El noruego Magnus Carlsen y el ruso Ian Nepomniachtchi hicieron historia del ajedrez este martes tras pactar, después de siete partidas en la final del Mundial de partidas relámpago, un empate para proclamarse ambos vencedores del título.
Siete partidas (4 y 3 de desempate) y el marcador 3,5 -3,5 motivaron a ambos a llegar a un acuerdo tras una breve charla entre el N.º1 del ranking Elo, Carlsen, y el duro oponente al que ya se enfrentó en 2021 y 2023.
Este pacto para la historia fue explicado después por Carlsen: "Si hubiéramos continuado, uno de los dos habría ganado por agotamiento. Eso hubiera sido muy cruel. Los dos estábamos muy cansados y nerviosos. Como es normal, habrá gente a favor y en contra", esgrimió Carlsen en su defensa. Acerca de si hubiera compartido la corona con otro jugador que no fuera Nepomniachtchi, manifestó: "Es una cuestión hipotética; creo que es bueno lo que ha sucedido".
Lo curioso es que esta decisión ha sido avalada por el presidente de la Federación Internacional (FIDE), el ruso Arkady Dvorkovic, quien aceptó que la plata quedara vacante y que los dos competidores compartieran el trofeo.
Muchos han aplaudido la deportividad de ambos, pero también ha habido críticas para Carlsen, quien llevó la iniciativa de este acuerdo en una semana marcada por su polémica de los pantalones vaqueros.
"Oficialmente, el mundo del ajedrez es una broma. Nunca ha ocurrido esto en la historia. No me puedo creer, por segunda vez esta semana, que la FIDE esté controlada por un jugador. ¡Solo puede haber un campeón del mundo!", clamó en X el estadounidense Hans Niemann, gran rival del noruego que llegó a denunciar a Carlsen por hacer trampas.
También se pronunció al respecto el otro protagonista, Ian Nepomniachtchi, que aseveró en un acto de humildad que "Carlsen es actualmente el mejor jugador del mundo en partidas relámpago" y quitó hierro a la condena de Niemann: "Es bueno que Hans tenga cuenta de X, así nos entretiene.