La banalización de la cirugía estética, alimentada por las clínicas 'low cost': "Quienes operan no son cirujanos"

Uno viaja a Estambul bombardeado por la ímproba sucesión de imágenes y vídeos compartidos por quienes ya han visitado la ciudad turca y se empeñan en se extinga el gusto por lo desconocido. Terminado el viaje, la cola de embarque es un buen lugar para pensar en los atardeceres que ha degustado en el Bósforo, en esa piedra que ha lanzado desde Europa y ha colado en Asia y en los perros callejeros estambulíes, musulmanes también algunos de ellos, que aúllan con la llamada al rezo.

Pero el escapismo acaba, la cola avanza, y uno mira a su izquierda y ve a un hombre con la cabeza rodeada por una cinta y con puntos ensangrentados en el parietal; y ve también a otro con ojeras marcadas y la nariz cubierta por un enorme apósito; y allí, a la derecha, aguarda su turno una mujer en camiseta de tirantes por la que asoman unas vendas que presionan sus pechos.

Ellos han cambiado el hamam por el quirófano; el palacio de Topkapi, por el bisturí. Son actores protagonistas del denominado turismo sanitario, capitalizado por las cirugías estéticas. Nada nuevo. Nada malo. Pero peligroso si se hace de manera inconsciente y se cae en la trampa de las campañas comerciales agresivas y de los paquetes engañosos de "Vuelo + Hotel + Rinoplastia: 3.000 euros".

"Yo no dudo de que en Turquía o en cualquier otro país al que los pacientes van a operarse hay clínicas excepcionales que los tratarán adecuadamente. Pero, evidentemente, aquellas que ofrecen este tipo de paquetes por un precio menor de lo que cuesta solo operarse en España, está claro que no operan en las mejores condiciones", cuenta a 20minutos el doctor José Manuel Sampietro, cirujano plástico en la clínica Martín del Yerro & Amselem de Madrid.

El asunto no es baladí. El porcentaje es ínfimo, pero no por ello despreciable. A principios de agosto, una ciudadana española falleció en Turquía por problemas respiratorios al día siguiente de ser intervenida quirúrgicamente. Hace algo menos de dos semanas, fue una mujer británica la que murió tras someterse a varias operaciones a la vez. Y el año pasado, según el Ministerio de Asuntos Exteriores, cuatro españoles perdieron la vida por este motivo y un número similar sufrieron graves secuelas.

"Hay que tener muy bien previsto el posoperatorio. Hay cirugías que no permiten hacer un vuelo de regreso inmediatamente después de realizarse. Yo, por ejemplo, opero a pacientes internacionales y, según el tipo de cirugía, mínimo tienen que estar 10 días o dos semanas en Madrid. He operado a pacientes en la clínica que vienen de Turquía con complicaciones, con infecciones, etc, y ahí les dicen que pueden volar perfectamente y no les dan ninguna pauta de cuidado. Vienen desesperadas", afirma Sampietro.

La cirugía estética, en auge

Cada vez son más los que en España deciden entrar en quirófano para someterse a una cirugía estética. Los últimos datos disponibles recopilados por la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (Secpre) son del año 2021, cuando se realizaron un total de 204.510 intervenciones, un 215% más con respecto al último estudio realizado, en 2014. La mitad de las mismas correspondían a cirugías de mama, la práctica por excelencia en este campo.

Esta tendencia ascendente ofrece oportunidades de mercado, por lo que ya no es necesario salir fuera de España para observar una proliferación de centros que publicitan este servicio con precios competitivos que revelan, en muchos casos, que no son capaces de ofrecer las garantías que demanda toda intervención quirúrgica. Son las denominadas clínicas low cost.

"Yo las llamo clínicas de baratijas. Clínicas que se anuncian mucho, que se gastan mucho dinero en publicad y luego no te ofrecen una calidad profesional total. Se cometen muchas negligencias. Algunos de esos centros son de inversores que invierten en ellos y muchas veces contratan a profesionales que vienen del extranjero y que ni tienen autorización para operar en España ni son cirujanos", explica a este medio María Antonia Moral, presidenta de la Asociación de Víctimas de Negligencias Sanitarias (Avinesa).

Moral, que a través de la asociación ofrece acompañamiento tanto moral como jurídico a las víctimas, cuenta que actualmente está prestando soporte a una afectada en un caso que implica a "una clínica muy famosa en Madrid que se anuncia mucho en el Metro cuyo cirujano ha desaparecido después de llevar a cabo la operación".

La lucha contra el intrusismo

Emerge en este punto el problema al que tienen que enfrentarse muchas profesiones y que perjudica a la sociedad de una forma u otra: el intrusismo. "Es fundamental que se aseguren de que todas las cirugías estéticas sean realizadas por cirujanos plásticos. Hay algunas clínicas que esto sí lo cumplen y hay otras que no. En ese aspecto la legislación de nuestro país es muy laxa y permite que cualquier licenciado en Medicina realice cirugías estéticas sin que se considere intrusismo", afirma el doctor Sampietro.

