¿Quiénes pierden con la caída del régimen de Al Asad en Siria y quiénes salen ganando?

Siria se enfrenta a su mayor cambio en más de 50 años. La llegada de los rebeldes al poder tras una ofensiva relámpago de tan solo 11 días ha acabado con 13 años de guerra y con la salida de Bachar al Asad tras 24 años como máximo líder del país, un poder que heredó en el año 2000 de su propio padre, que accedió a la presidencia del país en 1971.

El fin de esa dinastía ha traído ahora un horizonte aún incierto para toda Siria. Las fuerzas rebeldes, lideradas por Abu Mohammed Al-Jolani, han conseguido derrocar al ya exmandatario y están a la espera de que las instituciones sean "entregadas oficialmente" por el primer ministro sirio, Mohamed Ghazi Al Jalali, que continúa en el país y se ha mostrado abierto a colaborar con cualquier sirio que se "interese por el país para preservar las instituciones". Sin embargo, más allá de ese traspaso de poderes, lo cierto es que todavía se desconoce qué escenario ocurrirá de ahora en adelante.

Además, lejos de formarse como un grupo unido, la realidad es que los insurgentes conforman una gran amalgama de grupos que comprende desde yihadistas o milicias kurdas, hasta grupos de rebeldes apoyados por Turquía y otro gran conglomerado de facciones locales procedentes del sur del país. Todos ellos han provocado la caída del régimen sirio y, por ende, el fin de una era marcada también por las injerencias extranjeras de países como Rusia o Irán, ¿cómo queda ahora el mapa político y qué países ganan o pierden con la caída de Al Asad?

Rusia e Irán pierden poder en Oriente Próximo

El final de Al Asad, que tuvo que abandonar Damasco este domingo y viajar hasta Moscú, donde ha recibido asilo "por motivos humanitarios", supone un golpe duro tanto para Rusia como para Irán. Los dos países proyectaban en Siria su influencia en Oriente Próximo, por lo que se enfrentan ahora a la perdida de un aliado estratégico en un mapa ya recrudecido por el gran número de conflictos.

De hecho, ha sido la existencia de la guerra con Ucrania en el caso de Moscú, y del conflicto abierto con Israel en el caso de Teherán, lo que ha provocado que ambos países hayan ido reduciendo paulatinamente sus apoyos al régimen sirio en favor de sus respectivos conflictos. Con ello, ambos países no han podido seguir inflando suficientes fuerzas para contener el poder en la figura de Al Asad y frenar así a los rebeldes sirios.

Los dos países llevaban años apuntalando la posición de Al Asad al frente de Siria. Putin, de hecho, ayudó a mantenerle como máximo líder especialmente desde 2015, cuando empezó a enviar miles de tropas a territorio sirio. Lo mismo habían hecho desde Irán, que utilizaban Siria como una gran base logística y de coordinación y en ella tenía una gran presencia militar.

El Eje de la resistencia -la alianza militar antiisraelí liderada por Irán- se ve por tanto debilitada con la caída de Siria, aunque sigue contando con Hamás, Hezbolá, los hutíes del Yemen y un grupo de milicias procedentes de Irak. Siria, además, era el único estado que formaba parte de esta alianza y jugaba un papel especialmente importante porque daba a Irán acceso directo a Hezbolá en el Líbano.

Con la caída de Damasco, tanto Rusia como Irán se encuentran todavía a la espera de ver qué gobierno se instala ahora en el poder y cómo se produce su transición. Pese a ello, han pedido que los problemas en el país se solucionen de forma pacífica y desde Teherán han expresado que el futuro de Siria "lo debe decidir su pueblo". El Kremlin ha asegurado, además, que negociarán el futuro de sus bases con las nuevas autoridades del país y desde Irán se han mostrado abiertos a que se produzca un diálogo con los rebeldes sirios para coordinar un "gobierno inclusivo".

