La historia de las belugas ucranianas rescatadas de la guerra: vinieron en avión y 'hablan' como delfines

Viajaron por tierra y aire a lo largo de 4.000 kilómetros, huyendo de la guerra para llegar a su nuevo hogar: el Oceanogràfic de Valencia. Plombir y Miranda, dos belugas de 15 y 14 años respectivamente, vivían en el delfinario NEMO de Járkov, Ucrania, una ciudad devastada por la guerra que soporta bombardeos frecuentes, hasta que un complejo operativo de más de medio centenar de especialistas las rescató del horror.

La petición llegó desde las instalaciones ucranianas: "la guerra ha provocado escasez de alimentos, energía y medicamentos y el acuario NEMO ha visto mermada su capacidad de garantizar el máximo cuidado de sus animales", afirmaba el director de Operaciones Zoológicas del Oceanogràfic de Valencia, Daniel García-Párraga.

Un viaje de 48 horas en camión y en avión

La evacuación de las belugas comenzó con un trayecto de 12 horas en camión desde Járkov hasta Odesa. Allí, los cuidadores ucranianos se reunieron con los equipos del Oceanogràfic, y tras un control veterinario, siguieron hasta la frontera con Moldavia.

Gracias a la colaboración de la Oficina de la Unión Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) lograron agilizar el paso fronterizo y reducir el tiempo de llagada al aeropuerto de Chisináu, en Moldavia, desde donde cogieron un avión especialmente fletado para las belugas. Junto a ellas, viajaron seis expertos internacionales en cuidado animal, que completaron el trayecto hasta Valencia después de cinco horas de vuelo.

"Mi corazón está con los cuidadores ucranianos y el pueblo de Járkov que tuvo que despedirse de Miranda y Plombir. No ha sido fácil, pero ha sido lo mejor para ellos. Estoy orgulloso de haber contribuido a ayudarlos", declaraba Dennis Christen, director senior de bienestar y comportamiento animal de Georgia Aquarium.

Un peculiar 'acento' de delfín

Con la intención de que se relacionaran con otras de su especie, los especialistas del Oceanografic instalaron a las belugas en piscinas colindantes a las que ya estaban en Valencia, sin embargo, lo que muy pronto notaron los cuidadores es que Plombir y Miranda no hablaban como Yulka y Kylu.

Nacía entonces el estudio de Audra Ames, investigadora en bioacústica del Oceanografic: "Esperábamos que hicieran llamadas de contacto entre ellas y lo que encontramos fueron sonidos parecidos a los de los delfines", afirma la investigadora en una entrevista con El País.

Por su parte, Daniel García, director de operaciones zoológicas del Oceanografic achaca este acento tan diferente a que "desde pequeñitas habrán evolucionado como delfines, que es su familia de toda la vida". Así, las belugas ucranianas hablan algo parecido al delfino mientras que las criadas en España lo hacen en belugo.

Este descubrimiento confirma aún más la alta capacidad de las belugas de imitar y adaptarse. Sin embargo, por el momento el Oceanografic esperará un tiempo antes de que las cuatro belugas compartan espacio y observar así, como se comunican entre ellas.

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