Están por todas partes. En los motores de los coches, en las tuberías por las que se canaliza el agua hasta los hogares o recubriendo los cables que llevan la electricidad. Lo fácil es verlos también en cualquier tipo de envases o en los invernaderos —los 'plásticos' donde se cultivan frutas y hortalizas— y hay que prestar más atención para ver la fibra de poliéster con la que se confeccionan todo tipo de prendas o material sanitario casi de cualquier clase, desde jeringuillas y guantes hasta implantes e hilo de sutura que campan en cualquier hospital. El plástico es uno de los principales sectores industriales de España, presente en casi cualquier actividad y afronta la carrera hacia la descarbonización y las obligaciones europeas para reducir su uso con promesas de innovación en materiales sostenibles, de ecodiseño y de reutilización dentro de la primera estrategia del sector que se presentó esta semana.
El sector del plástico supone el 5,6% de la industria manufacturara y el 15,9% al PIB industrial español, tiene una cifra de negocio de más de 34.000 millones de euros y más de 3.700 empresas, la inmensa mayoría de tamaño mediano pequeño y repartidas por todo el territorio, que convierten a España en el cuarto país de la UE con mayor número de compañías dedicadas al sector, que en 2022 registró más de 97.000 empleos directos y 350.000 indirectos. Frente a estas cifras, el plástico tiene ante sí el reto de reducir residuos y artículos no reciclables para cumplir las normas de la UE, donde en 2030 deberá haber un 5% menos de los residuos de envases que había en 2018 —antes de que en 2035 sea el 10% y en 2040, el 15%— y queden prohibidos los envases de un solo uso como bolsas de plástico utilizadas para frutas y verduras frescas, alimentos o las bebidas que consumidos en cafés y restaurantes.
Las obligaciones regulatorias están provocando cierta esquizofrenia en el sector. Por una parte, se pone en cuestión regulación de los últimos años, como el controvertido impuesto al plástico en España, que denuncia que es complicado de aplicar, discreto en su recaudación y abre la puerta a plásticos de otros países, no sujetos al gravamen. Por otra, redobla esfuerzos para convertirse en alumno aventajado de la descarbonización de la economía.
En el primer caso, la muestra la ha dado nada menos que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su decreto para prohibir las pajitas biodegradables para fomentar las de plástico, que ni siquiera están prohibidas en su país. Sí lo están en la UE y desde el sector no se oculta cierta esperanza de que cunda el ejemplo estadounidense, al menos para volver a permitir la vuelta de las de plástico. Frente a estas expectativas, otras mucho más confesables están en la estrategia sectorial elaborada por EsPlásticos, la plataforma que agrupa a los principales actores de la cadena de valor del plástico, para convertir a esta industria en una "circular, climáticamente neutra y competitiva".
Plásticos con menos componente fósil y más reciclables
A lo largo de los últimos casi cuatro años, EsPlásticos ha elaborado una estrategia sectorial para consolidarse "como un motor económico clave", según dijo su portavoz, Luis Cediel, en su presentación en el Ministerio de Industria. Para ello, el sector apuesta seguir avanzando en la producción y utilización de plásticos con menos componentes fósiles —hoy representan entre el 4 y el 6% del consumo europeo de petróleo y gas— y en su sustitución por derivados de origen renovable y el ecodiseño para hacer posible el reciclado de los artículos de plástico, que ya es el 25,7% en los de nueva fabricación. También se apoya en la innovación -el sector ya invierte 111 millones al año en I+D+i- para desarrollar plásticos de origen biológico, degradables y compostables.
La estrategia del sector pasa también por descarbonizar, hasta alcanzar la neutralidad climática en la 2050, de los procesos de productivos, utilizando electricidad de origen renovable -en el que también está presente, porque de plástico son, por ejemplo, las palas de los aerogeneradores de energía eólica- para reducir las emisiones de CO2.
De Industria a Transición Ecológica
Dentro del Gobierno, los fabricantes de plástico también conviven con una doble percepción. Por una parte, el Ministerio de Industria ve el sector como pieza del sector industrial, al que acogió en la presentación de su estrategia. Su titular, Jordi Hereu, 'inaugura' las páginas del documento asegurando que "juega un papel fundamental" como "tractor" de la economía y que "contribuye significativamente a la generación de riqueza y empleo de calidad".
Un par de kilómetros abajo por el Paseo de la Castellana, en el Ministerio de Transición Ecológica que dirige la política medioambiental mantiene lo que el sector ve como un pulso que merma su competitividad con el impuesto especial sobre los envases de plástico no reutilizables que se introdujo en 2023 y, más recientemente, en las negociaciones que dirige la secretaría de Estado de Medio Ambiente para implantar en noviembre de 2026 un sistema de depósito, devolución y retorno de botellas de plástico y latas de un solo uso para incrementar su recogida. El sector de la gran distribución, que debería aplicarlo con la instalación de lugares para retirar los envases, estaría intentando postergarlo, según fuentes conocedoras de los contactos. A su lado, en el sector del plástico tampoco se pone la mano en el fuego porque este sistema vaya a terminar implantándose, frente a la advertencia que lanzó recientemente la vicepresidenta tercera, Sara Aagesen, en una entrevista a El País, de que estará en pie en la fecha que marca la ley, noviembre de 2026.
"Concienciación" para "mejorar su imagen"
En su estrategia, el sector del plástico reconoce que tiene que "mejorar su imagen", después de años en los que se reconoce que el papel fue capaz de jugar mejor sus cartas y difundir su conversión hacia el material reciclado y también se achaca a ciertas acciones del Gobierno, sin ir demasiado lejos, sobre la demonización de los pellets, cuando considera que lo que sí era necesario es controlar que no se viertan al mar. El ejemplo más extremo, por "falso", apuntan en el sector, es la difusión de imágenes de patos, peces o tortugas anegados en remolinos de plásticos que aseguran que están manipuladas.
Por todo ello, dice en su hoja de ruta, "tiene la oportunidad de mejorar su imagen y darse a conocer a la sociedad mediante campañas de concienciación sobre una correcta gestión de los residuos plásticos, así como sus ventajas frente a productos sustitutivos". Considera "clave" conseguir "un mayor sentido de la responsabilidad de la sociedad fomentando la reducción de residuos, una mayor cultura del reciclaje y la concienciación para evitar el abandono de residuos".