¿Cómo pueden los estudiantes adaptarse a un entorno laboral en constante cambio? ¿Y los trabajadores? ¿Qué deben hacer las empresas, la administración y las universidades para reducir la brecha entre la oferta formativa y la demanda del sector productivo? Sobre estas y otras cuestiones debatieron varios expertos del sector educativo, empresarial y tecnológico en el foro organizado por 20minutos ‘Transformación educativa para la empleabilidad’. Una mesa redonda moderada por el director del periódico, Jesús Morales, y que tuvo a la formación continua como protagonista, invocada por todos los ponentes como la solución más eficaz para adquirir habilidades adaptadas a un mundo en permanente evolución y marcado por la tecnología y la globalización.
En representación de las instituciones educativas intervino Rosa Visiedo, rectora de la Universidad CEU San Pablo, que subrayó la importancia de hacer siempre una "escucha activa" de todos los actores implicados. "Se trata de escuchar a la sociedad, a las empresas, para conocer cuáles son sus necesidades", detalló. Una atención que, sin embargo, cae en saco roto si luego las universidades se mantienen pasivas sin dar respuestas. Por ello, para Visiedo es clave que los planes de estudio de los títulos universitarios estén en un proceso de "actualización constante", incluso los más tradicionales, y que se planteen nuevas carreras, especialmente de aquellos ámbitos en los que hay una demanda creciente en el mundo laboral, pero muy poca oferta de egresados. Porque, según aseguró la rectora, "son todavía muy pocos los estudiantes que cursan titulaciones del ámbito científico-tecnológico y que luego se incorporan al mercado laboral".
También Mercedes Marín, directora general de Formación de la Comunidad de Madrid, defendió la necesidad de fomentar la comunicación entre todos los ámbitos para estar al día de las necesidades de las empresas. "Es la única forma de poder satisfacer la demanda", aseguró durante su primera intervención, en la que también trajo a colación la existencia de las llamadas ‘microcredenciales’, formaciones breves que demuestran la adquisición de unas competencias determinadas.
En un contexto en el que las necesidades de las empresas cambian a una velocidad cada vez mayor, esta se erige como una alternativa que permite, por un lado, que los estudiantes adquieran las habilidades que necesita el mercado laboral; y, por otro, que los currículos educativos no tengan que estar en constante transformación a un ritmo demasiado rápido para el trabajo que requiere un cambio formativo de ese calado. Algo que para Virginia Luca de Tena, directora de la Fundación Mahou San Miguel, hila con la necesidad de que también los profesores se involucren en un proceso de actualización constante, a través de formaciones cortas, para luego poder transmitir ese conocimiento a sus alumnos.
"A la velocidad a la que está yendo la demanda y las tendencias que tienen que ver con la tecnología, vamos a tener a veces a graduados con habilidades obsoletas que van a tener que seguir incorporando otras de manera continua", sostuvo por su parte Rosario Sierra, directora de Negocio Corporativo de LinkedIn España y Portugal. Según Sierra, esas ‘microcredenciales’ no son más que una herramienta para eliminar las competencias que ya no son necesarias y adquirir nuevas, como ya ocurrió en la pandemia, cuando la sociedad tuvo que incorporar en su día a día determinadas habilidades tecnológicas para poder comunicarse. Porque, según señaló, el 70% de las habilidades que necesitaremos en 2030 no serán las mismas que ahora, algo evidente teniendo en cuenta que uno de cada diez puestos de trabajo que realizamos hoy en día no existía en el año 2000.
La clave, según insistió Mercedes Marín, es garantizar que la sinergia entre el mundo académico y el laboral sea cada vez más estrecha. "No nos podemos permitir el lujo de trabajar aisladamente", subrayó. En esa línea, Alberto González de Mena, responsable de Formación de BBVA, habló de la importancia de saber "desaprender" para ir incorporando competencias más transversales que, asegura, son clave, como el trabajo en equipo o la capacidad analítica. Según la directora de la Fundación Mahou San Miguel, son precisamente todas las habilidades relacionadas con el pensamiento crítico o la resolución de problemas —las llamadas soft skills— las que más ayudan a adaptarse en un mundo laboral cambiante. "Tenemos que trabajar para que los alumnos salgan ya con esas capacidades, pero una vez en el mundo laboral hay que seguir con otras como la resiliencia, la tolerancia a la frustración, el emprendimiento, la creatividad… competencias importantes para adelantarse a lo que viene", defendió Luca de Tena.
Son, tal y como apuntó la rectora de la CEU San Pablo, "habilidades que no están sometidas a la obsolescencia del conocimiento técnico y tecnológico", lo cual hace que sean tremendamente útiles en un contexto de desconocimiento acerca de cómo van a ser las profesiones del futuro. "Lo que sí sabemos es que las empresas van a seguir queriendo gente con capacidad de solucionar problemas, que sepan comunicarse, liderar grupos de trabajo y tengan esa voluntad de seguir aprendiendo constantemente", concluyó.
