Pluriempleados, cuando solo un trabajo no da para vivir: "Los días libres me quedo en casa sentada porque no tengo fuerzas"

Madrugar, desayunar algo rápido y enfilar hacia el hotel. Cinco horas limpiando y preparando habitaciones (trece) para el siguiente cliente. Terminar el turno y correr hacia el metro destino a otro hotel, a veces sin tiempo ni de comer más que un sándwich. Aún tiene por delante más de la mitad de su jornada. Más habitaciones (entre 25 y 30), más camas que hacer, más baños que limpiar, más toallas y sábanas sucias que cargar y más botellas de agua, alfombras y barritas de chocolate que dejar en su sitio. Fin de la jornada, ya es de noche. Vuelta a casa, cenar y dormir.

"Estoy muerta, es una frase que repito todo el día: 'Estoy muerta, estoy muerta, estoy muerta…'", declara Juanita Pérez, una dominicana de 44 años que lleva 18 en España y que trabaja como camarera de piso -kelly- en Barcelona. Este verano, se ha visto obligada, por primera, vez a compaginar dos trabajos en hoteles ante la carestía de la vida y las largas y extenuantes jornadas pueden alcanzar las 55 horas semanales. En total, le queda un sueldo de unos 1700 euros mensuales. "Los días que tengo libres estoy aquí sentada porque no tengo ganas, no tengo fuerza, y eso lo hace el cansancio del trabajo".

Pérez es una de las 585.000 personas que compaginan más de un trabajo en España, según los datos de la última Encuesta de Población Activa del INE. Un dato ligeramente inferior al máximo histórico, alcanzado en el último trimestre de 2023 -cuando se superó por primera vez la cifra de 600.000 pluriempleados-, pero que confirma la tendencia a la alza de esta situación laboral desde hace más de una década.

"Es todavía un fenómeno minoritario, en torno al 3% de la fuerza laboral, pero es verdad que está creciendo", explica el economista Raymond Torres, director de coyuntura del think-tank Funcas. "Puede tener diferentes interpretaciones. Una es que la pérdida de poder adquisitivo que se ha producido ha llevado a algunos trabajadores, asalariados o autónomos, a tener varios empleos. Por otra parte, también los fijos discontinuos (un tipo de contrato que ha crecido tras la reforma laboral de 2021) pueden compaginar dos empleos y eso también puede ser una de las causas del incremento".

Mujeres y jóvenes del sector servicios

La inestabilidad laboral también lleva, en ocasiones, a trabajadores a aceptar nuevos empleos secundarios más por miedo a quedarse sin trabajo en el futuro que por una necesidad económica presente. La pandemia supuso para Beatriz Blanco, una madrileña de 35 años que trabaja en la industria de la música, verse, por primera vez en su carrera, una larga temporada sin trabajo.

"Trabajaba en una agencia y me quedé sin trabajo y eso me dejó sin escapatoria, incluso emigré para seguir estudiando y trabajar. Esto te crea un miedo y, desde entonces, siempre que he tenido oportunidades las he cogido", declara Blanco que ahora compagina dos trabajos que le obligan a hacer jornadas de hasta 12 horas diarias. "Acepto esta situación, por un lado, por ese temor a que las cosas cambian de la noche a la mañana y, aparte, por tener un ingreso extra porque Madrid es cada vez más una locura".

Los casos de Juani Pérez y de Beatriz Blanco son especialmente paradigmáticos por reflejar el perfil más habitual de las persona que se ven obligadas a encadenar más de un puesto de trabajo para poder alcanzar un salario que les permita tener una vida digna: mujeres que trabajan en el sector servicios.

Entre las actividades más afectadas por el pluriempleo están la hostelería, los cuidados o las profesiones sanitarias, todos ellos, fuertemente feminizados. Como es habitual cuando se habla de precariedad laboral, también los jóvenes están entre los grupos más afectados.

"Las personas trabajadoras con un solo empleo cada vez tienen más dificultades para llegar a fin de mes. En torno al 70% de las personas que optan por un pluriempleo es por razones económicas", declara Patricia Ruiz, secretaria confederal del sindicato UGT. "Nosotros creemos que hay que, desde luego, poner el foco en mejorar la capacidad de compra de las personas trabajadoras Y también creemos que el gobierno tiene que encontrar soluciones urgentes con el acceso a la vivienda para los jóvenes. Los datos son terroríficos. Ocho de cada 10 personas de menos de 26 años no llegan al SMI (Salario Mínimo Interprofesional) porque tienen contratos parciales o tienen precariedad salarial".

La inflación en general, está teniendo un efecto directo en el aumento del pluriempleo. Así lo respalda un informe del Banco de España publicado el pasado mes de marzo y que señalaba que el número de personas en situación de pluriempleo había crecido entre septiembre de 2022 y el mismo mes de 2023 un 6,8%, frente al aumento del 1% observado en la Unión Europea. "Los jóvenes, las mujeres y las personas de menor nivel educativo o que residen en régimen de alquiler han optado, con más frecuencia que el resto, por aumentar el número de horas trabajadas para hacer frente a la inflación", destacaba el estudio.

