España, ni tan bien ni tan mal

A mitad de año, Pedro Sánchez afirmó que la economía española ya no iba como una moto, sino "como un cohete". Le llovieron las críticas por ese eslogan triunfalista, pero las cifras macroeconómicas no han hecho más que darle la razón. La fortaleza de España está sorprendiendo en positivo y, cuando ya falta muy poco para acabar 2024, todos los indicadores están saliendo mejor de lo esperado. CaixaBank estima que el crecimiento podría superar el 3% y rondar el 2,5% en 2025. La bonanza española contrasta con el estancamiento alemán, prácticamente recesivo; la debilidad francesa, cuyo enorme déficit público le obliga a pagar más por la deuda que España; o el parco crecimiento italiano, por solo citar las grandes economías de la eurozona. Y, sin embargo, la opinión mayoritaria entre la ciudadanía es negativa, hay una clara disonancia entre percepción y datos cuando se pregunta sobre la situación general, lo cual se debe a tres factores.

El primero es el peso de la cesta de la compra, con una palabra mágica que se llama inflación. La vida se ha encarecido muchísimo desde 2022 y, aunque el brutal incremento de los precios se ha desinflado, la inflación no acaba de bajar, es pegajosa, por lo que la pérdida de capacidad adquisitiva es indudable pese a los aumentos salariales. En Estados Unidos, con una economía muy boyante, ya hemos visto cuán importante ha sido el peso de la inflación en el triunfo de Donald Trump. El segundo factor es el problema estructural en el que se ha convertido el acceso a una vivienda para muchos grupos sociales. No es algo que solo ocurra en España, pero aquí es muy grave, y no hay soluciones a corto plazo, por lo que el malestar social va a ir en aumento.

Y el tercer elemento de distorsión entre realidad macroeconómica y percepción negativa es la política. Estamos mal. Crispación, polarización, demagogia. El PSOE ha celebrado un congreso de resistencia alrededor del líder frente a lo que califica de "cacería humana en sede judicial", refugiándose en el victimismo ante la acumulación de casos. La debilidad del Gobierno es enorme, con las encuestas en contra y la sensación de que la legislatura puede irse a pique en cualquier momento. Y, sin embargo, Sánchez resiste, demostrando una fortaleza física y psicológica extraordinaria. Ninguno de sus socios está dispuesto a apuntarse a la moción de censura que propone Núñez Feijóo porque la alternativa es un gobierno del PP con Vox, que crece en intención de voto tras la negligente actuación de Carlos Mazón en la DANA de Valencia. Pese a la delicada situación política, una vez se dilucide el liderazgo interno en ERC, se aprobarán los Presupuestos para 2025, que serán expansivos, y bien o mal iremos tirando hasta 2027.

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