Desde el día uno de diciembre había gente haciendo cola junto al Teatro Real de Madrid para poder acceder al salón de loterías este 22 de diciembre, día del Sorteo Especial de Navidad, más conocido como El Gordo, que organiza Loterías y Apuestas del Estado.
Y aunque no es lo normal, cerca de dos centenares de personas llevaban más de dos días haciendo cola, con un frío de varios grados bajo cero, y muchos más aún que habían pasado a la intemperie más de 24 horas.
Es comprensible que por tanto, los que se quedaron sin butaca al llenarse al aforo mostraran pena, decepción e indignación por no haber podido entrar a ver cantar a los Niños de San Ildefonso.
Y es que en pleno siglo XXI el sistema para presenciar el sorteo parece de otros tiempos: simplemente hacer cola. Pudiendo sortear las plazas, hacer una cola digital o cualquier otro sistema que no implique tener a personas pasando penurias, el sistema sigue siendo el de que el primero que llega, entra.
Pero así hay gente que habiéndose esforzado, se queda con la ilusión fuera. 20minutos.es fue testigo de las lágrimas, la pena, la frustración y la indignación de cientos de personas a las que se les cerró la puerta en las narices.
"Repartimos la suerte", decían Andrea y Sara, de Medina del Campo, Valladolid, que llevaban desde las siete de la tarde del sábado haciendo cola. "Llevamos toda la vida viendo la tele desde las ocho de la mañana, que mínimo que verlo en directo algún año". Habían pasado "tres días" haciendo su disfraz de calendario y de San Pancracio.
Se quedaron a unas pocas personas de entrar. Les preguntamos cómo se sienten, pero no pueden hablar. Lloran y se alejan quitándose el disfraz. Detrás de ellas, un señor jubilado es el segundo año que se queda a menos de un par de metros de la puerta. A su edad es muy duro pasar la noche aterido de frío en la calle.
Sí puede hablar una mujer que lleva desde "las ocho de la noche de ayer". Vienen de Pamplona, aunque su origen está en Ecuador. Ella, la madre, lleva 25 años en España, su hija nació aquí. "Es la primera vez que venimos, teníamos mucha ilusión. Vale la pena sacrificarse", decía. Viene con su hija de 10 años, han tirado de manta y esterilla para pasar la noche en la dura acera de granito. Se quedan a muy poco de entrar. La madre está indignada y expresa lo que muchos más detrás de ella piensan.
"Son muy sinvergüenzas", nos dice. "Hemos estado toda noche, vigilando para que no se colaran y se han colado más de cien personas", dice. Y es que Apuestas y Loterías no interviene en esta cola, ni la organiza, ni la vigila y de ahí su queja. "¿Los organizadores dónde están? Venimos de lejos, con mucha ilusión, ¿para que nos dejen en la puerta?".
"No se dan cuenta de la gente que estamos aquí, no puede ser. Si ellos viven es porque nosotros gastamos en los décimos", se quejaba la mujer, que sentenciaba: "No vuelvo más".