Quién no ha visto un bebé de entre uno y dos años sujetando un móvil en el que se reproducen dibujos mientras pasea por la calle sentado en su carrito. La OMS desaconseja este hábito hasta los 12 meses y recomienda no sobrepasar la hora diaria de exposición a pantallas hasta los cinco años. El uso de dispositivos electrónicos entre los pequeños de la casa es el principal motivo de conflicto en el 47,7% de las familias con adolescentes, según un nuevo informe realizado por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud y presentado este martes en la sede de Meta en Madrid.
En el mismo día en el que han trascendido las medidas propuestas por un grupo de medio centenar de expertos creado por el Gobierno para proteger a los menores en entornos digitales, entre las cuales destacan la recomendación de cero pantallas hasta los seis años o el etiquetado de riesgos en los envases de los dispositivos, Fad Juventud, que ha formado parte de este trabajo encargado por el Ejecutivo, ha presentado los resultados de su estudio El impacto de la tecnología en las familias españolas. Una revisión de la evidencia existente, un trabajo de 60 páginas que evidencia la brecha intergeneracional que existe entre padres e hijos en cuanto al uso de las nuevas tecnologías.
Entre las conclusiones, se observa que si bien existe una "visión general positiva" de la tecnología en el conjunto de la sociedad española, el 70% dice estar preocupada por sus usos inadecuados. El informe halla dos visiones muy diferentes por parte de los progenitores y de los menores. Mientras que los primeros usan los dispositivos digitales con un fin práctico como puede ser comprar online o consideran que obstaculizan las relaciones familiares, los segundos los emplean "sin uso definido", simplemente exploran contenidos "siguiendo una lógica a la deriva", y creen que les aportan "independencia y autonomía".
Según el estudio, jóvenes y adolescentes reconocen los riesgos digitales (los mensajes de odio, el acoso, la reducción del tiempo de estudio o de sueño o el envío de imágenes privadas sin consentimientos son los más frecuentemente mencionados), aunque los de menor edad, entre 15 y 19 años, tienden a subestimar sus posibles efectos negativos. "Esto eleva su exposición a contenidos potencialmente peligrosos y compromete su seguridad en línea. Su autoconfianza tecnológica puede llegar a crear una falsa percepción de seguridad frente a ciberataques y otros riesgos", advierten los autores. Por su parte, los padres y madres perciben riesgos "en mayor medida" (la exposición a burlas y críticas, el acceso a contenidos no aptos por edad, recibir imágenes sexuales sin consentimiento y descuidar otras actividades son los más veces citados), aunque también subrayan que "facilitan la logística en su cotidianidad".
Paralelamente, el 85,2% de los adultos consultados está de acuerdo con que los padres y madres se sienten desbordados y desbordadas por estos asuntos y "el 32% reconocen que están muy perdidos a la hora de educar a sus hijos e hijas en el buen uso de las pantallas".
En este contexto, Fad Juventud ha presentado su programa Familias digitales. Resolución positiva de conflictos tecnológicos, una iniciativa gratuita que abarca 20 talleres para familias por todo el país a lo largo de 2025. Estas actividades se realizan en tres sesiones de una hora a la semana de forma presencial y su inscripción se realiza a través de su web. A este recurso se suma el llamado 'kit de armonía familiar', que consiste en recursos formativos en formato de vídeo, podcast o infografía centrados en cómo abordar los límites de tiempo, la comunicación familiar, el respeto o el pensamiento crítico. El objetivo del programa es llegar a 4.150 padres y madres de toda España.
La directora general de Fad Juventud, Beatriz Martín Padura, ha priorizado durante la presentación el acompañamiento frente a la prohibición. Preguntada por el informe del Gobierno, en el que FAD Juventud ha participado como miembro del comité de expertos, ha pedido "leer en profundidad" un documento "de consenso y disenso". La postura de la institución que dirige apunta a que se trata de un asunto de envergadura internacional en el que hay diferentes actores responsables, desde las familias hasta las escuelas, pasando por las tecnológicas y los legisladores. Para la especialista, "por medio de un proceso de acompañamiento y no de prohibición se desarrollan mejor las competencias necesarias para luego enfrentarse a los riesgos" de las nuevas tecnologías. "Como adultos debemos conocer e implicarnos desde una perspectiva constructiva, que no demonice la tecnología para maximizar sus oportunidades y minimizar sus riesgos", ha agregado.
Australia aprobó la semana pasada una ley pionera que prohibirá el acceso de los menores de 16 años a las redes sociales y contemplará multas de hasta 30 millones de euros para las plataformas que la infrinjan. En este sentido, Martín Padura ha señalado que se trata de "un camino largo" en el que en Europa y países de otros continentes "daremos bandazos hacia un lado y hacia otro", pero lo importante, en su opinión, es tener los datos para encontrar la mejor herramienta de gestión de conflictos y riesgos derivados del uso de las pantallas. "En nuestra opinión, es más más útil la línea de acompañamiento que la línea de prohibición, pero eso no quiere decir que evidentemente hay que poner prohibiciones en algunas edades", ha insistido, al tiempo que ha abogado por un debate "sosegado" en lugar de polarizado.
A la presentación del informe y los talleres le ha proseguido una mesa redonda en la que ha participado Hélène Verbrugghe, responsable de Asuntos Públicos de Meta, que subrayado que su compañía se toma "muy en serio la seguridad de los jóvenes". Como ejemplo, ha proseguido, lleva más de una década desarrollando funcionalidades para garantizar la conectividad segura de los jóvenes con herramientas como las cuentas privadas para jóvenes, o las listas de palabras ocultas, que incluyen palabras o iconos que los usuarios de menor edad no quieren ver en sus muros ni comentarios. Para los padres y madres han implementado herramientas de supervisión del tiempo, los contactos o las cuentas que bloquean o denuncian. Además, la colaboración con organizaciones referentes en materia de infancia es "continua", ha dicho.
La experiencia de una madre
En el coloquio, Verbrugghe se encontraba flanqueada por el orientador del IES Miguel Catalán de Coslada, Juan de Vicente Abad, que ha defendido que "educar es ayudar a pensar, a sentir y a tener comportamientos responsables", y por Mª Ángeles González-Pecellín, que ha intervenido en calidad de madre de un joven de 26 años y una niña de 15. En conversación previa con 20minutos, esta empleada de banca ya retirada cuenta que el aprendizaje que adquirió con su hijo mayor, con quien jugó a videojuegos familiares, le facilitó el trabajo con su hija. Asegura que ha tenido "muchos conflictos con el tema de las pantallas" y que ha sido "muy estricta" con los tiempos. Entre sus normas básicas en casa se encuentra que en "determinados momentos como reuniones familiares, en la mesa, viendo una película o haciendo una actividad todos juntos, el móvil no se coge".
Sus claves, asegura, han sido el diálogo y hacer partícipes a sus hijos. "No de forma impositiva, sino haciéndoles ver lo bueno y lo malo de las pantallas". Ella es una de las madres que, como recoge el estudio presentado, siente "terror" por el riesgo de acceso a contenidos no aptos para adolescentes, y considera que es un tema que hay que tratar "desde más pequeños". Ella fue consciente de que su hija utilizaba las redes sociales en la pandemia y para entonces "ya no podía quitárselo, porque habría sido aislarla" en aquel momento, así que optó por el acompañamiento, por ver películas juntas y comentar las noticias para conocer la opinión de su hija, que, "como adolescente, no ve el peligro".