El lento declive de las 'apps' de citas: "Hay mucho postureo, muchísima gente con la que haces match y luego no habla"

Encerrado en su casa por el confinamiento pandémico de 2020, Diego decidió dar por primera vez el paso de descargarse Tinder. "Fue un poco por aburrimiento", admite este vigués que entonces tenía 25 años. Después de Tinder vino Bumble y otras aplicaciones similares de las que no recuerda ni el nombre. Durante los siguientes años, Diego tuvo decenas de matchs. Contó innumerables veces por un chat de dónde era, a qué se dedicaba y qué plan tenía para ese fin de semana. También quedó en persona con varias de esas chicas y llegó a repetir varias veces con alguna de ellas hasta que dijo basta.

"La gente no tenía las cosas claras muchas veces lo que describían en sus perfiles que buscaban o dejaban de buscar era mentira", se lamenta Diego, que tomó la decisión de eliminar sus cuentas de estas apps después de que una mala experiencia con una chica con la que llegó a quedar varias veces hasta que ella empezó a perder interés. "Me lo quité porque veía que me estaba encontrando el mismo perfil de gente en la vida real que en la vida virtual y, bueno, pues pienso que prefiero hacerlo en persona ya si me voy a llevar la hostia ¿no?".

Como Diego, miles de personas aterrizaron en las llamadas apps de citas entre 2020 y 2021, cuando las restricciones a causa de la pandemia hicieron más difícil que nunca conocer gente nueva. Fue el momento álgido de empresas como Tinder, cuya capitalización en bolsa se disparó a medida que su número de usuario, también en su versión de pago, que aporta ciertas ventajas a los usuarios como la capacidad de dar “me gusta” ilimitados o poder ver a todas las personas que te lo han dado a ti.

Desde hace un par de años y, especialmente en los últimos meses, los datos podrían estar indicando un lento declive, el principio del fin de la época dorada de estas aplicaciones, que, con todo, tienen actualmente unos 300 millones de usuarios en todo el mundo, de los que 20 millones son de pago. Sin embargo, las descargas de estas apps han venido en descenso desde hace cuatro años, y Tinder, la más popular de ellas, ha pasado de los 11,1 millones de usuarios de pago que llegó a tener en 2022 a tener 9,7 en el primer trimestre de este año, según los datos registrados en la web businessofapps.

Todo ello ha repercutido también en el valor de la acción de la compañía, que cotiza como Match Group en Wall Street. En septiembre de 2021 alcanzó su máximo valor bursátil, cerca de 45.000 millones de dólares, y comenzó entonces un abrupto descenso que le ha llevado a estar por debajo de los 9.000 millones durante este año.

Las cifras de usuarios son, sin embargo, difíciles de interpretar. Es muy habitual que muchos de los usuarios de estas apps cesen su actividad durante periodos más o menos largos para volver después. Otros muchos, simplemente, encuentran pareja y abandonan la app. Diego hizo ambas cosas. "No era la primera vez que me la había, digamos, instalado o desinstalado", explica el joven gallego, que tras un tiempo en "barbecho", volvió a Tinder e incluso pudo disfrutar de su versión premium gracias a una promoción. Conoció entonces a otra chica con la que empezó a ver más química, quedaron varias veces y, entonces sí, la decisión de eliminar su cuenta no fue producto de la frustración. "Mi experiencia usando la aplicación al final ha sido muy buena. Allí conocí a mi pareja actual".

"Mi experiencia usando la aplicación al final ha sido muy buena. Allí conocí a mi pareja actual"

Perfiles repetitivos y violencia por escrito

La mecánica de uso de todas las aplicaciones de citas es muy similar. El usuario crea primero un perfil en el que añade varias fotos suyas y una pequeña bio y, después, elige en qué tipo de usuario está interesado: hombres, mujeres o ambos. A partir de ahí, una sucesión de fotos a las que puede reaccionar de dos formas. O bien deslizar a la izquierda si no le interesan o bien deslizar a la derecha si le gusta. Si el otro usuario también le da un "me gusta" se produce un "match". Se abre un chat privado donde ambos pueden hablar y, a partir de ahí, todo depende de ellos.

De esas conversaciones a Lola Davis, alias de una ingeniera madrileña de 28 años, sacó todo tipo de relaciones. "Lo usé tanto para follar sin más, como para tener ligues más sostenidos en el tiempo, 'follamigos', amigos y, luego, también encontré ahí a la que fue mi última pareja", declara Lola, que, hace unos meses, decidió abandonar Bumble, la segunda app de citas con más usuarios.

