La gripe es una infección provocada por el virus influenza que cada año nos vista entre diciembre y febrero en forma de epidemia. Esto quiere decir que durante un par de meses desde que los médicos observamos que los casos de gripe aumentan, una gran cantidad de personas se contagian de este virus. Y entre todos ellos, los niños, sobre todo los más pequeños, son el grupo de edad en donde se observa mayor incidencia.
Por suerte, la gripe suele dar lugar a un cuadro clínico leve, no tanto por su sintomatología, ya que el que la sufre suele pasar una semana en la cama con fiebre, sino porque en personas sanas, donde podemos incluir a la mayoría de los niños, no suele dar complicaciones.
Sin embargo, a diferencia de lo que la mayoría de la gente piensa, la gripe no es un catarro cualquiera, sobre todo porque la clínica que provoca, aunque de primeras podría parecer similar, no es exactamente igual, por lo que resulta interesante que los padres conozcan cómo es la gripe y cuándo deben consultar con el pediatra.
Sin duda alguna la fiebre es el síntoma principal de la gripe. Tal es así que es raro que los pediatras pensemos que un niño tiene gripe si no tiene fiebre. Además, la fiebre que provoca suele ser alta, que se repita cada cinco o seis horas y que tenga una duración de, a veces, hasta una semana.
Esa fiebre constante suele asociarse a gran malestar. Por ejemplo, con dolor de cabeza, que los niños más pequeños la manifestarán como irritabilidad, poco apetito y mialgias, es decir, dolor muscular, sobre todo en las piernas.
Y junto a estos síntomas aparece un poco de todo lo demás. Que si un poco de congestión y tos, algo de dolor de garganta y, en muchas ocasiones, hasta alguna deposición más blanda de lo habitual.
Como os estaréis dando cuenta, la gripe no tiene un cuadro clínico como el de un catarro, tanto por su duración como por los síntomas que provoca, ya que en un catarro lo que predominan son la tos y los mocos y la fiebre, si es que aparece, no suele ser tan duradera.
En cualquier caso, cuando los pediatras valoramos a un niño con sospecha de gripe o de un catarro, la exploración física suele ser normal, es decir, la auscultación está limpia y los oídos no están inflamados y, como mucho, podemos observar que la garganta está un poco roja o que tienen mocos en las vías altas.
Lo más habitual es que os digamos en ese momento que hay que esperar a que el niño supere la infección vigilando los consabidos signos de alerta: que le cueste respirar o que esté mucho más decaído de lo esperable para la infección que tiene o que la fiebre dure más de lo esperable.
Y aquí es donde surge la gran diferencia entre un catarro y la gripe. En los primeros lo normal es que en 2-3 días la fiebre se resuelva, aunque la tos y los mocos pueden durar hasta 2 o 3 semanas más, mientras que en la gripe la fiebre puede durar hasta una semana.
Mientras se espera la resolución del cuadro clínico es adecuado administrar un antitérmico al niño con el objetivo de que mejore el estado general, ya sea paracetamol o ibuprofeno. Lo esperable es que cuando se pase el efecto de esta medicación la fiebre vuelva a subir, pero podemos esperar a pedir cita con el pediatra siempre y cuando no aparezcan los mencionado signos de alarma o, por ejemplo, el niño se queje de dolor de oído, ya que en este caso podríamos pensar que tanto un catarro como la gripe se ha complicado con una otitis.
Por último, en la mayoría de los casos no se necesitan pruebas complementarías para diagnosticar a un niño de gripe, ya que la historia clínica y la exploración suelen ser suficientes para diagnosticar esta infección, sobre todo cuando sabemos que estamos en época de epidemia.
A pesar de ello, en la farmacia están disponibles test de antígenos para la gripe (cuestan unos 3 euros), lo que nos permitiría saber si un niño tiene gripe o la podemos descartar. No es que sea imprescindible realizarlos, pero nos ayudan en ocasiones a poner nombre a lo que sospechamos y hasta cierto punto nos podemos quedar más tranquilos sabiendo a ciencia cierta lo que tiene.
Pero, de nuevo, con test de antígeno o sin él, se trate de un catarro o de la gripe, en caso de signos de alarma debemos llevar a nuestros hijos al médico para descartar que esa fiebre y esos mocos no necesitan otro tipo de tratamiento.