El espectáculo del descanso de la Super Bowl es uno de los eventos musicales más esperados del año en Estados Unidos, aprovechando una de las audiencias más numerosas en la televisión nacional para una actuación por parte de un reconocido artista. En la edición número 59, Kendrick Lamar fue el encargado principal de amenizar la velada más relevante de fútbol americano en 2025.
Con millones de espectadores en todo el mundo (130 millones en 2024), el show es una plataforma clave para los artistas, que aprovechan la ocasión para ofrecer actuaciones que marcan las tendencias culturales y musicales en cada generación.
Kendrick sorprendió al público al arrancar con una canción sin estrenar, pero pronto repasó algunos de sus temas más conocidos, como Humble y DNA. Tras la aparición estelar de Samuel L. Jackson, vestido como el Tío Sam, la representación de los Estados Unidos como un personaje, llegó el turno de SZA, que se comió el escenario con una participación estelar en All The Stars.
La culminación, después de varios amagos, fue Not Like Us. Kendrick Lamar no tuvo miedo de interpretar su gran ataque a Drake, en el que acusa al canadiense de "pedófilo", aunque, por supuesto en un escenario de esta magnitud, las palabras más malsonantes fueron omitidas.
En la última canción, un espontáneo invadió el escenario con dos banderas, la de Palestina y la de Sudán, aunque en la retransmisión oficial, el protagonismo se lo llevó Serena Williams, que realizó un polémico baile. El paso, llamado Crip Walk, representa a los Crips, una violenta pandilla de Compton, California, a la que pertenece Kendrick Lamar. El reconocido movimiento, muy popular por haber sido empleado por alguno de los raperos más conocidos del mundo, ha sido una de las celebraciones habituales de la tenista durante años.
