¿Qué sabías sobre la regla cuando la tuviste por primera vez?

Aproximadamente 1,8 billones de mujeres menstrúan cada mes en todo el mundo (1). A pesar de ser un proceso biológico cotidiano y común en nuestras vidas y entornos, sabemos y hablamos muy poco al respecto. Tenemos miles de eufemismos para referirnos a los días de la menstruación: estar en “esos días”, estar “mala”, etc. Con eufemismos, se perpetúan mil formas de seguir confinándola al espacio privado, a que siga siendo tabú.

Alrededor de la última década se ha extendido el concepto de “salud menstrual”, un estado de completo bienestar físico, mental y social en todo lo que respecta al ciclo menstrual. Esto implica el acceso a productos de higiene menstrual saludables, el conocimiento e infraestructura sanitaria adecuada, la eliminación del estigma social y, en definitiva, la capacidad de vivir el ciclo menstrual con seguridad y dignidad.

El 28 de mayo de 2014 se celebró por primera vez el Día Internacional de la Higiene Menstrual. En los últimos años, gracias al activismo y al esfuerzo de muchas mujeres, la salud menstrual ha conseguido hacerse un hueco en la agenda política de varios países. En España, desde 2023 se ha reducido el IVA aplicado a los productos de higiene menstrual de 10%, un porcentaje que compartía con productos como la entrada a parques de atracciones, al 4%.

A pesar de los avances que suponen estos cambios, quedan muchas áreas en las que se debe trabajar. Recientemente, investigadoras de la Universitat Politècnica de València y el CSIC publicaron un estudio sobre la alfabetización menstrual en España, en el que recopilaron más de 4.000 respuestas de mujeres y hombres mayores de 14 años, nacidas o residentes en España. Con un cuestionario adaptado a si las personas habían experimentado la menstruación o no, el estudio analizó experiencias, percepciones y conocimientos relacionados con este tema. Las cuatro emociones más comunes reportadas durante la primera menstruación fueron vergüenza (23%), preocupación (20%), miedo (16%) y estrés (15%). Ninguna de ellas emociones especialmente agradables.

Emociones en el primer sangrado

Vivir la primera menstruación con preocupación y miedo debería ser una de esas cosas que han quedado obsoletas, como los teléfonos fijos y las cintas de vídeo. Sin embargo, parece más una tradición difícil de dejar atrás. Los datos indican que, a pesar de todos los cambios sociales que han ocurrido en estas décadas, las emociones que se experimentan durante la primera menstruación en España no han variado significativamente entre aquellas nacidas entre la década de los 50 hasta las de inicios del 2.000. El estudio también muestra que cuanta más información se tiene sobre cómo manejar el sangrado, menos se experimentan emociones ‘negativas’ durante el primer periodo. Según estos resultados, saber qué es la menstruación o sus funciones biológicas, aunque es importante, tiene menos efecto en mejorar la experiencia de la primera menstruación que saber si ponerse una compresa, un tampón o papel higiénico, cómo colocarlos, o cada cuánto tiempo cambiarlos.

Sin embargo, el 35,7% de las encuestadas en el estudio no sabía muy bien qué era la regla cuando la tuvieron por primera vez y un 56,1% considera que no sabía lo suficiente sobre cómo proceder.

La regla en la escuela

¿No se habla de esto en el colegio? Pues depende de en qué colegio, de cuándo y, sobre todo, de cuánto. En España, actualmente la menstruación no forma parte del currículo estatal por sí misma, es decir, no se incluye en el temario escolar de forma obligatoria. La ambigüedad con la que se hace referencia a ella en los diferentes programas de cada comunidad autónoma deja a criterio de cada centro, o incluso de cada docente, cuánto tiempo dedicarle al tema y qué contenidos incluir.

A menudo, el ciclo menstrual sólo se nombra por su papel en la reproducción humana. El 74% de todas las personas que respondieron a la encuesta, hombres y mujeres, afirmaron haber tratado la menstruación en el colegio como parte de la biología humana, un 20% reportó no haberla tratado en absoluto, mientras que un 15% recuerda haber aprendido sobre diferentes métodos de higiene menstrual y sólo un 5% sobre qué hacer para manejar el sangrado.