"Al principio es genial, es como ver una serie que te gusta mucho, probar un plato nuevo, irte de viaje, es como de repente algo superguay, pero la repetición y la misma forma de conocer gente que ya te lo conoces, de repente no es tan divertido como lo que antes era. Al principio era como: 'Jajaja, otro que le gusta viajar'. Y ahora es como: 'De verdad, gente, he visto como 10.000 tíos, a todos os gusta viajar'".

"Al principio es genial, es como ver una serie que te gusta mucho, probar un plato nuevo, irte de viaje, es como de repente algo superguay, pero la repetición y la misma forma de conocer gente que ya te lo conoces, de repente no es tan divertido"

En ocasiones, las conversaciones también se vuelven desagradables, especialmente para las mujeres, otro de los motivos que acaba generando cansancio y expulsando a usuarias de estas apps. "Sí, he recibido ‘fotopollas’ no solicitadas y tal, algunas veces me ha pasado, o, por ejemplo, un tío con el que había quedado, obviamente para follar, y al final le dije que no iba a querer y entonces se enfadó diciendo que ya teníamos un acuerdo de que iba a ir", declara Lola. "He denunciado cuentas y, sí, el machismo está vigente, hay una posibilidad ahí de violencia, aunque sea por escrito".

Diferentes 'apps', diferentes usos

Tinder nació en 2011 y, como ocurrió con Facebook ocho años antes, se expandió rápidamente por los campos universitarios estadounidenses. No fue la primera plataforma online de citas, Badoo, que sigue siendo de las que más usuarios tienen, se fundó en 2006, pero sí la primer app que introdujo el deslizamiento a izquierda o derecha para dar el visto bueno o descartar a los perfiles y que se ha convertido en el elemento más característicos de todas ellas.

Pero más allá del deslizamiento, cada app de citas tiene sus características propias. Bumble, por ejemplo, solo permite que sea la mujer la que empiece la conversación, buscando dar más seguridad y comodidad a sus usuarias femeninas. Otras, como Grindr, están específicamente pensadas para usuarios homosexuales y otras más minoritarias como Feeld, que se promociona como la app de citas para "personas de mente abierta". Cada una tiene su público y, sobre todo, cada una genera unas expectativas diferentes que puede acabar generando insatisfacción en sus usuarios por motivos distintos.

"La gente puede irse de estás apps por el mismo motivo por el que abandonan cualquier otro servicio, porque no siempre permiten cumplir las expectativas que se tenían a la hora de contratarlo", explica Mariano Urraco, sociólogo de la Universidad Complutense de Madrid. "Podría ser simplemente un cansancio con respecto a este tipo de prácticas, también puede darse el caso de que haya surgido un producto o un servicio que ofrezca la cobertura o el alcance de esos objetivos de un modo más eficaz, si aparece un nuevo servicio, ligar por TikTok, por ejemplo, que es más rápido y más eficaz, pues oye, la gente se cambia, cambia una aplicación por otra, cambia una práctica dentro del repertorio por otra".

En ocasiones, efectivamente, las apps no cumplen las expectativas específicas que los usuarios esperan de ellas. Esto fue lo que le ocurrió a Luis, un madrileño de 39 años, empezó a usar Grindr hace unos 10 años de manera "intermitente" y, hace un año, se bajó Tinder "para citas más en serio". Hace un par de meses, decidió abandonar esta última. "En Tinder esperaba encontrar un perfil de gente que fuera un poco más seria que en otro tipo de aplicaciones que son, igual, un poco más directas para tener sexo", declara el madrileño. "En Tinder, la verdad, es que no he estado muy satisfecho, he visto muchísimo postureo, muchísima gente con la que haces match y luego no habla y, luego, las dos o tres citas que he tenido ha dado la casualidad de que no han sido especialmente interesantes. La verdad es que he conocido casi más gente interesante en otras apps tipo Grindr que en apps supuestamente más serias".

"He conocido casi más gente interesante en otras apps tipo Grindr que en apps supuestamente más serias"

Perfiles nuevos y viejos

La demografía de los usuarios de este tipo de aplicaciones tiene como característica principal que tres de cada cuatro usuarios son hombres y solo uno, es una mujer. Al menos así es en Tinder, según, una vez más, los datos recogidos por la web businessofapps, que también segregan a los usuarios por edad, siendo el 35% los que tienen entre 18 y 24, el 25%, entre 25 y 34 y el 20%, entre 35 y 44. Por encima de esa edad, solo están el 18% restante de los usuarios.

