El queso es uno de los productos gastronómicos más apreciados de nuestro país, que cuenta con una enorme diversidad de ellos y varias zonas geográficas concretas con denominaciones de origen de reputación internacional. Figura, además, en la mayoría de las recomendaciones de dietas saludables.
Sin embargo, como sucede a menudo, la clave para aprovechar al máximo los beneficios que el queso puede tener para nuestra salud está en la moderación. El queso tiene propiedades nutricionales interesantes, pero también puede contribuir a consumir excesos de componentes perjudiciales como la grasa saturada.
Efectos contradictorios
Según explica en un artículo publicado en el medio de divulgación The Harvard Gazette (editado por la Universidad de Harvard en Estados Unidos) el nutricionista de la Escuela Chan de Harvard Walter C. Willett, en cierto sentido el queso se encuentra en mitad del espectro en términos de beneficios para nuestra salud.
Por una parte, es cierto que tiene un valor nutricional alto, incluyendo una concentración elevada de calcio (a pesar de que, advierte este experto, las recomendaciones sobre el consumo de calcio tienden a resultar excesivas), proteínas, fósforo y vitaminas A y B12. Por otra, no obstante, resalta también la Escuela T.H. Chan de Harvard, contiene una alta cantidad de grasas saturadas y colesterol (como sucede con otros lácteos) así como, en muchos casos, en sodio.
De hecho, sigue existiendo debate acerca del impacto preciso del queso en la salud. Por ejemplo, cita el medio, existen estudios que sugieren que las grasas presentes en el queso podrían tener un efecto menos dañino que las presentes en otros alimentos de origen animal como la carne roja, quizás en parte gracias a las bacterias implicadas en la fabricación del queso. Esta teoría, no obstante, todavía no está respaldada por un gran volumen de evidencia y podría limitarse a ciertos quesos fabricados con elementos probióticos.
Claves para incluir el queso en nuestra dieta
Sea como sea, en general existe consenso en dos cuestiones: por una parte, que el consumo de queso puede ser saludable cuando es moderado y que (sobre todo en sus versiones con menor contenido graso) representa una alternativa preferible a otras fuentes de proteína animal como la carne roja. En este último sentido, la institución americana menciona que existe evidencia de que sustituir cierta cantidad de carne roja cada día con queso bajo en grasa se asocia a una modesta reducción en el riesgo de enfermedades cardiovasculares como ictus o infarto.
Por otro lado, los expertos hacen hincapié en que también hay que considerar el resto de alimentos que acompañan la ingesta de queso a la hora de analizar su impacto en nuestra salud. No es lo mismo comer mucho queso en pizzas o hamburguesas que por sí solo o acompañado de frutas y frutos secos. Teniendo esto en cuenta, recuerdan que el queso puede formar parte de una dieta saludable, pero preferentemente en cantidades moderadas y como sustituto de alimentos menos sanos.
Finalmente, no debemos olvidar que la producción de productos lácteos tiene un importante coste ecológico en términos de gasto de recursos naturales, de exigencias de área y de agua y de emisiones de gases de efecto invernadero, lo que sólo supone una razón más para ser comedidos con su consumo.
Referencias
Walter C. Willett. Is cheese bad for you? The Harvard Gazette (2024). Consultado online en https://news.harvard.edu/gazette/story/2024/11/is-cheese-bad-for-you/ el 19 de noviembre de 2024.
Harvard T.H. Chan School of Public Health - The Nutrition Source. Cheese. Consultado online en https://nutritionsource.hsph.harvard.edu/cheese/ el 19 de noviembr de 2024.
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