Si quieres hacer creer que las ballenas son animales de compañía, llama a Pedro Sánchez

Pedro Sánchez vive al borde del precipicio con la misma naturalidad con la que Kilian Jornet corre desbocado por montañas de ocho mil metros sin cansarse más de lo debido. Se siente cómodo en las situaciones in extremis en las que otros andaríamos asfixiados. Por eso, cada vez que se siente atrapado por uno de sus súbitos cambios de opinión, lanza un órdago y allá que vamos los demás detrás del último señuelo que nos lance, aunque sea algo tan delirante como que luchará contra los ricos que viajan en Lamborghini.

Lo vimos cuando juró que jamás pactaría por Podemos y pactó con ellos; cuando dijo que jamás negociaría con Bildu y ahora son sus socios parlamentarios y cuando prometió que traería a Puigdemont ante la justicia española y luego le concedió los indultos y la amnistía y lo convirtió en su aliado a cambio de sus siete votos en el Congreso. Y así una y otra vez en un bucle infinito que nunca para. Primero dice una cosa. Luego afirma la contraria. Y los suyos le apoyan diga lo que diga.

Este otoño que arranca, el reto es aún mayor. De momento, ya ha dicho ante sus enfervorecidos compañeros del Comité Federal que piensa gobernar “con o sin el concurso legislativo” (o sea, sin contar con el Parlamento), seguramente sin Presupuestos y dispuesto a lograr que su propio partido acepte que su pacto con Esquerra para concederle más dinero y la soberanía fiscal a Cataluña es un acuerdo razonable cuando no deja de ser más que la penúltima concesión a los independentistas a cambio de poder seguir en la Moncloa y ahora también en la Presidencia de la Generalitat.

Sin querer hacer de Nostradamus de tres al cuarto, os lo anticipo: si alguien es capaz de convencer a los suyos de que semejante engendro reaccionario es un acuerdo megaprogresista, ese no puede ser otro que Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno ha logrado tal grado de adhesión inquebrantable a su liderazgo que sería capaz de convencerles de que las ballenas y las orcas son unos excelentes animales de compañía.

Y si aun así hay alguien en la organización que disiente porque no le casan sus cesiones con el discurso socialdemócrata, se le acusa de haberse quedado anclado en el pasado o en algún rencor no justificado y punto final. Ya no se habla más. Que si no, es que le estás haciendo el juego a la derecha y quizás ya no salgas más en la foto que quieres. ¿Entendido? Pues eso.

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