ronda los 5.000-7.000 por milímetro cúbico. De ellos, entre un 20 y un 40 por ciento son granulocitos. Cuando el nivel de neutrófilos está por debajo de 1.000/1.500 se diagnostica agranulocitosis.
Las causas más habituales de esta enfermedad de la sangre son determinados trastornos autoinmunitarios, que tienen lugar cuando nuestro sistema inmune ataca y destruye tejido corporal sano por error. Existen más de 80 trastornos de este tipo.
Otra posible causa es la exposición a sustancias químicas, como sucede con la quimioterapia, que ataca a las células que se dividen en el cuerpo, pero no sólo a las cancerosas, sino también a las sanas. También puede partir de la médula ósea, y la insuficiente capacidad de ésta para producir células nuevas. En este caso hablamos de enfermedades de la médula como anemia aplásica, mielodisplasia o leucemia linfocítica granular.
Infecciones como la varicela, la hepatitis o el sarampión también pueden ser desencadenantes de este problema, de la misma manera que lo es cierto grado importante de desnutrición o anomalías en el bazo, con un tamaño excesivamente grande.
¿Cómo puedo sospechar que padezco una agranulocitosis?
Los síntomas de esta enfermedad son inespecíficos, pero puede hacernos sospechar la fiebre, escalofríos, malestar, un estado general de debilidad, dolor de garganta, tos, falta de aliento, llagas en la cavidad bucal, dolor de huesos, diarrea e, incluso, neumonía. Debemos tener en cuenta, como exponen desde la Sociedad Española de Medicina Interna, que esta patología deja al paciente desasistido de defensas para afrontar las posible infecciones a las que estamos expuestos cada día, por lo que pueden llegar a ser graves.
La prueba más inmediata para hacernos una idea de la posible presencia de esta enfermedad es la analítica de sangre, con un examen diferencial de glóbulos blancos que medirá el porcentaje exacto de cada tipo de glóbulos blancos. Además, el especialista podría solicitar una biopsia de médula ósea o de las úlceras bucales, así como estudios especiales de los anticuerpos de neutrófilos.
¿Qué tratamiento tiene esta enfermedad de la sangre?
Puesto que las causas pueden tener diferentes orígenes, el tratamiento médico va a estar en función de esta circunstancia. Si tenemos los glóbulos blancos bajos, lo primero a considerar es por qué y dónde se ha originado esa deficiencia.
En el caso de que la causa sea un medicamento, suspender su prescripción y cambiar a otro tipo de medicinas podría ayudar a restablecer la cantidad saludable de estos glóbulos blancos. Existen determinados fármacos con la capacidad de ayudar al organismo a fabricar más leucocitos.
El pronóstico acerca de la evolución en la curación de la agranulocitosis va a depender de la intensidad de la misma y de su duración, puesto que en los casos más graves el riesgo de infecciones severas dificulta la remisión. En cuanto a los niveles: se considera leve si el número de neutrófilos está entre 1.000 y 1.500 células por milímetros cúbico de sangre; y grave si es menor de 500.