La nueva pregunta a la que se enfrentan los invitados del programa de Broncano La revuelta: "¿Eres más machista o más racista?", dando por hecho que todos padecemos, en alguna medida, una o ambas. Una genialidad, a la que uno de los invitados, Raúl Cimas, contestó con otra genialidad mayor si cabe, diciendo que si lograse ser la mitad de racista que es de machista, llegaría a ser considerado un buen español.
El humor es subjetivo, pero siempre habla de la realidad, contiene verdad desnuda, vestida de ironía. Nos pone frente a un espejo, algo que a muchos les espanta porque se resisten a reconocerse en él, pero el reflejo no miente. Son esos mismos que se echan las manos a la cabeza diciendo que España no es un país racista cuando los insultos en los campos de fútbol persisten; los mismos que dicen que tienen una hija y una madre y eso les libra del machismo imperante; esos que aseguran que los inmigrantes se llevan las ayudas, mientras que los de aquí, "los nuestros", se quedan sin nada, como si nacer en uno y otro lugar fuera mérito propio.
Este país donde presenciamos la entrada de jóvenes desesperados cruzando a Ceuta y aplaudimos la contención de la policía marroquí para devolverlos a su país de origen, del que huye por hambre, falta de recursos y miseria. El mismo país donde algunos aplauden la absurda e insultante idea de crear en Madrid un centro para hombres víctimas de violencia sexual, cuando el 87% de quienes la sufren son mujeres a manos de hombres, intentando borrar así un problema estructural y específico como es la violencia machista. Y si a estas alturas del artículo, continúan leyendo, háganse la verdadera pregunta: ¿voy a seguir siendo un hipócrita?