"La formación tiene que adaptarse"
La administración juega un papel clave en todo el proceso de formación a lo largo de la vida. Así lo defiende Marín, que subrayó que el trabajo de las administraciones, en ese sentido, tiene que ir "a dos velocidades": desarrollando los currículos educativos, por un lado; y definiendo toda la parte de especialidades que pueden ofrecer, por otro. Para la directora general de Formación de la Comunidad de Madrid y experta en enseñanza bilingüe, es igualmente importante fortalecer la competencia lingüística en lenguas extranjeras, especialmente en el inglés.
"España necesita que eso se consolide y que haya un nivel mínimo en todos los sectores, sea logística, hostelería o empresas tecnológicas". En definitiva, sostiene, "la formación tiene que adaptarse a las necesidades empresariales" para entender que la educación reglada puede complementarse con las microcredenciales que permitan a los estudiantes y futuros trabajadores poder adaptarse y cumplir con las exigencias de la empresa. «El concepto de formación continua tiene que estar presente, permanentemente ya en nuestra cultura educativa y empresarial", insiste.
"Es muy importante que haya una escucha activa"
La capacidad de aprendizaje continuo es, según Visiedo, "un vector fundamental" para garantizar la competitividad y no quedarse atrás. Por ello, para Visiedo "es importantísimo que empresa y universidad tengan entre sí una escucha activa" y que las universidades proporcionen programas específicos que potencien las habilidades que no están "sometidas a la obsolescencia del conocimiento técnico y tecnológico", como el pensamiento crítico, por ejemplo.
En la CEU San Pablo cuentan con varias iniciativas en ese sentido. Una de ellas es un Consejo Asesor de Empleabilidad, formado por representantes de empresas de distintos sectores, con quienes analizan el mercado laboral para poder informar luego a sus estudiantes y que tomen la mejor decisión formativa. En esa línea, también suelen conceder aulas a varias compañías para que desarrollen allí un programa formativo diseñado con los responsables académicos. "Y luego tenemos un programa de mentorización profesional, llamado GPS, para los de los últimos años y que pretende servir de orientación cuando están a punto de terminar la carrera y sepan dar sus próximos pasos en el mundo laboral".
"El 22% de los profesionales se está formando"
Para Rosario Sierra, es crucial que la cultura del aprendizaje continuo impregne todos los ámbitos: el educativo, el laboral y el de la administración… pero también el individual de cada trabajador. "Es la responsabilidad de nuestro propio desarrollo, porque si no estás pendiente y aprovechando las tendencias que tu comunidad te está proporcionando, el resultado será que te estancarás, no estarás actualizado y posiblemente no seas feliz", asegura. La directora de Negocio Corporativo de LinkedIn España y Portugal también detalló que en los últimos tres años los puestos que más han crecido son el de agente de viajes, especialista en software, técnico de aeronaves, especialistas en IA y con cualquier asunto relacionado con las operaciones de seguridad informática.
Además, cuenta, según los datos que manejan en LinkedIn, "el 22% de los profesionales están tomando las riendas de su carrera y se están formando, tanto en habilidades duras como en las blandas". Estas últimas, detalla, son las más interpersonales, que pueden llegar a potenciarse, como podrían ser el liderazgo, la pronunciación a la hora de hablar o la capacidad de análisis.
"Necesitamos facilitar competencias transversales"
Según González de Mena, nos encontramos actualmente "en mitad de una tormenta perfecta" entre los cambios demográficos y la transformación del mercado laboral. "Y todo esto nos está requiriendo una serie de habilidades que van más allá de lo técnico. Tenemos el reto de facilitar que las empresas garanticen unas competencias más transversales", asegura.
Otro de los desafíos señalados por el responsable de Formación de BBVA son las diferencias intergeneracionales a la hora de percibir ese necesario aprendizaje continuo, más arraigado entre los jóvenes. "Están conviviendo distintas generaciones y nuestro reto es que podamos generar un ecosistema formativo donde cada una de ellas se vea identificada con la forma de aprender que tiene", apunta González de Mena, que explica también que en BBVA están facilitando "todos los puentes" a sus trabajadores para que puedan optar por la metodología de aprendizaje más cómoda. Porque el talento, dice, "no va a esperar por nosotros", con lo cual hay que dotar a los empleados de las competencias que le permitirán "adaptarse y salir exitoso en el futuro".
"La formación de los docentes es crucial"
Para que los futuros profesionales salgan con las competencias que ahora mismo demanda el mercado laboral, es fundamental que haya una comunicación bidireccional entre las empresas y las instituciones educativas. Así lo defiende Virginia Luca de Tena, que incide en que, gracias a esa conexión, las empresas pueden saber si los estudiantes están adquiriendo las competencias que necesitan y fortalecer la formación continua entre sus propios empleados. "También es crucial la formación de los docentes para que ellos mismos puedan formar parte de esas nuevas formaciones que ayudan a estar al día con todas esas nuevas necesidades que demanda el mercado laboral", subraya.
En definitiva, para Luca de Tena es necesario que los perfiles que salgan al mercado laboral sean "transversales", en cuanto a competencias, para que así puedan adaptarse más fácilmente a los cambios que se vayan produciendo. No es más que "disminuir la brecha entre formación y los nuevos perfiles", en un proceso en el que, señala, también es clave toda la parte de la orientación para que cualquier decisión se tome siempre contando con toda la información.