No obstante, esto parece estar a punto de cambiar porque el Ministerio de Sanidad está ultimando la reforma del decreto que regula las cirugías estéticas para delimitar los profesionales que pueden realizar este tipo de operaciones.

Cuando en mayo se anunció la futura reforma, la ministra Mónica García explicó que, además, "se va a poner en marcha tanto el registro de centros de cirugía estética como el de profesionales para que el usuario pueda comprobar qué tipo de titulación tienen las personas que le van a atender".

Hasta entonces, quienes tengan en mente someterse a una operación estética han de ser conscientes de una máxima que debe servirles de orientación a la hora de elegir dónde ser intervenidos: el buen cirujano no se anuncia, su prestigio se asienta gracias al boca a boca. "Pacientes que están contentos te recomiendan a otros conocidos suyos. Así es como poco a poco se va labrando una reputación. Las que se anuncian son estas clínicas low cost que hacen unas campañas de marketing muy agresivas", explica Sampietro.

El papel de la autoestima

A lo largo de sus etapa como presidenta de Avinesa, María Antonia Moral, ha confirmado el perfil de afectados que acuden a ella a causa de negligencias cometidas en este tipo de clínicas: mujer, en situación de vulnerabilidad, con baja autoestima y escasos recursos.

"El mismo cirujano debería mandar un psicólogo antes de que los pacientes se metan en quirófano. Hay personas que van a hacerse no una cirugía, sino tres de una vez, un 3x1. Mucho más barato, pero vienen destrozadas. Y encima piden créditos de 3.000 euros para operarse", subraya a este periódico.

Moral abre en este punto un debate que se antoja indispensable abordar: la importancia del perfil psicológico y la autoestima de quien quiere someterse a una cirugía estética. "Es una obligación de los médicos de cirugía estética apoyarse en psicólogos que supervisen las condiciones de una persona que se va a someter voluntariamente a una intervención que puede poner en peligro su vida", cuenta Fernando Pena, psicólogo y presidente de la Asociación Española de Psicología Sanitaria (Aepsis).

En cualquier caso, Pena pide "no generalizar" y que no se asiente "el mito" de que entre baja autoestima y deseo de operarse "haya una relación contundente e inequívoca".

"Hay muchas otras personas que se someten a cirugías y que pueden tener una autoestima perfectamente válida y auténtica. Incluso personas con alta autoestima pueden sentirse insatisfechas con alguna parte concreta de su cuerpo. La autoestima es un concepto amplio, multicomponente, que abarca muchos aspectos de uno mismo, y no está necesariamente ligado únicamente a la perfección física", incide.

No obstante, el médico, dice, sí debe prestar mucha atención a que los pacientes estén adecuadamente informados y que la petición de la intervención responda a un análisis racional. Con estas declaraciones coincide el doctor José Manuel Sampietro, quien admite que se ha encontrado casos en los que se ha negado a operar a una persona debido a la inviabilidad de sus pretensiones.

"Son pacientes con los que no acabas de llegar a un acuerdo porque ves que su expectativa está fuera de lo que se puede conseguir. Esto se ignora en muchos sitios de cirugía low cost porque el contacto con el cirujano es mínimo antes de operarse. Muchas veces es una comercial la que habla con el paciente y al cirujano lo conoce en el mismo quirófano", defiende.

Ignorar la información, desoír los riesgos

La obsesión con el físico vuelve vulnerables a estos pacientes y lleva a la banalización: hay que operarse a toda costa, donde sea, lo antes posible, no importan las condiciones.

"Cuando existe una verdadera obsesión, es posible que se puedan desatender o ignorar voluntariamente determinada información relacionada con las cirugías estéticas, como son los riesgos para la salud o los efectos secundarios que puede implicar este tipo de intervenciones. Al banalizar la cirugía, se tiende a subestimar los riesgos asociados", lamenta Fernando Pena.

El presidente de Aepsis explica que muchos mecanismos cerebrales de las obsesiones por el físico son comunes a las adicciones, y se sirve de un ejemplo desde hace muchos años asentado para ilustrarlo.

"Los fumadores desatienden las advertencias que ya figuran bien claras en todas las cajetillas de tabaco. Piensan: 'Fumar no es tan peligroso. Hay ancianos que llevan fumando toda la vida'. Las personas obsesionadas por el físico escuchan los riesgos y es su disonancia cognitiva la que les genera el pensamiento 'Eso no me pasará a mí', o 'Si fuese peligroso, los médicos no lo harían".

La labor perniciosa de algunas clínicas que cuidan más el dinero que la salud del paciente es un cáncer para quienes pueden sufrir estos problemas. Kaydell Brown, la británica que murió hace dos semanas en Turquía tras operarse, cayó en la trampa. El centro le ofreció hacerse un Mummy MOT: una abdominoplastia, una liposucción, un levantamiento de glúteos brasileño y un aumento de pecho. Todo a la vez. Todo por 6.300 euros que valen no salir del quirófano con vida.

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