Más de dos tercios de los pacientes de la misteriosa enfermedad de la República Democrática del Congo han dado positivo en la prueba de la malaria, según ha informado este jueves la agencia de salud pública de la Unión Africana.
De 29 pruebas PCR, 25 fueron positivas, es decir, el 86,2% de los casos. En cuanto a los test de diagnóstico rápido, de los 88 practicados, 55 resultaron positivos, el 62,5%, detalló Ngashi Ngongo, jefe de la Oficina Ejecutiva de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de África, en una rueda de prensa.
Tras estos resultados, el organismo baraja dos hipótesis sobre la conocida como enfermedad X, que se trate de "malaria grave en un contexto de desnutrición e infección vírica" o de una "infección vírica en un contexto de malaria y desnutrición". Hasta el momento, esta patología ha causado 592 casos, sobre todo en niños, y al menos 37 muertes.
"Es un área endémica, aunque también se están explorando otras opciones", precisó Ngongo sobre la dolencia. El epicentro de la enfermedad se encuentra en la zona de Panzi, en la provincia de Kwango, a 700 kilómetros de la capital. La Organización Mundial de la Salud (OMS), que desplegó un equipo de expertos en la zona, ya apuntó la semana pasada a una posible conexión con la malaria y la desnutrición.
El patógeno aún plantea muchas preguntas, sobre todo después de que un hombre adulto, que sufría la enfermedad, falleciera por un trastorno hemorrágico, muy característico de virus altamente mortales como el ébola. "La muestra se ha recogido y se ha enviado a Kinsasa", confirmó Ngongo, que aseguró que en la próxima semana se conocerán los primeros resultados de los análisis.
El epidemiólogo incidió en que el deteriorado estado de las carreteras hace muy complicado el acceso a la zona de Panzi, que sufre una falta de alimentos y productos de primera necesidad. Los CDC están apoyando a la RDC en la gestión de la enfermedad, sobre todo en lo relativo a la vigilancia, con una tasa del 78,4% de pruebas clínicas sobre el total de los afectados.
En la última semana, se han detectado 65 nuevos contagios y cinco muertes por la misteriosa enfermedad, lo que eleva los casos a casi 600, el 70% de ellos son menores de nueve años. Los fallecimientos ascienden a 37, lo que se traduce en una tasa de mortalidad de al menos el 6,2%. La conexión de otros 44 fallecimientos, notificados a nivel comunitario, con el patógeno está siendo investigada.
Los síntomas de la enfermedad incluyen fiebre, dolores de cabeza, secreción nasal y tos, dificultad para respirar y anemia. Según las autoridades locales, los casos empezaron a registrarse el 24 de octubre, pero la primera alarma no llegó a Kinsasa hasta finales de noviembre, cuando un equipo con tres epidemiólogos fue enviado a la zona.