La todavía vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, enfila esta semana ya casi definitivamente su camino de salida del Gobierno y de entrada en la Comisión Europea después de meses prácticamente desaparecida de la vida pública. Debido a la gravedad de la situación y porque tiene que ver en buena medida con sus competencias, este perfil bajo se ha acentuado desde que el 29 de octubre una DANA arrasó la provincia de Valencia. Que en el origen del desastre se encuentre el cambio climático o que en la gestión inicial estuvieran implicados dos organismos de su ministerio, la AEMET y la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), no ha sacado a Ribera de la 'clausura' que observa prácticamente desde que fue nominada por Pedro Sánchez para ser la próxima comisaria española, a partir de cuando empezó un periodo de interinidad en Transición Ecológica que mantiene en suspenso importantes regulaciones que espera el sector de la energía.
El martes por la tarde, Ribera cerrará la ronda de audiencias que desde el 4 de noviembre empezaron a pasar todos los candidatos a comisarios en la Eurocámara. La vicepresidenta llega a este examen parlamentario tras meses de preparación, pero también en medio de una crisis en España, también medioambiental, que ha evidenciado aún más su desaparición de la esfera pública de los últimos meses y ha sacado a relucir que también en su mandato al frente de Transición Ecológica el Gobierno postergó hasta no realizar las obras identificadas y diseñadas desde hacía más de una década para haber evitado riadas como la que se precipitó por el barranco del Poyo.
Desde que el 29 de octubre las lluvias torrenciales desbordaron ríos y torrentes en la provincia de Valencia, Ribera ha aparecido en fotos y vídeos difundidos por el Gobierno al lado del presidente del Gobierno en las reuniones diarias en Moncloa del comité de crisis o en varias visitas a la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Pero salvo una entrevista edte viernes en la radio, después de que el PP empezara a acusarla de mala gestión en la DANA, no ha habido ni declaraciones ni comparecencias públicas. Sí tuits en los que, por ejemplo, el fatídico 29 de octubre difundió las alertas de la AEMET, expresando su "dolor y conmoción" un día después o para anunciar el despliegue de las Brigadas de Refuerzo de Incendios Forestales (BRIF). También llamadas y mensajes aquel fatídico martes al presidente valenciano, Carlos Mazón, para que activase la alarma que se han conocido en las últimas horas.
Las intervenciones públicas las ha delegado en su secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, tanto las visitas a Valencia como una comparecencia en el Congreso que estaba programada desde hacía tiempo pero que terminó anulando la agenda para centrarse sólo en la DANA.
Tal y como le reprocha el PP -"no se ha dignado a pisar Valencia"-, Ribera tampoco ha viajado a la zona del desastre, donde por otra parte no ha sido requerida por la Generalitat valenciana. Ni el Ministerio de Transición Ecológica ni ella misma forman parte de los cinco grupos de respuesta inmediata que el presidente valenciano, Carlos Mazón, pidió formar con los ministros de Interior, Transportes, Asuntos Económicos, Trabajo Vivienda, Sanidad y Derechos Sociales, para trabajar con sus contrapartes en el gobierno valenciano, los consellers de cada una de estas áreas.
Perfil bajo desde hace meses
La ausencia pública de Ribera en la crisis por la DANA no es puntual, sino la continuación de una forma de estar en el Gobierno, sin comparecencias públicas, sin intervenciones en el Congreso o, tal y como lamentan desde el sectores de su competencia, sin tomar importantes decisiones pendientes, desde la convocatoria de sendas subastas de la electricidad de la industria de cogeneración de la que depende la continuidad de más de un centenar de instalaciones o la eólica marina hasta determinar la cifra oficial de recogida de plásticos como paso previo a reforzar el sistema de recogida en el contenedor amarillo. En alguno de esos sectores, se la acusa de aferrarse al sillón de vicepresidenta cuando su cabeza ya está en Bruselas.
En los últimos meses, Ribera tampoco se ha prodigado por el Congreso, donde hace tiempo que la oposición no le dirige preguntas en la sesión de control al Gobierno o porque, como sucedió hace unas semanas, no consideró conveniente asistir al debate sobre el veto que planteó Vox a uno de sus últimos proyectos de ley, para modificar el sistema de comercio de emisiones de CO2. Desde hace meses, la vicepresidenta brilla por su ausencia en la agenda del Gobierno que cada día da cuenta de la actividad pública de presidente y ministros y también se ha 'caído' de actos sectoriales anunciados, como la inauguración de la XI edición del Foro Solar de Unión Española Fotovoltaica (UNEF). Fue sustituida por su secretaria de Estado de Energía, Sara Aagesen, que desde que hace meses se confirmó que Ribera sería comisaria se ha erigido como la imagen pública de las competencias en la materia que, en última instancia, dirige Ribera.
