La lucha contra el turismo masivo topa con la realidad: la mayoría de destinos supera su récord de visitantes

Masificación, daño medioambiental, destrucción del patrimonio, dificultad de acceso a la vivienda… El turismo de masas está afectando al entorno de lugares populares y la vida de sus residentes, quienes se encuentran con problemas por la gran afluencia de visitantes. Una situación que ha llevado a varios destinos a implementar medidas, aunque no todas han dado buenos resultados.

Desde Europa hasta Asia, las autoridades imponen restricciones a los alquileres vacacionales, limitan el número de visitantes diarios, impiden el accesos a lugares emblemáticos o cobran tasas turísticas. Respecto a esta última medida, a lo largo del territorio europeo hay cerca de 140 ciudades que cobran algún tipo de impuesto a los visitantes.

En España, solo seis provincias de dos comunidades autónomas tienen implementada la llamada 'ecotasa': Barcelona, Girona, Tarragona, Ibiza, Menorca y Mallorca. Sin embargo, esta medida no parece frenar a los turistas, puesto que hasta mayo de este año han llegado casi cuatro millones de visitantes a Baleares y más de siete millones a Cataluña.

En Cataluña, la tasa turística se hizo efectiva a partir de 2012 y su coste varía en función de la categoría del alojamiento y la localización, aunque va desde 60 céntimos hasta 5 euros por noche y persona. En Baleares, se introdujo en 2016 y el monto a pagar depende de la temporada y del tipo de alojamiento, oscilando entre 1 y 4 euros por noche y persona.

Ámsterdam

Ámsterdam, conocida por su historia y vibrante vida nocturna, ha decidido limitar la construcción de nuevos hoteles en la mayoría de sus distritos. Según la regulación, solo se podrá construir un hotel nuevo en la ciudad si antes cierra otro, aunque los que ya están aprobados seguirán adelante. Además, también ha establecido un límite en las pernoctaciones anuales: si superan las 20 millones, se activarán medidas adicionales para controlar la cantidad de turistas.

Esto se suma a la norma adoptada a principios de 2018 que restringió las estancias de alquiler vacacional ofertado por plataformas como Airbnb: los propietarios no pueden arrendar sus viviendas a visitantes por más de 60 días al año. Otra medida que se ha planteado recientemente es prohibir los cruceros, cerrando su terminal principal de cruceros, una decisión motivada tanto por la necesidad de reducir la afluencia de turistas como por la lucha contra la contaminación.

No obstante, estas medidas no han terminado de funcionar, puesto que en 2023 la capital de Países Bajos batió un nuevo récord con 20,6 millones de pernoctaciones de turistas, excluyendo alquileres vacacionales, alojamiento y desayuno y noches de crucero, según el ayuntamimento.

Venecia

Venecia, uno de los destinos más populares del mundo, también está intensificando sus esfuerzos para controlar el turismo y preservar su patrimonio histórico. Para ello, ha prohibido los tours de grupos de más de 25 personas, con el objetivo de reducir la aglomeración en sus estrechas calles y canales. Asimismo, tampoco se permite el uso de altavoces por los guías, ya que pueden generar molestias a los residentes y otros visitantes.

En abril, la ciudad introdujo una tasa de entrada de 5 euros para los turistas de un día, es decir, aquellos que no pernoctan. Este impuesto, que comenzó en fase de prueba, se ha aplicado en fechas específicas de alta afluencia (del 25 de abril al 5 de mayo y durante los fines de semana de junio y julio). En los primeros ocho días en vigor, las autoridades señalaron que ya se superó la recaudación prevista para los tres primeros meses con 723.000 euros, lo que sugiere que el objetivo de reducir las entradas no se ha alcanzado.

Por otro lado, Venecia prohíbe desde 2021 a los grandes cruceros fondear en su centro histórico. La Unesco llegó a amenazar con incluirla en su lista de ciudades en peligro si no se prohibía el atraque de estos barcos. Así, se impide la entrada de embarcaciones de más de 25.000 toneladas, con dimensiones superiores a los 180 metros de eslora, 35 metros de altura y que emitan más de 0,1% de azufre en sus emisiones.

Croacia

Al igual que Venecia, la Unesco también ha lanzado una advertencia a Dubrovnik (Croacia): podría perder su categoría de Patrimonio de la Humanidad por el elevado número de turistas que, con su paso, degradan su casco antiguo. En respuesta, el ayuntamiento decidió en 2018 restringir el número de cruceros que pueden atracar en el puerto. Así, solo se permiten dos embarcaciones al día, con un máximo de 5.000 visitantes diarios.

El año pasado, las autoridades locales comenzaron a implementar una serie de medidas bajo el lema "Respect the City" (Respetar la ciudad) con el objetivo de lograr un desarrollo turístico más sostenible. El plan ha reducido en un 80% el número de puestos destinados a souvenirs y en un 30% el número de mesas de restaurantes en el casco antiguo. Además, se ha impuesto un límite máximo de ocho personas por guía local en los tours dedicados a los escenarios de la serie Juego de Tronos, que han popularizado aún más a Dubrovnik.

