Así debes proteger tu piel en verano si llevas puesto un sensor de glucosa

La diabetes en España (y en el mundo entero) es una enfermedad muy prevalente, a la que se 'eleva' a la categoría de pandemia, puesto que afecta a casi el 15 por ciento de la población. Afortunadamente, y en paralelo a su evolución, se van creando soluciones terapéuticas que mejoran el manejo de la enfermedad y proporcionan mayor calidad de vida a quienes la padecen.

Nuevas insulinas cada vez más eficaces, bombas que proporcionan la cantidad necesaria de insulina tras las comidas, medidores capilares precisos, guías de alimentación certeras y productos alimenticios sin azúcar, cada vez más numerosos… Hoy ponemos el foco en los sensores de glucosa, una herramienta que ha traído un mejor control de la enfermedad, y que ya usan muchos pacientes.

Además de explicar en qué consisten estos sensores, de qué manera facilitan la vida y la calidad de ésta a los pacientes, y cómo se colocan en el brazo, vamos a centrarnos en los cuidados que necesita la piel en torno a ellos, especialmente con los rigores del verano, el sudor, las cremas y todo lo que tiene que ver con esta época del año.

Qué son los sensores de glucosa y cómo funcionan

Probablemente, ahora que hace calor y que vestimos de manera más ligera, hayas observado por la calle que hay personas que llevan en la parte posterior del brazo un 'disco' blanco que sobresale de la piel. Los hay de diferentes formatos y marcas, pero todos ellos son sensores de glucosa y tienen el mismo fin.

Un sensor de glucosa va adherido a la piel (se coloca mediante un pinchador a presión), y su objetivo es monitorizar los niveles de azúcar en sangre, de forma constante, para que el paciente pueda tomar decisiones en función de esos valores. Es decir, proporcionan la información necesaria para llevar a cabo un mejor control de la diabetes.

Estas valiosas herramientas pueden ir conectadas o no a una bomba de insulina, el aparato que contiene un reservorio de insulina y que va dosificándola al organismo en función de las necesidades de cada día. Los sensores miden el azúcar en sangre, la glucosa llamada intersticial (no capilar), de manera continua.

Se da la circunstancia también de que hay muchas personas que se colocan el sensor de glucosa aún sin tener diabetes, por conocer cómo responde su cuerpo a las ingestas de comida, qué picos de glucemia hace y cuánto tarda en bajar. Con esta información pueden ir modificando la dieta, el ejercicio, y todo lo que tiene que ver con su estilo de vida.

¿Cada cuánto tiempo debo cambiar el sensor de glucosa?

El sensor, que se coloca en la parte posterior superior del brazo y nos da las cifras de glucosa durante las 24 horas del día, debe cambiarse cada una o dos semanas aproximadamente, aunque dependerá del fabricante. Este monitor puede usarlo la población adulta con diabetes Mellitus, puesto que proporciona una información fundamental para mantener el control de las cifras, y aproximarlas lo más posible a la 'normalidad'. Eso sí, debe ir calibrándose con glucemias capilares para comprobar que los resultados son correctos.

En el caso de que coloquemos el sensor y se produzca sangrado, debemos apretar durante unos segundos para cortarlo. Si aún así no cesa, lo más aconsejable siempre es retirar ese sensor y colocar uno nuevo para que sus datos sean exactos y no se pueda infectar la herida que ha provocado.

Así debes cuidar tu piel en verano si llevas puestos un sensor

Con el objetivo de evitar el abandono en el uso de estos dispositivos tan necesarios en los pacientes con diabetes, el doctor Pedro Pinés, especialista del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Área Integrada de Albacete alerta sobre la necesidad de llevar a cabo unos cuidados básicos en la piel que rodea el sensor, para evitar el desánimo ante eventuales problemas 'técnicos'. El uso sistemático de estos pequeños aparatos ha provocado un aumento de lesiones dermatológicas como dermatitis de contacto, erupciones cutáneas y edema.

