La formación de océanos y continentes no se explica sin la tectónica de placas, que no es otra cosa que fragmentos de la litosfera -quince de gran tamaño y más de cuarenta microplacas- en cuyos bordes se concentra una intensa actividad que da lugar a la formación de grandes cadenas montañosas y, en ocasiones, desastres naturales. Y justo ahí, entre dos placas, como ninguna otra en el mundo, se encuentra una ciudad española.
Se trata de Almería, que presenta características que la distinguen de cualquier otra ciudad del país, a consecuencia de su ubicación: entre las placas tectónicas de Eurasia y África. Algunas de estas pruebas gráficas son las fallas locales y los relieves montañosos, así como el Mar de Alborán, justo al sur de la provincia.
La isla de Alborán, a medio camino entre Europa y África
Pese a que la isla de Alborán es muy pequeña —apenas siete hectáreas— tiene gran relevancia geográfica y geológica al encontrarse a medio camino entre Europa y África: a 85 km al sur de la provincia de Almería y más cerca de la costa marroquí. Porque, aunque lo que vemos sobre las aguas son apenas 265 metros de longitud máxima, bajo el Mediterráneo este islote pertenece a la dorsal de Alborán, que está rodeada por una plataforma de 120 kilómetros con una anchura de 20.
De hecho, los expertos señalan que llegó a formar parte del primitivo macizo Bético-Rifeño —que se rompió originando el estrecho de Gibraltar—, y su ubicación explica que sea epicentro de una gran actividad sísmica por el choque de la placa africana con la euroasiática, como el último terremoto de 2016.
Estambul, aunque de forma diferente, también se encuentra en la intersección de dos placas: la placa tectónica euroasiática y la microplaca de Anatolia, que a su vez está en contacto con la placa africana y la placa arábiga al sur. Por esta razón, Estambul es propensa a terremotos significativos.