Desde hace años, médicos y científicos han hablado de los beneficios de una siesta diaria. Pero cuidado, porque la duración de la misma puede ser clave no solo para su efectividad, sino para que no cause el efecto contrario.
Si bien dormir una siesta de 30 a 40 minutos puede mejorar la concentración, las investigaciones muestran que dormir más de 60 minutos también puede aumentar el riesgo de diabetes tipo 2 o incluso muerte prematura.
Científicos del Instituto de Nutrición de la Universidad Fudan en Shanghai (China) analizaron datos sobre los patrones de sueño y el riesgo de accidente cerebrovascular en más de 90.000 personas mayores de 50 años.
Descubrieron que aquellos que dormían regularmente una siesta de al menos una hora a la hora del almuerzo tenían un 23% más de riesgo de sufrir un derrame cerebral.
Este último estudio, publicado en la revista Sleep Medicine, reveló que los riesgos eran mayores en aquellas personas que dormían menos de siete horas por noche.
Los investigadores creen que las rutinas de sueño poco saludables pueden provocar inflamación en los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro, lo que aumenta los riesgos de que se forme un coágulo.
"La siesta diurna es común en todo el mundo. Estos resultados muestran que existen consecuencias adversas para la salud cuando las personas utilizan siestas largas para compensar la corta duración del sueño nocturno", concluyen.