Israel lo ve como un triunfo sobre Irán

En el lado contrario, la caída de Al Asad tiene para Israel un significado de celebración debido, precisamente, a la perdida de influencia de su enemigo Irán en la región. "El régimen de Al Asad era un eslabón central en el eje del mal de Irán: este régimen ha caído", sostuvo de hecho este domingo el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.

Sin embargo, las autoridades israelíes se encuentran expectantes ante la incertidumbre que genera el nuevo panorama sirio y han expresado su temor a que el armamento del régimen caiga así "en manos equivocadas". Además, con la caída del régimen de Al Asad, Israel ha movido ficha y ha desplegado sus tropas en un territorio desmilitarizado que mantenía en disputa con Siria y en el que estos últimos días se habían acercado las fuerzas insurgentes. Asimismo, aunque no hay nada confirmado por parte de Israel, varios medios sirios y grupos de activistas han denunciado varios bombardeos israelíes sobre almacenes de armas y aeropuertos militares de Damasco.

Turquía, detrás de las fuerzas insurgentes

Otro de los grandes protagonistas que se encuentra detrás de la caída del régimen sirio es Turquía. El inicio de las hostilidades en Siria en 2011 provocó que el islamista Erdogan mostrara su apoyo a quienes se oponían a Al Asad. Las autoridades turcas llegaron de hecho a abrir las puertas de su país a los millones de sirios que escapaban de la represión y apostaron posteriormente en 2017 por apoyar militarmente a las fuerzas rebeldes, especialmente a un grupo que se situaba al norte de Siria y que se enfrentaba también contra los grupos kurdos, tradicional enemigo de Turquía.

En territorio sirio, Turquía ha llevado a cabo así tres grandes operaciones militares y, aunque no controla directamente al grupo de rebeldes del Ejército Nacional Sirio (ENS) al que ha apoyado estos años, su importancia es clave para entender la caída de Al Asad. Erdogan ha apoyado todos estos años a los islamistas que han resistido en Idlib y ha sido precisamente desde allí donde comenzaron a avanzar hacia ciudades como Alepo, Hama, Homs y, por último, Damasco.

Todavía está por ver cómo se resuelve la situación ahora en Siria y Erdogan, por su parte, ha optado por mantener un tono neutral mientras transcurría la ofensiva relámpago de los rebeldes, pero lo cierto es que Turquía puede jugar un papel importante a la hora de determinar qué sucede a partir de ahora.

EEUU y la UE, ante la gran incertidumbre

En el tablero geopolítico, las fuerzas estadounidenses habían ido reduciendo su presencia en Siria durante los últimos años, especialmente con la llegada de Donald Trump al poder en el año 2016. El exmandatario retiró cientos de tropas en el país, dejando únicamente la defensa de varios yacimientos petrolíferos. Actualmente el país mantiene desplegados tan solo 900 militares en territorio sirio, una presencia que estaba desautorizada por el régimen de Al Asad.

Con su salida, Joe Biden ha declarado que su derrocamiento es un "acto de justicia", aunque ha alertado que el momento supone ahora un gran "riesgo e incertidumbre" para Oriente Próximo, especialmente por la posibilidad de un resurgimiento de Estado Islámico. Ante esta posibilidad, las fuerzas estadounidenses han bombardeado este lunes 75 objetivos del grupo terrorista en Siria con el objetivo de que esta organización no consiga aumentar su poder.

La UE, por su parte, indicó este domingo que la marcha de Al Asad es "algo positivo y largamente esperado". Así lo expresó la alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, quien este lunes ha vuelto a incidir en estos hechos, asegurando que esto muestra la "debilidad" de Rusia e Irán y afirmando que el pueblo sirio ha demostrado una "extraordinaria resistencia en su búsqueda de dignidad, libertad y justicia".

Frente al futuro del país, Kallas ha subrayado que la UE está junto a todos los ciudadanos sirios que están "llenos de esperanza" pero también junto a quienes "temen un futuro incierto". Además, las autoridades europeas esperan que se proteja la seguridad de los miembros de todas las minorías, así como que se respeten las representaciones diplomáticas en Damasco.

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