Más allá de edad y género, los perfiles psicológicos de los usuarios son de lo más variado, especialmente desde el boom que supuso la pandemia, que trajo a personas que, hasta entonces, nunca habrían optado por utilizar apps de citas. La vuelta a la normalidad podría explicar la salida de muchos de estos usuarios de Tinder, Bumble y el resto de estas aplicaciones.

"Cuando, en pandemia, todo el mundo estaba más limitado para poder conocer a alguien, personas, a lo mejor, más introvertidas o con otros perfiles que en un principio no se meterían en estas cosas donde te expones tanto, se metieron", explica Irene Fuente González, psicóloga residente en el Hospital Universitario de Navarra y autora del artículo ¿Sabes con quién haces match? Perfilado indirecto de personalidad en Tinder. "Son personas que tienden más a la inhibición, a no querer percibir riesgos, y se ha generado como cierto 'hay que tener cuidado con estos sitios'. Eso hace que estos ciertos perfiles abandonen estos sitios porque se puede llegar a percibir como algo con un cierto riesgo".

Uno de esos perfiles podría ser el de Samuel Gómez, un decorador cerámico y escultor de Jeréz de la Frontera de 21 años que entró por primera vez en Tinder hace dos años, cuando salió del armario.

"Al ser una persona bastante tímida, no llegaba a quedar para conocer a personas, o simplemente hacía mach con personas que estaban muy lejos"

"Como no tenía muchas cosas claras, utilizaba las redes para hacer amigos o simplemente ligar. Luego conocí Grinder, la app por excelencia de la comunidad gay. La verdad que al principio molaba, ya que muchas veces no tenías ni que empezar una conversación seria, ya que allí solo la utilizan para encuentros rápidos y para casa", declara Gómez, que, sin embargo, hace un par de meses decidió abandonar las apps de citas. "Pensaba en encontrar a alguien especial, pero nunca llegué a conocer a la gente al 100%, al ser una persona bastante tímida, no llegaba a quedar para conocer a personas, o simplemente hacía mach con personas que estaban muy lejos. Luego te hartas, porque la gente no habla con claridad o intenta aparentar cosas que realmente no son. Detrás de un móvil todos somos muy felices y muy guays, pero hay que conocer a la persona que hay detrás de la pantalla, antes de empezar nada".

Personas que entran buscando distintas cosas

La frustración es un sentimiento muy extendido entre los usuarios que han abandonado estas apps consultados por este medio. La razón más habitual es encontrar una actitud distinta a la propia en la persona con la que se ha hecho un match y se intenta entablar una conversación por el chat. En el fondo, el problema que subyace es que los usuarios tienen objetivos muy distintos al usar estas apps. Algunos buscan activamente quedar con alguien y si es en breve tiempo, mejor, mientras otros simplemente quieren recibir una dosis de autoestima y mantener breves conversaciones que rara vez terminarán en una cita real.

"Yo creo que hay muchas chicas que están utilizando mucho estas herramientas para conseguir más seguidores en redes sociales", defiende Pablo, un consultor de Toledo de 25 años que también ha optado recientemente por dejar de usar las apps de citas. "En Bumble, me ha pasado mil veces que sí que haces match y luego te dice hola y ese hola ya no tiene respuesta nunca más, porque habrá encontrado un chico más guapo, imagino. Para los chicos la cosa es que muchas veces no vas a ningún lado, escribes a chicas y haces match y no tienes respuesta. Hay que intentar no frustrarse porque, claro, como cojas y tienes un match con una chica, empiezas a hablar y luego te empiezas a interesar, estás como un poco emocionado tal, es que no, te la clavan".

"Para los chicos la cosa es que muchas veces no vas a ningún lado, escribes a chicas y haces match y no tienes respuesta"

Lucía, una gallega de 28 años que vive en Madrid y prefiere utilizar este nombre ficticio, admite que la tesis de Pablo es parcialmente cierta. En algunas ocasiones, ella misma ha utilizado las apps de citas sin una intención real de quedar con nadie, una conducta que le llevó también a abandonarlas por última vez. "Me he dado cuenta de que muchas veces recurro a estas apps, incluso cuando no tengo interés de quedar con nadie, como una forma de subirme la autoestima, de saber que soy gustada e incluso hablar con personas con las que en realidad no quiero quedar", declara Lucía. "Es como una especie de validación extraña que me parece un poco problemática".

A pesar de todo, casi todos los entrevistados consideran que su partida de las apps de citas es meramente temporal y, bien por aburrimiento o por interés genuino en conocer a alguien, volverán a usarlas.

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