La temporada invernal podría decir adiós en España sin haber provocado olas de frío "por segundo año consecutivo", según las primeras previsiones del experto de Meteored, Samuel Biener, quien asegura que un tercer invierno con esta condición sería "insólito" y "preocupante".
Es cierto que algunas zonas del país han sufrido heladas y nevadas en esta época, sin embargo, ninguna situación ha llegado a considerarse una ola de frío. Pese a que una masa de aire extremadamente fría se acercaría esta semana a una gran parte de Europa, España lograría escaparse de las temperaturas más gélidas. De esta manera, se llegaría al 1 de marzo, día que comienza la primavera climatológica, sin ningún episodio extremo ni olas de frío.
"Lo que ha sucedido durante enero y febrero, así como en el periodo 2023-2024, es que no hemos tenido irrupciones potentes que hayan llegado a España. Los próximos días, el norte y el este de Europa se van a ver golpeados por una masa de aire ártica muy fría, pero esta no va a poder avanzar mucho debido a la entrada de borrascas muy profundas por el Atlántico, que lo que harán será impulsar una masa de aire templado", asegura Biener a 20minutos.
De esta manera, explica el experto, 2025 se despediría de la opción de sufrir temperaturas bajas extremas, al igual que ha ocurrido en los últimos años, a excepción de algunos sucesos como Filomena en 2021. "Estos episodios fríos son menos habituales en España y, además, son menos intensos. Lo que estamos viendo es que las temperaturas extremadamente bajas que antes eran más frecuentes, ahora están cada vez más espaciadas en el tiempo", añade.
"No hay que confundir frío de invierno con olas de frío", advierte el geógrafo. "Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en España una ola de frío tiene una duración de al menos tres días consecutivos, y en la que al menos el 10% de las estaciones registran mínimas por debajo del percentil del 5% de su serie de temperaturas mínimas diarias de enero y febrero durante el periodo 1971-2000", comparte, asegurando que no todos los episodios de frío entran en esta definición.
"Influencia de las masas de aire subtropicales"
Los últimos inviernos han estado marcados, por tanto, por la ausencia de temperaturas gélidas extremas y un clima mucho más cálido, situación que se ha visto afectada "evidentemente por el cambio climático". "Lo que estamos detectando es que en los últimos años ha ganado la influencia de las masas de aire subtropicales, de vientos del oeste o del suroeste, templados que cuando llegan dejan bastante agua, pero poco frío y que impide el avance de la entrada inminente del frío", explica el divulgador e investigador a este medio. Las situaciones subtropicales han favorecido a su vez la ausencia de nieve en la montaña y nevadas más irregulares.
Pese a que 2025 se está encaminando a ser el segundo año consecutivo sin una ola de frío, este fenómeno no es algo "inaudito", sino que se ha repetido en las últimas décadas en más de una ocasión, como "en el invierno de 1997 y de 1998, así como en el del 2000 y 2001 o de 2013 y 2014". Sin embargo, el aumento de la frecuencia de estos "parones" sí es algo que está comenzando a preocupar a los expertos: "Esperemos que esto ya cambie el año que viene, porque sería la primera vez, desde que tenemos registros, que no habría olas de frío en tres inviernos seguidos, algo insólito".
"A pesar de haber estado en una fase de transición hacia La Niña (fenómeno que influencia las condiciones climáticas), no ha sido un invierno especialmente frío en nuestra zona", señala Biener, en referencia a algo que representa una de las grandes preocupaciones entre los investigadores. Con la llegada de este evento meteorológico, España podría haber sufrido cambios radicales en temperaturas, pero se mantuvo en un nivel sorprendentemente moderado. Este febrero, asegura Biener, se recogerán temperaturas de 1 a 3 ºC por encima de la media y que si este no se convierte en el invierno más cálido desde que existen registros, estará entre los tres más calurosos.
"Muchas zonas de montaña lo van a pasar mal"
"Nos va a tocar adaptarnos a esta situación. La disminución del frío está teniendo un gran impacto en la vegetación que necesita temperaturas bajas para subsistir", afirma el experto. "A mí me preocupa, sobre todo, cómo se va a adaptar la vegetación de alta montaña, que es un ecosistema muy delicado", explica, haciendo hincapié en la importancia de la nieve en cuanto a los "recursos hídricos de cara al verano": "Muchas zonas de montaña lo van a pasar mal para asegurar el suministro los meses estivales". "No podemos pensar que es bueno que haga menos frío aunque esto pueda favorecer el turismo", continúa, porque aunque tampoco sería buena la desaparición del clima mediterráneo, "el impacto de un calentamiento sería bastante importante".
No obstante, "mucha gente ya ha comenzado a amoldarse a esta nueva realidad", como las estaciones de esquí, que "están diversificando su oferta para ofrecer otras actividades porque abrir solo en inviernos no sale rentable, por lo que podrían realizar senderismo en sus pistas en verano".
"Realista" ante los efectos del calentamiento global
En cuanto a los efectos del calentamiento global y si aún se puede hacer algo por frenarlo o ralentizarlo, el especialista asegura sentirse "realista, por no decir pesimista" y cree que "aunque mañana mismo se dejaran de emitir en todo el mundo gases de efecto invernadero, sus efectos continuarían durante décadas, por no decir siglos en la atmósfera".
Uno de los objetivos para sufrir menos consecuencias por el cambio climático era limitar el aumento de la temperatura global a 2 °C en este siglo y esforzarse para limitar este aumento a 1,5 °C, según se acordó en el Acuerdo de París. "Sin embargo, el año pasado superamos las primeras temperaturas impuestas", lamenta Biener, por lo que este "ya es un escenario bastante negativo".
"Si continuamos emitiendo sin control gases de efecto invernadero, los otros escenarios, por ejemplo superar el umbral de 2 o de 4 ºC, puede tener consecuencias catastróficas para muchas zonas del del mundo", advierte, mientras señala que "estos fenómenos extremos provocarían grandes migraciones de la población huyendo".
Para el geógrafo de Meteored, "es muy importante repetir esta idea". "Es un problema que nos afecta a todos y que hasta que no nos toca de cerca no nos concienciamos. La clave va a estar en la educación para entender la realidad de este problema global y también en la mitigación de sus efectos", sentencia.