El impacto transversal de la inflación y de los precios de la vivienda hacen que el pluriempleo afecte también a trabajadores de alta cualificación cuyos empleos también adolecen de salarios relativamente bajos frente al aumento de los precios. María, una alicantina de 33 años que estudió Farmacia y un máster de Ciencias de los Alimentos regresó a su ciudad natal hace cuatro años y recaló en su casa familiar sin una perspectiva clara de poder vivir por su cuenta.

"Me vine después de estar en Madrid, sin ahorros y sin nada, y me metí en casa de mi madre. Al venir, encontré trabajo también en control de calidad, en un laboratorio en el que estoy a jornada completa, pero claro, si me quiero independizar en una ciudad con los precios de vivienda de Alicante o quiero tener otro tipo de proyectos vitales, con el sueldo del laboratorio -24.000 euros anuales- tampoco me llega", explica la alicantina.

Para salir de ese callejón sin salida, María decidió aprovechar la oportunidad que le apareció de colaborar como autónoma corrigiendo textos científicos, revisando papers y haciendo resúmenes para una asociación sin ánimo de lucro. Ahora, al llegar de trabajar, se dedica a esta otra actividad en la casa de su madre. En total, cerca de 50 horas de trabajo a la semana. "Es agotador, muchas veces siento que voy acelerada, que son las 9 de la noche y es como que todavía no he puesto mi mente en off porque la tengo todavía pensando en cosas que estoy acabando o que tengo que terminar".

Consecuencias para la salud mental

El pluriempleo, una posibilidad perfectamente legal en la legislación española, puede ser una solución temporal para obtener ahorros a costa de un sacrificio de tiempo libre. Pero si la situación se cronifica o no es elegida, sino forzada, puede acabar teniendo graves consecuencias para la salud de los trabajadores.

"El pluriempleo puede ser un problema, sí", sentencia el economista Raymond Torres. "Para las personas que recurren a esta fórmula, de alguna manera esto redunda en un desgaste y un riesgo para la seguridad de la salud laboral". En la misma línea, la sindicalista de UGT Patricia Ruiz, señala que "los accidentes laborales y la siniestralidad están muy relacionadas con las jornadas extensas de trabajo y, desde luego, el pluriempleo que supera esas 40 horas es un riesgo para la salud de las personas".

Esas consecuencias físicas y mentales de encadenar largas jornadas sin solución de continuidad las conoce bien Pedro, un manchego de 43 años que prefiere esconder su testimonio tras un nombre falso para evitar que su familia conozca su estado de ansiedad. "Hace cuatro años, a mi mujer le diagnosticaron fibromialgia y tuvo que dejar de trabajar, así que empecé a compaginar dos trabajos que ahora son igualmente importantes para mí", explica Pedro, que trabaja en una emisora de radio comarcal y es también tramitador de seguros.

Cuando termina de presentar su programa de radio y subir crónicas a la red coge su coche y recorre los municipios de un área de 200 km a la redonda tramitando fallecimientos, llamando a funerarias y organizando velatorios en tanatorios y entierros. Además, tiene que conseguir vender cuatro pólizas de seguro al mes.

"Tuve en julio un ataque de ansiedad y estrés por el cual estoy medicándome. Para que te hagas una idea, en el 2023, no tuve ni un día de vacaciones, porque no me coincidieron las vacaciones de ambos trabajos", explica Pedro. "Estoy dejando de estar más tiempo con mi familia y eso es lo que más me duele. Espero y deseo que sea una situación temporal, aunque por el tiempo que llevo así, no creo que cambie por ahora".

Lo que se sacrifica por el trabajo

Aunque en menor número que trabajadores por cuenta ajena, también numerosos autónomos -178.700- se ven abocados a compaginar su actividad principal con otra que, muchas veces, no está relacionada para poder llegar a fin de mes. Abelardo González, un tinerfeño de 29 años, trabaja para Aena en turnos de 12 horas y también escribe textos para medios de comunicación.

"Se me presentó la oportunidad de tener un segundo trabajo, el de Aena, a raíz de unas oposiciones que aprobé. Al estar asfixiado con la cuota de autónomo, decidí que era una buena oportunidad para tener más margen de maniobra", declara González, que describe su nuevo empleo como un "seguro" con el que poder vivir más tranquilo y que trabaja unas 70 horas a la semana.

Con todo y a pesar de haber tenido que adaptarse a una forma de vida "agotadora", González está satisfecho con la decisión que tomó al comenzar a compaginar dos trabajos. "He dejado de hacer viajes, quedar con amigos o disfrutar de mi tiempo libre por ser este muy limitado. Este año, he podido descansar solo cuatro días, un aspecto que me habría gustado que fuera diferente, pero mi situación económica ha mejorado", declara el tinerfeño. "Esto, lastimosamente, se ha convertido en el día a día de muchos trabajadores, especialmente de aquellos jóvenes que queremos comenzar a trazar nuestro propio camino".

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