Solo el 31% de los jóvenes menores de 35 años viven en una casa de su propiedad. La cifra sería aceptable si España contase con un potente parque de vivienda social o si el precio de los alquileres tuviesen un ratio asumible respecto a los sueldos. Pero no es así.
La realidad de este país es que hace diez años, el porcentaje de propietarios entre los menores de 35 años rozaba el 70% y, a la vez, los precios de los alquileres eran más razonables.
¿Qué ha pasado para que haya sucedido esta debacle? Seguramente demasiadas decisiones políticas erradas seguidas: la venta masiva de vivienda pública a fondos ‘buitres’, el veto de algunos alcaldes y alcaldesas a promover nuevos desarrollos urbanísticos o las leyes estatales sobre vivienda que han generado el efecto contrario al anunciado son algunos de esos errores.
El resultado lo está pagando una generación entera. Sánchez y Feijóo pueden encontrar muchos motivos sobre los que centrar sus desavenencias políticas. La vivienda debería ser justo el ejemplo de lo contrario.