Históricamente, la investigación médica ha utilizado el cuerpo del hombre como modelo estándar, extrapolando sus hallazgos al cuerpo humano en general. Este enfoque ha dejado importantes lagunas en nuestra comprensión de la salud de las mujeres. Muchos tratamientos y diagnósticos se han basado en estudios realizados exclusivamente en hombres, lo que ha generado resultados ineficaces o diagnósticos erróneos para la mitad de la humanidad.
Aunque actualmente ya es más común incluir mujeres en las muestras de investigación, todavía persisten desigualdades importantes. Las enfermedades que afectan principalmente a mujeres, como la migraña o el síndrome de fatiga crónica, reciben menos financiación que aquellas que afectan a hombres, independientemente de su gravedad o nivel de incidencia. Por ejemplo, la investigación de cánceres ginecológicos recibe menos apoyo que otros tipos de cáncer de similar mortalidad. Esta disparidad tiene consecuencias importantes ya que perpetúa la falta de tratamientos efectivos y de conocimiento sobre la salud de las mujeres.
Del mismo modo, áreas como la menstruación y la menopausia se siguen investigando poco o no se investigan lo suficiente, a pesar del impacto que tienen en el cuerpo de las mujeres y la vida de, al menos, una mitad de la humanidad. Esto afecta al diagnóstico y al tratamiento de condiciones como la endometriosis, un trastorno que causa dolor intenso y problemas de fertilidad y del que todavía sabemos demasiado poco.
Un estudio pionero
Afortunadamente, cada vez más investigaciones buscan cerrar esta brecha en el conocimiento. Un ejemplo reciente es la iniciativa de ciencia ciudadana Manuela, una investigación pionera en España centrada en la microbiota y la salud de las mujeres.
La microbiota humana es el conjunto de microorganismos —bacterias, virus, fagos, hongos y arqueas— que habitan en diversos ambientes del cuerpo humano, como el intestino, la piel, la boca o el aparato genitourinario. Este ecosistema juega un papel esencial en funciones vitales, como la digestión de alimentos, la síntesis de vitaminas, la protección contra patógenos y la regulación del sistema inmunológico.
La iniciativa de ciencia ciudadana Manuela investiga la relación entre la microbiota, la alimentación, el estilo de vida y la salud de las mujeres, prestando especial atención a los cambios durante la menstruación, la menopausia, el embarazo y la lactancia. Se trata de una colaboración multidisciplinar liderada por CSIC y que involucra a varias instituciones de investigación sanitaria, la Universidad de Oviedo y la Universitat Politècnica de València.
La primera fase ya está en marcha y consiste en una encuesta dirigida a mujeres de todas las edades y abierta a la participación ciudadana hasta enero de 2025. En la segunda fase, un grupo de participantes serán seleccionadas para enviar muestras fecales, vaginales y orales que serán analizadas. Los resultados de estos análisis, además de ser utilizados en la investigación del Proyecto Manuela, serán compartidos con las participantes para que puedan conocer su microbiota. De esta forma, la iniciativa quiere también responder a las necesidades de la población y acercar el proceso científico a la sociedad.
La microbiota: una aliada desconocida
Existen conexiones entre las diferentes microbiotas y hay indicios de que su impacto no está delimitado únicamente a la parte del cuerpo en la que se encuentra. Por ejemplo: la microbiota oral puede influir en la aparición de caries, pero también hay estudios que la relacionan, según su composición, con un mayor riesgo de sufrir enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y otras patologías, así como con un mayor riesgo de parto prematuro.
Uno de los objetivos actuales de la investigación sobre la microbiota en las mujeres es entender cómo los desequilibrios en su composición, denominados disbiosis, pueden contribuir a problemas de salud como infecciones vaginales recurrentes, enfermedades de transmisión sexual e incluso complicaciones en el embarazo, y su impacto durante la menopausia. Esta información es muy valiosa porque comprender cómo influyen determinadas combinaciones de microbiota en el desarrollo de enfermedades podría contribuir al diseño de nuevos tratamientos y métodos de prevención, incluidas las estrategias dietéticas y de estilo de vida, así como el uso de suplementos y otras herramientas más clínicas y/o farmacológicas.
Aunque queda mucho trabajo por hacer, a medida que nuestro conocimiento sobre la microbiota avanza, se abre un camino que puede tener un impacto clave en nuestra comprensión de la biología humana. Y, esta vez, la salud de las mujeres es una parte fundamental de la investigación.
Sara Sánchez López es investigadora del CSIC en el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA-CSIC) y forma parte de la iniciativa Manuela.