Y es que tanto el aumento de la sudoración, como la piel mojada tras los baños de verano (los sensores se pueden sumergir sin problema en agua) así como el uso (y abuso) de cremas y aceites para revertir la sequedad cutánea hacen necesario conocer una serie de precauciones para conseguir que el sensor de glucosa nos dé todo lo que le pedimos, y nos lo dé con las cifras correctas.

Aparte de que existe la posibilidad de que sobre una piel mal preparada, los resultados no sean los correctos, también podemos provocar sobre ella una serie de irritaciones cutáneas indeseables. Por ello, desde Abbot nos aconsejan en primer lugar incorporar a la rutina de higiene e hidratación jabones y aceites que respeten el manto lipídico cutáneo de forma habitual. Lo mismo deberíamos aplicar en el caso de las cremas, que deben estar libres de cualquier tipo de fragancia extra.

En el caso de los sistemas de monitorización de glucosa es imprescindible lavar, limpiar y secar la piel de la zona del brazo sin dejar residuos aceitosos antes de proceder a la colocación del sensor. La piel donde va colocado el dispositivo debe estar absolutamente seca. En verano resulta especialmente importante dar espacio al dispositivo para evitar engancharlo, utilizando ropa holgada y ligera.

Precauciones previas a la colocación del sensor

Desde la Sociedad Española de Diabetes (SED) consideran que es importante la realización de una historia dermatológica del paciente antes de 'recetarle' estos sensores, con el objetivo de detectar posibles reacciones cutáneas. Y es que los productos que el paciente usa en su vida cotidiana pueden contener alérgenos. Este paso se ve dificultado por la falta de información detallada por parte de los fabricantes de dispositivos acerca de la composición de los mismos.

Debemos tener en cuenta que la diabetes por sí misma es capaz de generar cambios en la piel como son una mayor sequedad (xerosis) o una sudoración más elevada. El especialista, antes de colocar un sensor, debe estudiar el estado de hidratación y la higiene de la piel, así como los productos utilizados.

Cómo cuidar la piel cuando ya tengo puesto el sensor

La fricción, la presión y la oclusión prolongada del sensor sobre el brazo puede aumentar los tiempos de exposición a factores irritantes. Por ello se hace especialmente necesaria la profilaxis correcta de la piel. El lugar en el que se coloque el dispositivo debe estar libre de lesiones previas, puesto que una piel lesionada es más permeable a los alérgenos de los dispositivos. Esta circunstancia puede provocar la sensibilización y el desarrollo de una reacción alérgica.

Sucede también que, a veces, las reacciones de la piel están relacionadas con el antiséptico utilizado para desinfectar la zona antes de la inserción (clorehixidina, por ejemplo). La consulta con el especialista en estos casos es fundamental para buscar alternativas.

En el caso de que haya que retirar el dispositivo, porque ha llegado al final de su vida útil o porque ha sucedido una incidencia, hay que ser respetuosos con la piel, evitando tirar, y humedeciendo bien el adhesivo con agua. También existen productos específicos para la retirada de adhesivos que evitarán la aparición de lesiones por fricción.

Cuando hemos retirado el sensor, debemos seguir cuidando la zona. Especialmente importante es evitar repetir la colocación del dispositivo en la misma zona durante al menos 30 días, para permitir la correcta recuperación. Mientras se restablece, debemos mantener la higiene y la hidratación para evitar la aparición de posibles complicaciones.

Para finalizar, es habitual el uso de adhesivos como apósitos impermeables para fijar el dispositivo y evitar retiradas accidentales. Aunque solucionan el problema de la sujeción, empeoran otros como el aumento de la superficie de oclusión durante el tiempo de vida del dispositivo. En estos casos, el profesional de la salud nos dará las pautas concretas para nuestro tipo de piel.

Referencias

R. Alcalá. Cuidados de la piel para la prevención y tratamiento de lesiones asociadas al uso de tecnología en diabetes. Revista Diabetes. Consultado on line en https://www.revistadiabetes.org/complicaciones/cuidados-de-la-piel-para-la-prevencion-y-tratamiento-de-lesiones-asociadas-al-uso-de-tecnologia-en-diabetes/ el 2 de agosto de 2024.

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