Este miércoles tendrá lugar el primero de una larga lista de eventos convocados por el Gobierno para recordar el 50 aniversario de la muerte de Franco bajo el lema "España en libertad". La iniciativa ha sido criticada desde el PP por divisoria y algunos de sus dirigentes, incluso, la atribuyen a objetivos guerracivilistas entre españoles. Tan visceral rechazo muestra, sin embargo, que las heridas de la dictadura franquista y, sobre todo, de cómo salimos de ella no están bien cicatrizadas.
Alberto Núñez Feijóo ha querido huir del dramatismo de las dos Españas, que tan claramente le ubicaría en la de los vencedores, reduciendo a un "qué pereza" sus ataques al interés memorialista del Gobierno. Mientras, en Vox, donde se ensalza sin pudor al dictador y a sus años de opresión como un periodo de "prosperidad", aseguran que no acudirán a ninguno de los actos programados por utilizar la tragedia de "una guerra entre hermanos" como herramienta de distracción.
Nada nuevo en la actuación de una sobrada derecha que nunca asumió culpa ni responsabilidad alguna mientras el país se afanaba en romper los nudos del "atado y bien atado" franquista. Fue el PP de Rajoy quien dejó sin efecto la primera Ley de Memoria de 2007 y negó fondos para la búsqueda de fosas. También quien criticó en 2019 la exhumación de Franco por innecesaria y extemporánea. Todo lo que, aunque tarde, ha pretendido dignificar a las víctimas olvidadas y evitar la ofensiva honra pública a los verdugos se ha encontrado siempre con el rechazo del partido fundado por Manuel Fraga.
Que el Gobierno vaya a utilizar políticamente este año del aniversario de la muerte de Franco como un nuevo recordatorio de lo que hizo la derecha de este país resulta una obviedad pero, también, que si el PP se abrazase a la conmemoración esta perdería gran parte de su carga divisiva.
Franco no podrá reposar en su nefasto lugar en la historia, como otros dictadores del convulso siglo XX europeo, hasta que su herencia política deje de estar presente en nuestro escenario actual. Entretanto, el peligroso avance de la extrema derecha global hace, si cabe, más necesario que nunca utilizar su recuerdo como arma. Aunque, como tantas otras cosas, le dé pereza, señor Feijóo.