La hora de la cena puede tener un impacto significativo en nuestra salud y longevidad. Los horarios de las comidas, en particular por la noche, influyen en el metabolismo, el sueño y, en última instancia, en la esperanza de vida. Tradicionalmente, en países como España, las cenas suelen ser tardías, pero ¿es esto lo más saludable?
Según un estudio realizado por Valter Longo, director del Instituto de Longevidad de la Universidad del Sur de California, y recogido por la revista GQ, el momento en el que cenamos afecta de forma directa a los ritmos circadianos del cuerpo. Estos ritmos, que operan en ciclos de alrededor de 24 horas, regulan funciones como el sueño, la digestión y la liberación de hormonas.
Longo y su equipo concluyen que lo ideal es cenar al menos tres horas antes de acostarse para evitar interferencias con estos ritmos. Por ejemplo, si alguien se acuesta a medianoche, la cena debería terminar a las 21:00 horas como muy tarde. Este hábito ayuda a sincronizar los procesos metabólicos con el ritmo biológico natural, lo que puede favorecer un mejor descanso y la quema más eficiente de calorías.
El artículo también resalta que Longo ha observado patrones comunes entre las personas centenarias: muchas de ellas cenan temprano y mantienen un ayuno nocturno de 12 horas. Este intervalo de tiempo sin comer permite que el cuerpo active procesos metabólicos que favorecen la salud celular y reducen el riesgo de enfermedades crónicas.
Otro aspecto relevante es la relación entre los horarios de la cena y la digestión. Según Adam Collins, profesor asociado de nutrición en la Universidad de Surrey, cenar tarde puede aumentar el riesgo de acumulación de grasa y dificultar el sueño, ya que el cuerpo interpreta la ingesta de alimentos como una señal para mantenerse activo. Collins también sugiere que, aunque lo ideal sería consumir la mayor parte de las calorías durante las primeras horas del día, no siempre es una práctica viable debido a las demandas de la vida moderna.
En España, donde la cena suele ser más tardía en comparación con otros países, la costumbre podría tener un impacto en la salud. Aunque forma parte de la vida social y cultural, algunos expertos, como el neurólogo Conrado Estol, recomiendan adelantar la cena incluso hasta las 18:00 para mejorar la digestión y reducir el riesgo de enfermedades metabólicas. Según el experto, el sistema digestivo no está diseñado para procesar alimentos durante las últimas horas del día, lo que puede provocar problemas como reflujo ácido y mala calidad del sueño.
Por otro lado, Longo también propone un enfoque nutricional complementario para potenciar los beneficios de cenar temprano: la dieta pescatariana. Este régimen se basa en el consumo de pescado varias veces por semana, junto con alimentos típicos de la dieta mediterránea, como verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos y aceite de oliva. En combinación con el ayuno nocturno, esta estrategia podría aumentar la esperanza de vida en hasta una década.
Sin embargo, ajustar los horarios de la cena puede ser complicado en contextos laborales y culturales como el español. A pesar de ello, los expertos coinciden en que pequeñas modificaciones en los hábitos, como evitar comidas pesadas y picar alimentos poco saludables antes de acostarse, pueden tener un impacto positivo en la salud.
