Alexandre Topuria hizo honor a su mote, 'El Conquistador', en su debut oficial del pasado sábado en la UFC. La victoria ante Colby Thicknesse y, sobre todo, la manera en la que batió al pupilo de Volkanovski en el UFC 312 cautivó a la afición deseosa de ver hasta dónde podía llegar el hermano mayor del campeonísimo Ilia Topuria. Como Ilia, Aleksandre también lo soñó y trabajó en la sombra para empezar su sueño por todo lo alto. Ahora llega su momento.
El ruido, la fama y las victorias y los éxitos de Ilia Topuria nunca habrían existido sin Aleksandre, el mayor de los hermanos, el protector, el encargado de que el 'pequeño' de la casa alcanzara el sueño del título mundial. Nunca se separó de su lado, pero tampoco dejó nunca de entrenar con la mente puesta en los grandes escenarios de todo el mundo.
Testigo directo de ello fue 20minutos, que tuvo la oportunidad de seguir un día de la rutina de Aleksandre Topuria en el Climent Club de Alicante hace apenas un año y medio, cuando ya tenía más que claro que su momento, más pronto o más tarde, llegaría.
"Es mi camino del guerrero, acepto lo que está por venir", decía entonces, cuando ya esperaba la llamada de la UFC. Estaba cerca entonces, al menos eso parecía, pero la espera se alargó y su hambre nunca paró de crecer hasta este sábado, cuando devoró a su rival.
Fiel a su rutina militar, se levantaba cada mañana sin dejarse anular por el enemigo de la incertidumbre: "Si mañana me llama la UFC para pelear, yo mañana aceptaré", pero el teléfono no sonaba.
Mientras, demostró todo lo que tenía que demostrar en los octógonos de WOW y siguió su gran máxima: "Nunca cambies, nunca cambies, da igual el dinero que te entre, da igual sea lo que sea, nunca cambies", se decía a sí mismo humilde, trabajador, admirado por todos en el Climent Club.
Ahora, tras batir a Colby Thicknesse, la rueda vuelve a comenzar. Vuelta a la colchoneta, al sparring, a las largas y dolorosas sesiones de fisioterapia, al hambre feroz y la desesperación de las bajadas de peso... eso sí, con la satisfacción de que, ahora sí, está más cerca del sueño, pues ya roza la gran meta de su particular 'camino del guerrero'.