El caso del pequeño diablo negro: el sorprendente apareamiento de este pez abisal avistado por primera vez

Fue literalmente increíble. Un pez abisal oceánico en la superficie del mar. El pasado 26 de enero se produjo en Canarias el avistamiento de un diablo negro o rape abisal adulto a plena luz del día y a dos kilómetros de la costa tinerfeña. Ocurrió cerca de la costa de playa San Juan, en el municipio tinerfeño de Guía de Isora.

"Podría tratarse del primer avistamiento registrado en el mundo de un diablo negro vivo, a plena luz del día y en superficie. Un pez legendario que pocas personas habrán tenido el privilegio de observar con vida", comentaba hace unos días la ONG Condrik Tenerife, especializada en la investigación y conservación de tiburones y rayas en Canarias, que publicó un vídeo del inusual avistamiento.

Melanocetus johnsonii (literalmente "monstruo marino negro") es una especie de pez abisal que pertenece a la familia de los melanocétidos. Fue descrito por primera vez por el naturalista inglés James Yates Johnson en 1864.

El diablo negro vive en las profundidades de todos los océanos del mundo, normalmente a entre 200 y 2.000 metros. Habita los mares tropicales y subtropicales, y hasta la fecha solo se habían avistado tan cerca de la superficie larvas o ejemplares adultos muertos de este rape abisal, explica en Instagram la bióloga marina Laia Valor.

Un depredador... en realidad, una depredadora

El rape abisal da miedo, pero es inofensivo para los humanos. Es de color negro u ocre muy oscuro, lo que le hace prácticamente invisible (a las profundidades en las que vive no llega la luz del sol). Este depredador muestra una gran boca llena de afilados dientes y una especie de antena repleta de bacterias. Este apéndice es bioluminiscente y le sirve para atraer a sus presas que, en la oscuridad, acuden como polillas a la luz.

La diferencia de tamaño entre hembras y machos es sorprendente. Las hembras alcanzan un tamaño máximo de 18 cm, mientras que los machos son la décima parte. El macho más grande del que se tiene noticia mide sólo 2,8 cm. Y eso porque ya saben los biólogos marinos que hay machos, porque al comenzar a estudiar esta especie estaban atónitos: solo encontraban hembras.

Por mucho que buscaban en esas profundísimas aguas, los científicos sólo hallaban diablas negras. Lo único que vieron era que éstas tenían pequeños parásitos pegados al cuerpo. Finalmente descubrieron que no, que eran en realidad los machos de la especie... pero también unos parásitos.

Un apareamiento extremo que acaba con el macho

Lo que estaban descubriendo era la extraña manera en que se aparea esta especie, una de las extremas del reino animal. Resulta que los machos de este rape abisal no poseen un aparato digestivo. Son incapaces de vivir prolongadamente de manera independiente. Por esa razón se convierten en parásitos de la hembra.

Lo que sí poseen es un olfato muy desarrollado, gracias al cual pueden detectar el más mínimo olor en el agua marina. Los machos se valen de esa privilegiada nariz para identificar a las hembras siguiendo sus rastros de feromonas.

Cuando la encuentran, se pegan a su cuerpo y segregan una enzima que es digerida por la piel de la hembra. De ese modo los pequeños diablos negros pueden fusionarse inclusive a nivel de los vasos sanguíneos. Porque su verdadera función es la de convertirse en un recipiente de esperma.

Tras fusionarse con la hembra, el macho de este rape abisal se atrofia y su cuerpo solo queda con las gónadas. Éstas almacenarán semen hasta que las hormonas de la hembra decidan "servirse" para ser fecundada.

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