La última vez que desempeñó el papel público que solía tener antes de que iniciara su larga marcha a Bruselas fue en la cumbre bilateral Hispano-Lusa de finales de octubre en Faro. Por el contrario, no acudió a una de las citas multilaterales en las que más cómoda se siente y con las que más volcada ha estado, la COP de Biodiversidad de Cali que empezó antes del desastre de la DANA y en la que, de nuevo, la delegación española estuvo encabezada por Morán. El silencio que guarda el Ministerio de Transición Ecológica sobre su ausencia de la esfera pública o su labor concreta en la actual crisis tampoco permiten saber qué representación enviará el Gobierno a otro cónclave en el que Ribera es experta y ha brillado en años anteriores, a la Cumbre del Clima (COP29) que se celebrará en Azerbaijan entre el 11 y el 22 de noviembre.
En todos estos meses de perfil bajo en España ha estado jalonado por varios actos más de despedida o de homenaje como el premio que recibió del colectivo feminista Club de las 25. Ribera tampoco ha eliminado del todo su perfil internacional, como un acto sobre el Acuerdo de París en la capital francesa o yendo y viniendo a Bruselas. No para participar en los últimos consejos de Medio Ambiente y Energía, donde de nuevo volvió a delegar en sus secretarios de Estado, pero sí a actos fuera de agenda y otros públicos, como la reunión con todos los candidatos socialdemócratas a comisario en la que participó el mes pasado.
Trámite final antes de instalarse en Bruselas
Esta semana dará un paso más, uno de los definitivos, con la audiencia como candidata a vicepresidenta de la Comisión Europea y comisaria de Transición Ecológica y Competencia en el Parlamento Europeo, el puesto que previsiblemente ocupará desde el 1 de diciembre, a partir de cuando Sánchez tendrá que hacer la esperada remodelación de su Gobierno, de la que no se sabe si afectará solo al Ministerio de Ribera o irá más allá.
Ribera tendrá que enfrentarse al hearing más exigente de los 26 que se están celebrando estos días y en su examen participarán hasta ocho comisiones de la Eurocámara, las principales de Economía, Medio Ambiente y Energía.
Su perfil en Bruselas tendrá matices con el que ha sido su papel en el Gobierno español y una de las grandes incógnitas es cómo afrontará el giro relativo a la energía nuclear. En la UE manda la idea, sobre todo impulsada por Francia, de que esta fuente debe ser "de transición" hacia las energías limpias, pero Ribera se ha mostrado siempre en contra de la tesis. Ahora la tendrá que matizar, porque además el futuro comisario de Energía, Dan Jorgensen, valida ese 'camino intermedio'. Ribera es consciente de que si quiere tener el favor de París necesita subirse a ese carro. No parece que vaya a ser incompatible con una apuesta por las renovables, que ha sido un pilar decisivo para España sobre todo desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania.
Si pasa el examen, será de facto la 'número 2' de la Comisión pero su labor será muy complicada a la vista de las prioridades de Bruselas para los próximos años y tendrá que convivir con otros pesos pesados, sobre todo el francés Stephane Sejourné, responsable de Industria y se situará en paralelo a la española. Ambos apuntan a ser los dos pilares de Ursula Von der Leyen 2.0 y el papel de Ribera puede chocar, a veces, con la razón de ser del nuevo Ejecutivo comunitario.
En Bruselas se hablará mucho menos el lenguaje 'verde' y mucho más el de la autonomía estratégica, la industria y la economía. El peso de Ribera será más relevante en el ámbito de la Competencia y la lucha contra las grandes tecnológicas, pero no tanto desde el punto de vista de un Pacto Verde, que desaparece de las prioridades teóricas de la Comisión.
Ribera será la nueva Margrethe Vestager: un azote para los Amazon, Google o Meta. Y con un elemento que en la UE del futuro necesita revisarse sí o sí, como son las ayudas de Estado -algo que tendrá que revisar de la mano del Banco Europeo de Inversiones que preside Nadia Calviño-. La Competencia es también lo que pone coto a las prácticas desleales con "los valores" de la UE frente a las dinámicas de China y Estados Unidos.