Las redes y extenistas arden contra el legado de Gerard Piqué en la Copa Davis: "Espero que sea el último año de este formato suicida"

Hace casi dos años de la ruptura de Kosmos, empresa de Gerard Piqué, con la Federación Internacional de Tenis que puso fin a la gestión de la Copa Davis por parte del exfutbolista y empresario catalán. Del contrato por 25 años firmado en 2018 ya no queda rastro, aunque su legado en el histórico torneo de naciones permanece para desgracia de un gran número de aficionados aún incapaces de adaptarse a una nueva realidad aparentemente inamovible que ha llegado a ser calificada como un "formato 'suicida' para el tenis" por el extenista Tomás Carbonell.

Con el regreso de la competición esta semana las redes sociales han vuelto a arder. Las opiniones negativas contra el formato del torneo se cuentan por deceenas y en muchas de ellas aparece el nombre del exfutbolista blaugrana, el creador de un sistema tan novedoso que nadie se ha atrevido a revertir, pero sí a retorcer para tratar de recuperar algunos de sus atractivos históricos.

"Gracias, Piqué" o "Piqué la destruyó y la vendió" son algunos de los comentarios que se pueden leer al hilo de los numerosos vídeos que aparecen de las gradas vacías de aficionados. Son esas imágenes las que duelen a un público que, en gran medida, es lo que más echa en falta, la distancia de una competición capaz de acercar a los ídolos locales y verlos pelear en un ambiente totalmente contrario al de cualquier torneo del mundo.

Qué sucedió con la Copa Davis

Para los más ajenos a la historia de la competición, la Copa Davis se disputaba a lo largo del año en varias ventanas de enfrentamientos directos entre naciones. En cada uno de esos choques, uno de los países ofrecía la sede y elegía la superficie de la pista, algo que el nuevo formato destruyó en busca de un esquema que permitiera disputar el torneo entero en apenas una semana.

Desde 2019, la Copa Davis se decide en 'territorio neutral'. Fue ese año cuando Madrid acogió el 'Mundial del tenis' con una fase de grupos y una ronda final en sede única. Curiosamente ganó España, el único país que llenaba las gradas con aficiones dispuestas a crear un ambiente infernal para los rivales.

La llegada de la pandemia no ayudó a Kosmos, pues le quitó bastante tiempo para pensar en estrategias que permitieran dar la vuelta al desastre financiero de aquella primera edición. Así llegó el desastre que ahora voces como la del extenista Tomás Carbonell señalan con vehemencia: "Se intentó y no pudo ser. Espero que este sea el último año de este formato suicida para el tenis".

"La Copa Davis ya estaba muriendo, Piqué y compañía le dieron la estocada final" es otro de los comentarios que salta a la vista en la red social X. En cierto modo, era cierto, pues las quejas del formato anterior apuntaban al poco atractivo de una competición que el público general se encontraba de bruces en determinadas semanas del calendario. Muchos son los que opinaban en favor de un cambio, pero Piqué arriesgó y la intromisión de un deportista ajeno al mundo de la raqueta aciduló aún más las conclusiones de esa primera edición de 2021.

"Ya lo dijo un día Federer: es como si a él lo pusieran a organizar la Champions", añade otro aficionado, aún con resquemor hacia Piqué, al hilo de esas imágenes de los asientos de un pabellón vacíos.

En las últimas ediciones, tras la ruptura del contrato en vigor, los nuevos dirigentes de la competición han estrujado la idea del catalán en busca de nuevas opciones. El resultado, cambiante durante estos años, ha terminado en la disputa de una primera ronda en territorio local para los países que buscan ascender a la ronda clasificatoria (ahora en disputa en cuatro sedes distintas: Valencia, Mánchester, Bolonia y Zhuhai) para luego medir a las ocho mejores en un torneo eliminatorio de una semana en Málaga.

Ahora se pide el fin del formato actual y muchos de los que lo hacen suplican recuperar el formato que permitía elegir sedes. Eso sí, a estos mismos se les pasa de largo la parte de dar soluciones a las cuestiones de calendario y seguimiento de la competición.

"Una competición profesional sin público y sin interés internacional es un cadáver deportivo. Seguiré siendo un espectador más por respeto a la historia", redondea Tomás Carbonell en una dura crítica capaz de resumir la resignación de una gran parte de la afición difícil de satisfacer a base de constantes retorcimientos del formato. El futuro de la Davis, en cualquier caso, seguirá siendo una incógnita.

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