Crisis política en Austria: el país se encamina hacia su primer gobierno encabezado por un ultraderechista

Las posibilidades de que Austria tenga por primera vez desde 1945 un jefe de Gobierno de extrema derecha se han vuelto factibles este fin de semana, tras los intentos sin éxito de formar un Gobierno que dejara fuera del poder al partido ultra FPÖ de Herbert Kickl, ganador de las elecciones de septiembre.

El presidente del país, el progresista Alexander van der Bellen, quien nunca ha ocultado sus reticencias a aceptar a Kickl en el cargo del canciller federal, anunció este domingo que recibirá este lunes al líder ultra.

"Se han debilitado las voces en el seno del (partido conservador) ÖVP que descartaban una cooperación con Kickl" tras la retirada de Karl Nehammer -canciller federal en funciones- como presidente de la formación, ha dicho el jefe del Estado en una breve comparecencia televisada desde el Palacio Hofburg, sede de la presidencia.

Los acontecimientos se han precipitado desde el viernes pasado, cuando el pequeño partido Neos (neoliberal) anunció que abandonaba las negociaciones en curso con conservadores y socialdemócratas sobre una coalición tripartita.

Esa era la opción favorecida por el presidente, quien a continuación instó a conservadores y socialdemócratas a seguir negociando un acuerdo a pesar de que solo contarían con una muy estrecha mayoría en el Parlamento, de 92 del total de 183 escaños.

No han podido salvar sus diferencias

Sin embargo, a última hora del sábado, los dos partidos tradicionales reconocieron, entre mutuas acusaciones, que no han podido salvar sus diferencias programáticas, especialmente sobre las fórmulas para reducir el excesivo déficit presupuestario.

"Ponemos fin a las negociaciones con el SPÖ (Partido Socialdemócrata) y no las continuaremos", dijo entonces el canciller federal saliente, Karl Nehammer, en un vídeo publicado en X en el que anunciaba al mismo tiempo su dimisión. "Dejaré mi cargo de canciller y de líder del ÖVP en los próximos días y permitiré una transición ordenada", declaró el político, que en 2021 sucedió en ambos cargos a su correligionario Sebastian Kurz, quien dimitió a su vez en medio de un escándalo de corrupción.

El giro de los conservadores

En una reunión extraordinaria y urgente, la cúpula del partido conservador ha nombrado este domingo a Christian Stocker, hasta ahora secretario general de la formación, como su presidente interino, en sustitución de Nehammer, y ha manifestado, así, su disponibilidad a negociar con los ultras una coalición.

"Espero que el líder del partido más votado reciba el encargo de formar un futuro gobierno", ha declarado Stocker a la prensa tras su nombramiento, minutos después de que el presidente del país anunciara que recibirá a Kickl.

Van der Bellen no ha dicho si tenía previsto encargar al político ultra las correspondientes negociaciones, limitándose a insistir en que el futuro Ejecutivo debe contar "con una mayoría sólida, de más del 50 % (de los escaños) en el Parlamento".

Un fallido cordón sanitario

Además, tras mostrarse "sorprendido" y "decepcionado" por el fracaso del intento de formar Gobierno, el presidente ha prometido que continuará velando por el respeto de "los pilares fundamentales de la democracia y el Estado de derecho", incluida la separación de poderes y la libertad de prensa, así como la orientación europeísta de la república.

Si bien la ley deja al jefe del Estado las manos libres para elegir a quien encarga formar un gobierno, la usanza tradicional había sido hasta ahora dar el mandato al líder del partido más votado. Por no haberlo hecho desde el principio, Kickl acusó a Van der Bellen de ignorar la voluntad de los electores y lo responsabilizó del "caos" generado por su deseo de establecer un cordón sanitario para mantener fuera del poder al FPÖ.

En un comunicado, este sábado ha tildado de "lógica, pero demasiado tardía" la dimisión de Nehammer, y ha considerado que también debería dimitir el jefe de los socialdemócratas, Andreas Babler. "Con Nehammer, también fracasaron Babler y Van der Bellen. Ellos fueron los arquitectos de la alianza de los perdedores y ahora se enfrentan a los escombros de su estrategia para frenar a Kickl", escribió el político ultra, exministro de Interior.

Van der Bellen le había entregado directamente a Nehammer el encargo de formar un nuevo Ejecutivo, pasando por alto al ganador, Kickl, tras constatar que éste no contaba con posibles socios para encabezar una coalición con una sólida mayoría parlamentaria, pues pese a su triunfo ocupa 57 de los 183 escaños del Parlamento.

Sea como sea, Kickl está ahora en una cómoda posición, pues la única alternativa a un acuerdo con el ÖVP que lo convertiría en jefe de Gobierno serían elecciones anticipadas, y los sondeos le auguran una nueva y más pronunciada victoria, con cerca del 35% los votos, frente al 28,8% que obtuvo en septiembre.

Así, el FPÖ, uno de los partidos de extrema derecha más antiguos de Europa, fundado tras la Segunda Guerra Mundial por antiguos jerarcas y simpatizantes nazis, podría encabezar por primera vez un gobierno nacional, pues si bien ya ha subido al poder en varias ocasiones, hasta ahora lo ha hecho únicamente como socio minoritario en una coalición liderada por los conservadores.

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