Confusionismo

Según el diccionario "confusionismo" tiene dos significados: A: "Confusión y oscuridad en las ideas o en el lenguaje" y B: "Estado de pensamiento infantil donde se mezclan las cosas".

Así me siento. Acepto las dos. Hay una gran confusión, en especial en mi cabeza. Y quizá también en el mundo en general. Digo "quizá" por no polarizar en vano. No me vayan a meter en la lista de los bulos del gobierno o/y del antigobierno. La línea de frente da la vuelta a la Tierra, pasa por los polos, vuelve al origen y se clava en la punta del lápiz, que es un bisturí o un puñal.

Como estoy en pleno confusionismo A y B la realidad, tan confusa de por sí, debería parecerme normal. Pero es tanto el desbarajuste del mundo que incluso desde mi perplejidad me parece todo… confuso. Por ello no hago más que buscar las palabras en el diccionario, que es lo único que permanece más o menos inalterable en el bamboleo.

¡Ya se puede decir spoiler! La RAE ha incluido en su diccionario la palabra spoiler, desvelar el final de algo. Justo lo que no podemos hacer… porque no lo sabemos: Ucrania, Siria, la vida. El spoiler sólo vale para lo que ya ha concluido.

Confusionismo es demasiado barroco: al indagar acerca de la palabra “confusión”, más sencilla, aparece en sexto lugar, y referido al ámbito del Derecho, la siguiente definición: "Modo de extinguirse las obligaciones por reunirse en una misma persona el crédito y la deuda". Esto explica el asunto de las condonaciones de las autonomías. La frase podría esculpirse en la bola de los leones del Congreso.

La confusión española es enorme: siendo el país que más crece y que hasta ha merecido el elogio de The Economist no hay forma de pagar el alquiler. Ni la fruta. Pero se venden y se compran más pisos que nunca, casi como en 2007, plena burbuja.

El confusionismo es más que la simple confusión, es ya el no entender nada, la opacidad del mundo y sus noticias. Alemania y Francia a punto de petar. O ya han petado. A saber. Esto sólo se sabe cuando se implosiona. Es propio del confusionismo la sorpresa, lo inesperado total. El famoso cisne negro es la rutina diaria. Han matado en Moscú al general encargado de las armas más peligrosas. Ucrania reclama la autoría. Con un patín bomba. Cada semana esperamos un cisne negro, o verde, y si no asoma experimentamos una cruel decepción. Corea del Sur.

El confusionismo mayor de estos días pudo ser la caída y fuga del dictador de Siria. Sólo con cierta ingenuidad se puede pensar que el repentino asalto y la conquista del poder por un ejército o coalición ha sido casual. Aunque también podría ser. China respaldaba al sátrapa sirio en las resoluciones de la ONU.

Estados Unidos, como corresponde al líder amenazado, es el campeón del confusionismo. El apoyo popular al presunto asesino del CEO de los seguros abre una grieta en la sanidad sólo para ricos de ese país admirable.

El CEO asesinado había cumplido el sueño americano: familia modesta, buen estudiante, becas, contable ascendiendo hasta la cumbre… Y le abate un chaval de familia acomodada, el joven anticapitalista con su pistola fantasma impresa en 3D.

En un país cuyo presidente saliente instigó un motín violento y la toma del Capitolio por sus secuaces… y no le pasa nada... y vuelve a presentarse… y sale elegido… la absolución del presunto asesino es cosa de días. Al menos le harán una serie. Ya debe de estar el guion a medio escribir.

Confusionismo se puede relacionar con confucianismo, las enseñanzas y la vida de Confucio, que fundaron una civilización. La gran confusión es que China ya nos ha invadido, penetrado, colonizado... de manera pacífica. Ahora, como se suele decir, todo viene de allí. Y estamos esperando las fábricas de baterías, cuya utilidad ya entraña el símbolo: aquello que permite conservar y recargar energía. Según expertos China le lleva a Europa diez o quince años de ventaja en la tecnología de baterías.

De ahí el confusionismo de Occidente y el sopor de la Unión Europea, que aún está leyendo los informes de Letta y Draghi.

Entre los preceptos de Confucio hay uno que ya fue adoptado por Occidente hace tiempo. Este principio sugiere que es mejor gobierno el que no hace nada, puesto que el ritual y la ceremonia ya son suficientes. Véase la inauguración de Notre Dame.

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