El presidente francés espera decidir "en 48 horas" el nombre del nuevo primer ministro, tal como ha insistido este martes en sus reuniones en el Elíseo con los diferentes partidos políticos, según adelanta Parisien. El líder galo ha dejado fuera de esa ronda tanto a la Francia Insumisa de Jean Luc Melénchon como a la Agrupación Nacional de Marine Le Pen. Tras el colapso del Gobierno de Michel Barnier, las formaciones de izquierdas le presionan para que se incline hacia ellos a la hora de decidir y el Ejecutivo "no dependa de la ultraderecha".
Antes de las reuniones, tanto los socialistas como los ecologistas dejaron claro que no eran "demasiado optimistas", pero que la lógica es que "ahora pruebe con la izquierda, porque ya ha probado con la derecha". Esa vía, la de Barnier, falló estrepitosamente, con el Gobierno más breve de la V República tras solamente 91 días en el poder. "Queremos un primer ministro de izquierdas y, por lo tanto, corresponde al presidente de la República explicarnos por qué habría de elegir a uno de derechas, como hizo la primera vez", aseveró el líder del PS, Olivier Faure. Tanto él como la jefa de los Verdes, Marine Tondelier, quieren que Macron tenga en cuenta que el Nuevo Frente Popular (NFP) es la fuerza mayoritaria en la Asamblea Nacional.
El Gobierno del conservador Barnier, que ya se aprobó con muchas dudas el pasado verano y apoyado en la ultraderecha, cayó después de que Barnier aprobara el pasado lunes el Presupuesto de Seguridad Social por decreto, a través del artículo 49.3 de la Constitución, y saltándose al Parlamento. No tenía apoyos para una votación, incluso pese a ceder ante RN en temas como la energía o las pensiones. Ese paso motivo que el NFP, fuerza mayoritaria de la Asamblea, presentase una moción de censura, a la que sumó los votos del partido de Le Pen.
El objetivo primero de Macron es que el nuevo Gobierno aguante al menos hasta el verano, que es la fecha límite para convocar nuevas elecciones legislativas. En cambio, por la cabeza del presidente no pasa la opción de dimitir, algo que sí le ha reclamado Francia Insumisa, aunque no ha encontrado en esta iniciativa ni los apoyos de la derecha radical.
Por lo pronto, Macron ha recibido duras críticas por parte de un Melénchon que se ha quedado fuera de las conversaciones y que avisa de la "desunión" de la izquierda, que está siendo, dice, "instrumentalizada" por el presidente. "Si el NFP se destruye porque nuestros socios se unen a Macron, sabemos lo que nos costará. Necesitamos que se mantenga unido", aseguró el veterano líder de la izquierda radical gala, que alerta además de que sin los suyos no hay un bloque fuerte ni un motivo firme para votar las opciones progresistas en el futuro.
"Nuestros aliados tienen miedo. Nosotros, en cambio, no tenemos miedo de estar en un momento histórico. ¿Se dan cuenta de la contrapartida de lo que están haciendo? Emmanuel Macron se aprovecha de ellos y gana puntos a cada hora que pasa", resumió un Melénchon que quiere que los suyos lideren el nuevo Gobierno, algo que parece casi imposible teniendo en cuenta los pasos que está dando el presidente. De hecho, Macron ya les cerró la puerta directamente tras las legislativas. Melénchon, con todo, dice que cualquier cosa que no sea pactar con ellos será "una vuelta al pasado".
Tampoco se ha sentado con Macron en el Elíseo el partido de Marine Le Pen. RN se ha quedado fuera de la ronda y su líder lo ve como "un desprecio" por parte del presidente, pero celebra que esto, a la vez, les sitúa "solos en la oposición". Esto para su formación sería una ventaja cualitativa sobre todo de cara a las presidenciales de 2027. Mientras, Francia sigue sumida en la incertidumbre... aunque quizá a final de semana haya algo más de claridad.