…cuando se dieron charlas en mi colegio sobre la regla, compresas, tampones etc.... yo ya llevaba dos años con la regla... así que la charla vino un poco tarde. (R1575, año de nacimiento: 1986, Cataluña)

Mis compañeros de clase una vez preguntaron que si cuando tenía la menstruación me salía leche por los pechos... Creo que bastante clarificador de la ignorancia que hay al respecto. (R712, 2000, Canarias)

En sexto de primaria las chicas de mi clase empezaron a tenerla, y yo pregunté por qué iban tanto al baño. Claro, como era un asunto incómodo quedé yo como mala persona y me fui como tal a casa, y con la duda. (R395, 2000, Castilla y León)

Todo lo que sé es gracias a las parejas que he tenido porque en ningún momento durante mi vida nadie más ha querido/podido educarme sobre este tema. (R2970, 1994, Andalucía)

Mi novio tiene 36 años y le tuve que explicar qué era la regla y de dónde venía esa sangre. Otro amigo pensaba que las compresas eran para el pipí, porque se nos escapaba a veces. No entiendo cómo chicos ya tan mayores siguen sin saber nada sobre el tema. Y no entremos en los comentarios tipo “¿Qué te pasa hoy? ¿Qué estás con la regla?”... Me matan. (R636, 1971, Andalucía)

Madres, amigas y redes sociales

Si no es en el colegio, ¿dónde aprendemos sobre la menstruación? Las fuentes de información principal sobre la menstruación, en especial durante la menarquía (la primera regla), son las madres, seguidas, aunque a buena distancia, por las amigas. Ante estos resultados cabe preguntarse qué garantías tenemos de que las personas a cargo de contestar esas preguntas tengan información fiable que trasmitir si tampoco se les ha facilitado dicha información.

Las redes sociales, sin duda, han supuesto un cambio en las reglas y han ayudado a romper el tabú (en parte) que rodea la menstruación, pero también han traído mucha desinformación. Una educación menstrual adecuada ayudaría a navegar en dicha información con mejor criterio. Quizás hemos superado el mito de que no se puede hacer mayonesa con la menstruación porque se corta, pero quedan muchos otros, como que no es posible quedarse embarazada cuando tienes la regla.

¿Nuestra recomendación? La educación menstrual debe formar parte del currículo nacional para garantizar que toda niña y todo niño escolarizado en España tenga acceso a la educación mínima y fiable sobre la menstruación, independientemente de sus circunstancias personales. Esto, además, contribuiría a normalizar la menstruación y sacarla del ámbito estrictamente privado, un paso esencial, ya que de aquello que no se habla, no se legisla ni se investiga, y esta falta de atención tiene consecuencias.

Hablar sobre la menstruación

Hay que aclarar que la necesidad de información veraz no se limita al periodo preadolescente o a la primera menstruación. Durante la madurez reproductiva sigue habiendo muchas dudas. De hecho, el estudio recoge cientos de comentarios, preguntas y peticiones de mujeres y hombres pidiendo información fiable sobre la menstruación y sus diferentes ámbitos, desde cómo presentar el tema a sus hijas e hijos, hasta cómo es el ciclo hormonal y cuál es su impacto, o cómo gestionar los dolores menstruales.

¿De verdad es tan importante hablar de la menstruación? Aproximadamente la mitad de la población mundial va a experimentar su menstruación durante un tercio de su vida promedio. Y la salud menstrual va a influir en su calidad de vida y en la de su entorno. Todavía falta información, falta investigación, falta atención médica y falta acabar con la estigmatización asociada.

La menstruación es un proceso biológico natural, que nos va a seguir acompañando y, si somos capaces de verlo desde otro ángulo, incluso podemos utilizarlo a nuestro favor. Por ejemplo, la sangre menstrual tiene un potencial enorme de diagnóstico: analizándola podríamos obtener datos sobre nuestra salud sin las molestias ni los riesgos de pruebas más intrusivas. Tenemos al alcance de la mano información que podría mejorar la calidad de vida de las mujeres y la estamos tirando, literalmente, por el retrete.

Sabemos todavía muy poco sobre las distintas etapas reproductivas de la mujer y cómo afectan a su salud. Estamos fallando en proporcionar información esencial, mejores diagnósticos y tratamientos y, en definitiva, una mejor calidad de vida. Pero estamos a tiempo de cambiarlo.

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