Rusia provocaría una catástrofe en Kiev si destruye su presa: "Mataría a miles de civiles y liberaría residuos nucleares de Chernóbil"

Un misil ruso alcanzó este lunes la presa de Kiev y ha puesto en alerta a las autoridades ucranianas, que temen que Vladimir Putin pueda repetir una catástrofe similar a la provocada el año pasado con la voladura de la presa de Kajovka, aunque en esta ocasión las consecuencias serían de proporciones mayúsculas, tanto en términos medioambientales como de potenciales víctimas mortales.

La presa de Kiev es más pequeña que la de Kajovka y alberga una reserva de agua considerablemente menor, pero su destrucción sería mucho más peligrosa porque se encuentra en un lugar crítico, a las puertas de la capital ucraniana, la mayor ciudad del país, en la que residen casi tres millones de personas.

"La presa de Kiev contiene 3.700 millones de toneladas de agua y está situada aguas arriba de Kiev, por lo que una rotura de la presa mataría a miles de civiles en Kiev y en las ciudades cercanas", ha alertado Sergej Sumlenny, fundador del European Resilience Initiative Center, un think tank alemán especializado en la geopolítica de Europa del Este.

Lo cierto es que una hipotética voladura de la presa inundaría en poco tiempo amplias áreas de la capital ucraniana, ya que el embalse se encuentra a solo 10 km de su centro histórico. Es más, algunos suburbios están todavía más cerca, como es el caso de la ciudad dormitorio de Vyshgorod, cuyos 28.000 habitantes duermen prácticamente debajo de la presa.

Esa cercanía a un área tan densamente poblada obligaría a evacuar a cientos de miles de personas de forma urgente si se produjera el colapso y el número de víctimas mortales podría multiplicar el de Kajovka.

Cuando fue destruido aquel embalse, el 6 de junio del año pasado, fueron evacuadas en torno a 50.000 personas en ambas riberas del Dniéper y se calcula que hubo cerca de 60 muertos, una cifra relativamente baja teniendo en cuenta la magnitud del desastre. Pero Kajovka se encontraba en una región de Jersón mucho menos poblada que Kiev y, además, devastada por la guerra y partida por la línea de frente, con el ejército ucraniano al oeste del Dniéper y el ruso atrincherado en la ribera oriental: la mayoría de la población civil ya había huido de la zona mucho antes de que el embalse fuera destruido, lo que, sin duda, evitó una catástrofe mayor. Kiev, en cambio, es una ciudad alejada del frente y que, a pesar de la guerra, ha logrado mantener su población.

La radiactividad de Chernóbil, un peligro añadido

La voladura de la presa de Kiev entraña, además, un peligro oculto: los residuos radiactivos que dejó el accidente nuclear de Chernóbil de 1986. Aparte del Dniéper, uno de los ríos que alimentan ese embalse es el Pripiat, que pasa junto a la fatídica central nuclear y atraviesa toda la zona de exclusión creada tras el accidente.

El río Pripiat recogió altas dosis de contaminación radiactiva tras la explosión del reactor 4 de Chernóbil y desde entonces la ha estado vertiendo directamente en el embalse, conocido como Mar de Kiev. Actualmente, el río sigue arrastrando sedimentos radiactivos, que a lo largo de los años se han ido acumulando en el fondo del pantano.

Los científicos han comprobado que el limo del fondo del embalse contiene una alta concentración de cesio-137, un peligroso isótopo radiactivo, y ha habido incluso proyectos para drenar el pantano y limpiar los sedimentos, aunque se han descartado por su elevado coste. Si la presa es destruida, todo ese limo radiactivo acumulado se liberaría provocando un desastre medioambiental irreversible.

Temor a una reacción en cadena

La presa de Kiev es, además, la primera de las seis construidas durante la época soviética para regular el curso del Dniéper en Ucrania, un sistema de represas que ya entonces generó dudas sobre su seguridad debido a la cercanía entre los embalses, que prácticamente están enlazados unos con otros, convirtiendo al Dniéper en seis grandes lagos artificiales a su paso por Ucrania.

Al ser la presa superior, existe el temor a que su colapso pueda provocar una reacción en cadena que afecte al resto de presas, situadas en la cuenca baja del Dniéper. Los 3,7 km³ de agua embalsada en el Mar de Kiev fluirían rápidamente río abajo e impactarían en la siguiente presa, la de Kaniv, que se vería muy tensionada y forzada a abrir sus compuertas, afectando así sucesivamente al resto de embalses.

Las inundaciones podrían, por lo tanto, afectar a toda la cuenca del Dniéper hasta el mar Negro, obligando a realizar evacuaciones masivas en otras grandes ciudades como Dnipropetrovsk, Zaporiyia o Kremenchuk.

El temor a una reacción en cadena es otro riesgo añadido que no existía con la presa de Kajovka, ya que era la última del séxtuple sistema de represas y se encontraba cerca de la desembocadura del Dniéper en el mar Negro.

"Deberíamos echar un vistazo a la presa de Kiev"

Volar la presa de Kiev es una posibilidad que ya ha pasado por la cabeza de los propagandistas del Kremlin. Justo después de la destrucción de Kajovka, en junio de 2023, el ex teniente general del ejército ruso Evgeny Buzhinsky hablaba abiertamente de ello en el principal canal de la televisión pública rusa.

"Tal vez deberíamos echar un vistazo a la central hidroeléctrica de Kiev. Allí hay un hermoso depósito de agua, solo un poco más arriba de Kiev. Hay casi 4 kilómetros cúbicos de agua. Yo pensaría en ello", exponía este popular analista militar cercano a Putin. "Simplemente para enseñarles algo", respondía cuando el presentador le preguntaba por la razón de un hipotético ataque contra esa presa.

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