Aquel año, la suerte fue a caer de lleno en uno de esos rincones donde, más que bien recibida, es un sueño impensable, y cambió la vida de los dueños del bar Carlitos y de muchos de sus clientes habituales y vecinos.
Esta historia se ubica cerca de Grañén (Huesca), allí, un matrimonio de origen rumano acababa de abrir hacía apenas un mes el bar Carlitos, bautizado así en honor a su hijo más pequeño, de entonces diez meses.
El Gordo entre familias trabajadoras
Esas Navidades de 2011, los dueños del bar adquirieron en la administración del pueblo el número 58.268 de la Lotería, que repartió un total de 380 décimos del Gordo entre sus clientes, que, según Mijaela, hermana de Carlitos, eran trabajadores o inmigrantes que se movían por la zona.
Entre ellos se encontraban Ana y Antonio, un matrimonio que regentaba otro bar en una zona próxima. "Somos podridamente ricos", gritaba él al ser preguntado por sus planes más inmediatos, y aseguraba que lo primero que haría sería irse de crucero.
Otro joven emocionado por la noticia, contestaba cuando le preguntan qué pensaba hacer con el premio de la Lotería de Navidad -aunque quizá, exageraba-, que "podría comprarme la mitad de Huesca".
Mijaela, hermana de Carlitos, celebraba la noticia invitando a todos sus clientes a champán y otras bebidas al grito de "hoy no se paga". Mientras tanto, Carlitos, a quien su familia atribuía la llegada de la suerte, buscaba en aquella celebración, protección entre los brazos de su madre, sin saber que, ese día, efectivamente, el premio era compartirlo.
Huesca no recibía la lluvia de millones desde 1963, cuando el número premiado fue el 19936. El 58268 salió en la segunda tabla y fue el segundo premio del día después de un primer cuarto. Además, esta era la segunda vez que el primer premio del Sorteo Extraordinario de Navidad terminaba en 68. La anterior ocasión era hacía 147 años, en 1864.
