Una familia de okupas denuncia a la dueña de la casa por colarse en ella: "Fue tal la rabia que sentí que me metí"

Pilar, una mujer de Mos (Pontevedra), lleva un año y medio viviendo una pesadilla con los okupas que habitan en su casa. Todo comenzó en septiembre de 2023, cuando esta mujer y su marido decidieron alojar temporalmente a la familia de un amigo del colegio de su hijo. "Le pidió que le echara una mano porque estaban en una situación muy difícil, que se quedaron sin casa", ha contado Pilar en declaraciones a la agencia EFE.

Sin embargo, lo que iba a ser un alojamiento temporal se ha convertido en una "okupación de un año y medio", en la que, según añade esta mujer, ella y su marido están corriendo con todos los gastos.

"En el momento en el que le pedimos, ya de malas maneras, que se marcharan, pues hicieron lo que hacen los malos pagadores, te dejan de hablar. Me bloquearon", ha agregado Pilar, que también ha indicado que en cuanto se enteró de que los okupas de su casa eran en realidad unos estafadores profesionales que han ido dejando 'pufos' a su paso por distintos lugares, decidió colarse en la vivienda, aprovechando un descuido por parte de ellos.

"Vi la ventana abierta, y fue tal la rabia que sentí que me metí dentro; mi marido se quedó negro porque decía que me iba a meter un lío", dice.

El asunto está judicializado, según informa EFE, porque Pilar ha denunciado a los okupas, y también la familia okupa ha denunciado a Pilar. "Los agentes me dijeron que ellos no pueden hacer nada y que los okupas me pueden denunciar, pero me da igual. Esto es la guerra", ha comentado en declaraciones a El Debate.

Una vez dentro de la vivienda, se la encontró "en un estado deplorable, lleno de jaulas con pájaros, ratones muertos y restos de comida en medio de un desorden y un caos terrible, acompañados de un olor muy penetrante", ha descrito.

Aunque su intención era quedarse en la casa, el olor y la suciedad le parecieron "insoportables", por lo que decidió retirarse a su coche, donde ha decidido iniciar una huelga de hambre hasta que los okupas decidan marcharse y devolverles la vivienda. "Fue un acto de caridad, de buena fe, y me parece que esto es un abuso. Una cosa son gente vulnerable y otra son estos jetas; la ley tiene que distinguir entre estos dos tipos de personajes", ha defendido la mujer.

"En el momento en el que se vayan yo dejo la huelga de hambre. Mi vida está en sus manos", concluye Pilar.

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