Papá Noel, Agios Vasilis, San Nicolás... por qué nos damos regalos cada 24 de diciembre y qué tradición existe tras los personajes navideños

Llega la Nochebuena... y los regalos. Pero ¿por qué nos hacemos regalos en estas fiestas? ¿De dónde vienen esos juguetes que reciben los niños? No es, como pudiera pensarse, una comercialización de la Navidad. Antes de que esta festividad fuera cristiana y celebrara el nacimiento de Jesús, es decir, cuando era un rito pagano, muchas culturas ya intercambiaban presentes por estas fechas.

Lo que hacían era festejar el solsticio de invierno. Daban las gracias a sus dioses y además, en muchos casos, se hacían regalos. Es el caso de la Saturnalia romana, que tenía lugar entre el 17 y el 24 de diciembre. En ella se honraba a Saturno, dios del grano y la agricultura, y a menudo los ciudadanos romanos intercambiaban regalos como deseo de buena fortuna para la siguiente cosecha.

Precisamente fue un emperador romano quien transformó lo primero, la fiesta pagana del solsticio, en lo que hoy conocemos. Constantino, que gobernó desde el 306 hasta el 337, se había convertido al cristianismo. Para beneficiar la expansión de su religión, estableció oficialmente el 25 de diciembre como la fecha para conmemorar el nacimiento de Jesús en el Imperio romano. No escogió ese día por casualidad: en esa fecha se celebraba la fiesta pagana del Sol Invicto.

Mezclando lo divino y lo pagano, la historia y las tradiciones de cada lugar, resulta que el personaje que entrega regalos el 24 de diciembre tiene hoy múltiples nombres, características y costumbres.

¿Quién trae tanto juguete?

El propio Jesucristo reparte regalos en algunos países. Es el caso de grandes zonas del centro de Europa, donde quien trae presentes a los niños es el Niño Jesús. Ocurre en Suiza, Austria, centro y sur de Alemania, República Checa, Eslovaquia, parte de Hungría y hasta Portugal (Menino Jesus). Los regalos en Grecia los trae Agios Vassilis, que lo hace en Nochevieja.

Pero quien más trabajo tiene es Papá Noel. Lleva juguetes a las casas de Francia (Père Noel), Bélgica, Reino Unido (Father Christmas), Irlanda (Daddy Christmas), Turquía (Noel Baba), Portugal (Pai Natal) e Italia (y España, claro, lo vemos más abajo). En tierras italianas, Babbo Natale, como le dicen, tiene mucha competencia, porque allí los niños también pueden recibir juguetes de la bruja Befana, de Santa Lucía y hasta del Niño Jesús (sí, aquí también).

En los países nórdicos, la labor de repartir regalos de casa en casa es para una especie de gnomo de Navidad. Le dicen Julenissen en Noruega; Jultomten, en Suecia; y Julemanden, en Dinamarca. En Finlandia, los niños lo esperan todo del Joulupukki, personaje que se mezcla con el propio Papá Noel.

Ded Moroz es el personaje que está en boca de los niños de la Europa del este. Se trata de un anciano relacionado con la mitología eslava que lleva a su paso el invierno, el frío y la nieve. El Ded Moroz toma diferentes nombres según el idioma, pero visita con su saco de regalos los hogares de Serbia, Ucrania, Bielorrusia y Rusia, donde también tienen el Abuelo Hielo.

San Nicolás, que viene en barco desde España

El 6 de diciembre, en los Países Bajos celebran el día de San Nicolás (Sinterklaas), un obispo que vivió en Turquía en el siglo VI. Ese día el santo trae regalos a los niños. Viene de España y todos los años desde 1934 llega a las costas neerlandesas en un barco de vapor.

¿De España? Sí, cosas del Imperio español que tomó asiento también en estas tierras. San Nicolás traía los regalos de la corte española, que a su vez era dueña del reino de las Dos Sicilias. Allí, en Bari, están los restos del santo que otorgó sus posesiones materiales a los pobres.

De San Nicolás a Santa Claus

Los holandeses fueron los primeros europeos en instalarse en lo que hoy es Nueva York. Cuando ellos la fundaron, alrededor de 1624, la llamaron Nueva Ámsterdam. Trajeron sus costumbres y entre ellas la celebración de Sinterklaas. Con los años, la cultura anglosajona lo hizo suyo y lo fue transformando hasta llegar a Santa Claus.

Algo de culpa tiene Washington Irving. En 1809, escribió el cuento Historias de Nueva York, donde deformó al santo nacido en Turquía, convirtiéndolo en Santa Claus. Poco a poco, se fue creando la imagen de un bonachón vestido de verde. Un poema escrito por Clement C. Moore en 1823 cambió "pintó" el trineo tirado por renos, llevado por un hombre alegre, regordete y de baja estatura.

Poco a poco, se fue creando la imagen de un bonachón vestido de verde. Un poema escrito por Clement C. Moore en 1823 cambió el trineo con un caballo blanco por otro tirado por renos, llevado por un hombre alegre, regordete y de baja estatura.

El caso es que los regalos que traía dejaron de salir de España para hacerlo desde el Polo Norte. Luego, Thomas Nast dibujó la imagen del personaje vestido de rojo, gorro y botas altas. Luego, en 1931, Coca Cola acabó haciendo definitiva esa imagen.

Como un búmeran, San Nicolás regresó a Paises Bajos en el siglo XX, pero ya pasado por el tamiz de cultura estadounidense. Ocurre así que en tierras neerlandesas Sinterklaas y Santa Claus compiten por el favor de los niños.

La España diversa

En España, ya sabemos que la competencia se la hacen Papá Noel y los Reyes Magos, que llegan ya en enero. En realidad los beneficiados siempre son los niños, que de ese modo pueden recibir regalos tanto el 24 de diciembre como el 6 de enero. Un chollo, vamos.

Claro que la cosa (y la competencia) puede ir a más en el País Vasco, Galicia y Cataluña. Allí tienen sus propias tradiciones. El Tió de Nadal catalán, el Olentzero vasco y el Apalpador gallego también llegan a los hogares en Nochebuena cargados de regalos.

El Tió de Nadal

La catalana es una representación única: un trozo de madera que 'caga' regalos. Se trata de un tronco adornado con ojos, nariz, boca, dos patas delanteras, una barretina y una manta. Al inicio del Adviento, normalmente el 8 de diciembre, los niños tienen que alimentarlo y cuidarlo. En Nochebuena, los pequeños deben darle unos golpes con un bastón para que 'cague' los regalos.

El Olentzero

Cuenta la leyenda que vivía en la montaña y tenía 365 ojos y orejas para poder ver y escuchar a los niños durante todo el año. Al aproximarse el solsticio de invierno entraba en las casas de los más traviesos para llevárselos y comérselos. Pero olentzero era también el tronco con el que se encendía el fuego en las chimeneas de los hogares durante Nochebuena. De modo que ya en el siglo XX, el personaje fue incorporándose a la Navidad y sus costumbres, adquiriendo el mismo papel que Papá Noel.

El Apalpador

Su aspecto es parecido al de los tradicionales carboneros gallegos. Se trata de un señor mayor, muy alto y barbudo, al que se suele representar fumando una pipa. Según la leyenda, vive en las montañas y baja a los pueblos los días 24 y/o 31 de diciembre.

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