Otra medida innovadora es la prohibición del tránsito de equipaje con ruedas en ciertos puntos turísticos del centro histórico. El ruido que producen estas maletas al rodar por las calles empedradas ha sido considerado insoportable para los vecinos y contribuye al deterioro del pavimento. Asimismo, también está la negativa a subirse a los monumentos y pasear sin camiseta por la parte antigua de la ciudad.

Grecia

Varis destinos de Grecia se encuentran con problemas causados por turismo excesivo, lo que ha obligado a las autoridades a implementar medidas para frenar la afluencia de visitantes y proteger a la población local y sus entornos. Entre los principales destinos que han tomado acciones se encentran Santorini y Atenas.

Santorini, conocida por sus impresionantes paisajes y puestas de sol, se ha desbordado ante el gran número de visitantes que recibe cada año y, por eso, ha limitado el número de pasajeros de cruceros que pueden llegar a sus puertos. En este sentido, en 2019 se estipuló que solo podrían acceder a la isla 8.000 turistas por día. Sin embargo, tampoco esto ha frenado la llegada de extranjeros: en 2023 atracaron 800 cruceros que con más de un millón de personas, un 20% más que en el año anterior, según las autoridades de Grecia.

En cuanto a Atenas, el año pasado se impuso que solo pudieran acceder a su Acrópolis un máximo de 20.000 visitantes diarios. Para ello, se establecieron límites de entrada variables por hora para evitar aglomeraciones en el yacimiento arqueológico en determinados momentos del día.

Nueva York

Desde septiembre de 2023, Nueva York aplica restricciones al alquiler vacacional a través de plataformas como Airbnb con el fin de aliviar la presión turística, que afecta a la crisis de vivienda. Sin embargo, la medida ha tenido cierto impacto negativo: los hoteles han incrementado sus precios a niveles récord. Y, pese al encarecimiento, la ciudad recibió 61,8 millones de turistas en 2023, una recuperación del 93% con respecto a los datos prepandemia.

La normativa de la ciudad busca controlar los alquileres a corto plazo y prohíbe el arrendamiento de apartamentos durante menos de 30 días siempre que no estén presentes los dueños. Si el propietario se encuentra en la vivienda y no hay más de dos visitantes, sí se permiten estancias cortas.

Esta medida se impuso en el momento en el que Nueva York ha experimentado la anulación de más de 10.000 habitaciones debido a la conversión de hoteles en albergues para migrantes. Esta combinación de factores ha incrementado la demanda hotelera, que ha llevado a un aumento en las tarifas y ha desplazado a turistas a otras áreas cercanas.

Alemania

En Alemania, las principales ciudades han implementado y ajustado sus regulaciones sobre alquileres turísticos para equilibrar la demanda y la necesidad de viviendas accesibles para los residentes. Berlín, Múnich y Stuttgart son algunas zonas que han apostado por establecer medidas.

La capital había prohibido el uso de Airbnb en 2014, pero en 2018 levantó esta prohibición bajo estrictas normas. Ahora, los anfitriones que deseen alquilar una propiedad entera a corto plazo deben obtener un permiso, mientras que las segundas residencias pueden arrendarse por un máximo de 90 días al año.

En Múnich, los alquileres a corto plazo de viviendas están limitados a ocho semanas al año. Más allá de este período, los anfitriones deben obtener un permiso. La ciudad también ha aprobado la retirada de autobuses turísticos de los centros históricos y ha creado incentivos para fomentar el alojamiento en barrios menos populares.

En Stuttgart, los anfitriones pueden alquilar más de la mitad de su propiedad a corto plazo sin necesidad de un permiso, pero solo diez semanas por año. Este límite busca equilibrar la oferta de arrendamientos turísticos con la disponibilidad de viviendas permanentes para los residentes.

Japón

Japón ha sido un país pionero en la implementación de medidas estrictas para gestionar el turismo y mitigar sus impactos negativos. En 2018, eliminó casi toda la oferta en Airbnb que no cumplían con una ley que obliga a los propietarios a estar registrados ante las autoridades niponas. En pocos días, la web pasó de contar con 62.000 anuncios a 13.800.

En Shibuya, un barrio de moda en Tokio, han restringido el ocio nocturno debido al ruido y el mal comportamiento de algunos turistas y jóvenes. Por su parte, las islas japonesas, sobre todo las remotas en la prefectura de Okinawa, han impuesto un impuesto de entrada a los viajeros para gestionar mejor la afluencia y proteger los recursos.

En Fujikawaguchiko, una ciudad central de Japón, se han instalado lonas y barreras para bloquear una fotogénica vista del Monte Fuji. Esta medida fue tomada para evitar que los turistas se agolparan en la zona, puesto que obstaculizaban el tráfico y causaban problemas de seguridad.

En Kioto, el barrio de Gion ha prohibido el acceso a ciertas calles debido al acoso de turistas a las geishas y maikos (aprendices de geisha). La excesiva congestión en este histórico área llevó a la asociación de vecinos a restringir la entrada de visitantes, con la advertencia de multas de hasta 10.000 yenes (unos 58 euros).

Pero el turismo en este país también ha superado sus propias cifras y el año pasado recibió 25 millones de turistas, el 80% de su récord prepandemia en 2019, cuando se produjo el récord histórico de turistas que viajaron a Japón.

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