Esta es la importante diferencia entre autocompasión y victimismo

La autocompasión es el proceso psicológico por el cual somos capaces de contemplar nuestro dolor y emocionarnos, conmovernos por vernos pasándolo mal y desde ahí, tratarnos de una forma benevolente, empática y amorosa.

En cambio, el victimismo es una actitud negativa ante el dolor o el fracaso. Cuando somos victimistas nos centramos en el sufrimiento, no sabemos ver más allá, nos focalizamos en nuestras dificultades y sentimos que 'esto solo me pasa a mí' o 'siempre me sucede todo lo malo a mí”'.

Para conocer las diferencias reales entre victimismo y autocompasión, términos mucho más antagónicos de lo que podríamos pensar, hemos entrevistado a cuatro psicólogos expertos en el tema. Jose Juan Muro Ortiz, psicólogo sanitario y director de Estar Contigo Terapia; Belén Del Río, psicóloga infanto-juvenil de Granada; Lara Ferreiro, psicóloga y escritora; y Buenaventura del Charco Olea, psicólogo sanitario, divulgador y escritor de dos libros, 'Te estás jodiendo la vida' y 'Hasta los cojones del pensamiento positivo'.

La autocompasión nos hace más resistentes a la decepción

El psicólogo Muro Ortiz comienza explicando que "la autocompasión es el proceso psicológico en el que somos capaces de contemplar nuestro dolor y emocionarnos, conmovernos por vernos pasándolo mal. Por desgracia, cuando fallamos, tendemos a caer en procesos autocríticos en los que nos machacamos por 'hacerlo mal'".

Esas actitudes se ponen en marcha como un mecanismo defensivo, para intentar 'hacernos espabilar' pero, en el fondo, son más dañinas, porque "aparte del malestar que estamos experimentando, añadimos el dolor extra del automachaque y la culpabilidad que nos estamos provocando".

"Esto no sólo es una crueldad, sino que además nos hace menos eficaces, porque nuestro sistema de alerta-ansiedad, se activa al sentir 'la amenaza' de nuestra voz autocrítica, lo que hace que liberemos cortisol y se den otros procesos a nivel mental. Nos bloqueamos y nos hace más torpes e ineficaces. Por eso la autocompasión es una herramienta tan potente", comenta Ortiz.

Autocompasión y amor propio

Como lo define el psicólogo sanitario Ventura del Charco, "la autocompasión es una de las bases del amor propio real, los cimientos en los que se constituye la autoestima y la seguridad y confianza en uno mismo. Sin embargo, es un proceso que puede malinterpretarse si se enfoca de una manera incorrecta".

¿A qué se refiere el psicólogo? "Con frecuencia se emplean metáforas como 'el niño interior', que pueden crear el concepto equivocado de quedarnos en una actitud lastimera, desempoderada e indefensa ante el malestar. Es bueno conmovernos por esa figura de nuestro niño interno y mirarlo de forma compasiva, pero hemos de recordar que somos adultos y que, por tanto, tenemos la capacidad de hacer cosas con lo que nos ocurre".

Debemos permitirnos sentir nuestra propia debilidad y tristeza, mirarnos de forma tierna, lo cual no significa que debamos instalarnos en ello. Hay personas que están encontrando en una autocompasión mal entendida una actitud victimista, de cierta renuncia y no responsabilización de enfrentar los problemas que nos generan ese dolor.

¿De qué sirve conmoverme y llorar por mí si luego no enfrento aquéllo que me hace daño? "La autocompasión también tiene una faceta 'más ruda' de indignación por aquello que nos hace daño, movilización para hacernos cargo de lo que nos está ocurriendo y hacer lo que toca para protegernos: poner límites, tomar decisiones, esforzarnos y pelear...", dice Olea.

Victimismo, o cuando la culpa es 'del otro'

El victimismo "es una actitud negativa ante el dolor o el fracaso. Cuando somos victimistas nos centramos en el sufrimiento para no salir de nuestra zona de confort y vivimos a través de quejarnos de lo que no nos gusta, en lugar de hacer algo por cambiarlo", comienza explicando Lara Ferreiro.

Una característica común de la persona victimista es que culpa a factores externos de su fracaso. "Niega o minimiza su responsabilidad en cualquier conflicto y siempre piensa que son otros los culpables de su sufrimiento".

Diferencias entre autocompasión y victimismo

¿Cómo sabemos que alguien es autocompasivo? La psicóloga Ferreiro lo define así: "Una persona autocompasiva reconoce que tiene dificultades, pero también es consciente de su responsabilidad y capacidad para superarlas. Por otro lado, el victimista mantiene una actitud pasiva y echa la culpa a los demás o a la vida".

La autocompasión lleva a una actitud más positiva, y busca maneras de sanar y mejorar. Por su parte, el victimismo crea sensación de desesperanza e impotencia y puede llevar a la depresión o a la ansiedad.

Para dejar clara la diferencia entre ambas actitudes, Ferreiro pone un mismo ejemplo con dos respuestas. "Tienes un error grave en el trabajo y te sientes muy mal por ello. Sin embargo, intentas aprender de esa experiencia, aceptas que todos cometemos errores, te das tiempo para procesarlo y después sigues adelante. En este caso, hablamos de autocompasión".

Y continúa: "Si, por el contrario, tienes ese error en el trabajo pero piensas que es porque tu compañero no lo ha hecho bien, tu jefe no te ha dado el tiempo suficiente y nada de lo que haces sale nunca bien, no puedes hacer nada por solucionarlo, hablamos de victimismo".

"Si cada vez que tenemos un problema o nos enfrentamos a una situación complicada intentamos observarla y analizarla desde la autocompasión, en lugar desde el victimismo, será muy beneficioso para nuestro bienestar emocional", concluye la psicóloga.

La importancia de la educación para evitar el victimismo

La psicóloga Belén del Río, habla de la importancia de atajar el victimismo desde la infancia. "El desarrollo de estrategias de afrontamiento y de autorregulación empieza en la infancia, por lo que debemos procurar fomentar actitudes autocompasivas y no victimistas en los más pequeños".

Se trata de un aprendizaje que será fundamental "para que adquieran una actitud proactiva ante la vida, basada en el autocuidado y la autoeficacia, y no en la indefensión. Los adultos somos ejemplo para niños y adolescentes, ellos captan nuestra forma de percibir y responder ante las situaciones que se dan en nuestro día a día. Cada dificultad será una oportunidad de enseñanza si en nuestro discurso transmitimos que la mejora está en nosotros".

Durante los primeros años de vida, los adultos somos los narradores de todo lo que le sucede a un niño, y esta narrativa quedará integrada en su forma de entender el mundo. Ante un evento, debemos identificar y reconocer las emociones que ha sentido.

La experta añade que "ante actitudes pasivas o de indefensión, debemos reconducir el discurso poniendo el foco en él y no en lo externo. Podemos hacerlo a través de preguntas o sugerencias, que resalten su capacidad de decisión y autocontrol. Será importante reforzar todo intento por mejorar la situación, incluyendo el haber pedido ayuda o apoyo, sin asumir los adultos la gestión o la total resolución".

¿Quieres recibir los mejores contenidos para cuidar tu salud y sentirte bien? Apúntate a nuestra nueva newsletter.

Zircon - This is a contributing Drupal Theme
Design by WeebPal.