Así se produjo el accidente del monte Oiz, una enorme tragedia aérea a las puertas de Bilbao que hoy cumple 40 años

El monte Oiz es una de las más míticas cumbres del territorio histórico de Vizcaya. Con 1.026,40 metros de altura, se le conoce popularmente como "el mirador de Vizcaya". Desde su cima se puede ver el Urdaibai, el puerto de Bilbao o las cumbres del Pirineo occidental, con Larraun al frente. Es lo que en "términos vascos" llaman ver el infinito.

Sin embargo, la luz de esta montaña lleva opacada en la memoria de muchos vascos desde 1985. El 19 de febrero de aquel año un avión que iba a aterrizar en el aeropuerto de Bilbao se estrelló en el monte Oiz. Murieron 148 personas y no hubo supervivientes. Es el cuarto accidente aéreo más grave registrado en España tras los de Los Rodeos en 1977 (583 muertos); Barajas, en 1983 (181 víctimas); y de nuevo, Barajas en 2008 (154 fallecidos).

La privilegiada situación del monte Oiz lo había convertido ya entonces, hace 40 años, en un punto importante de comunicaciones. De hecho, en su cima se sitúan cinco grandes torres de enlace y comunicación de radio, televisión, telefonía y control. También allí arriba estaba ubicada una antena de Euskal Irrati Telebista; una de 50 metros de altura, en una cota de 1.000 metros.

09:35, llegada prevista a Bilbao

El 19 de febrero de 1985 era martes de carnaval de 1985. Ese día, el vuelo 610 de la compañía Iberia hacía el recorrido Madrid-Bilbao. El avión, un Boeing 727 llamado "Alhambra de Granada", había sido fabricado en 1979, tenía cinco años y nueve meses de antigüedad. El 610 de Iberia era un vuelo doméstico regular de pasajeros.

La aeronave despegó de Barajas a las 08:47 y tenía prevista su llegada al aeropuerto de Bilbao-Sondika a las 09:35. El aparato estaba a 7.000 pies de altitud (unos 2.100 m) de altitud cuando inició la maniobra de aproximación. A las 09:22 de la mañana se registró la última comunicación entre la torre de control y la aeronave.

Minutos después, la parte izquierda del morro del Boeing chocó contra la antena de la ETB. Fue suficiente para desviar el avión, que voló fuera de control a lo largo de un kilómetro. Se desprendió el ala izquierda y el aparato se estrelló contra el monte, explotando sus motores. La aeronave se deslizó 250 metros por la ladera norte de la montaña, llevándose por delante decenas de pinos uno tras otro.

Por qué chocó el avión con esa antena

"Posteriormente, tras los sucesivos impactos en la zona de la ladera noroeste del monte Oiz, cubierta de pinos, se produjo la destrucción total de la aeronave", que terminó en una vaguada, describe el informe de la Comisión de Investigación de Accidentes de Aviación Civil (CIAIAC).

Fallecieron los 141 pasajeros y los siete miembros de la tripulación. Es el peor accidente de la historia de Iberia. De la violencia del choque da idea el hecho de que solo un cadáver quedó íntegro y porque viajaba en un ataúd en la bodega. Los cuerpos de los pasajeros, rotos, quedaron desmembrados y diseminados por la ladera del monte Oiz en dos kilómetros a la redonda.

La investigación de Aviación Civil concluyó que un error de la tripulación en la lectura del altímetro y una incorrecta interpretación de los avisos hicieron que el avión volara por debajo de la altitud de seguridad y chocara. El sistema de alerta suena a 900 pies por encima de la altitud seleccionada (aviso de aproximación) y a 300 pies por debajo de la misma (aviso de desviación). Todo indica que la tripulación malinterpretó la alerta, pensando que era el aviso de aproximación, de modo que continuó con el descenso.

Además, la antena de la ETB no aparecía en la carta aeronáutica. Por si fuera poco, la mañana del siniestro había mala visibilidad en Sondika por bruma y nubosidad de tipo bajo.

Un rosario de restos humanos y el silencio

"Te quedas quieto. ¿Qué es esto? Ves todo aquello esparcido, incluso en los árboles había restos de cuerpos y dices: Esto es peor que la guerra", recuerda Txema Pérez de Albeniz, en declaraciones al diario Deia. En 1985 era tenía 25 años y acudió como voluntario de Cruz Roja.

Algo parecido sintió Alberto Martín, fotógrafo de EFE: "Nada me ha impactado tanto y eso que he cubierto atentados y también el accidente de Spanair en Madrid, donde hicimos las fotos a mucha distancia". Martín recuerda ese cruel rosario formado por restos humanos, ropa, maletas y zapatos, y el silencio: "Íbamos llegando periodistas, policías y autoridades y nadie era capaz de articular palabra. Ni el lehendakari José Antonio Ardanza pudo hacerlo al asomarse".

El fotógrafo llegó a tomar la foto de la mano de una de las víctimas con los dedos cruzados y pensó: "Llegaron a intuir que algo iba mal". La agencia decidió publicar "imágenes más generales, obviando otras cercanas de los restos las víctimas". Martín reconoce que se escondió detrás de la cámara "para que aquel caos, de hierros y víctimas no me afectara".

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