Concluye un año de triste e imborrable recuerdo con una manifestación más, la tercera, pidiendo la dimisión de Mazón. Una parte de los valencianos no va a dar tregua a un president que ha fiado su futuro a la reconstrucción, y que tiene sus esperanzas puestas en que Génova tenga paciencia, y que entre sus votantes cunda el miedo a una reedición de un nuevo Botànic. 2025 será un año importante en la biografía del president.
Concluye 2024 también para Pedro Sánchez, siempre seguro de sí mismo, con la esperanza de que los 50 años de la muerte de Franco sirvan para convencer a sus votantes de que eso que llaman franquismo sociológico sigue muy vivo y que el antídoto se llama Pedro Sánchez, a pesar de los escándalos judiciales y genuflexiones en Waterloo. Para él también 2025 será determinante, más allá de sus deseos de aguantar hasta 2027.
En definitiva, concluye un año sombrío para todos nosotros, pero al igual que nuestros dos presidentes, tenemos puestas nuestras esperanzas en que 2025 devuelva la alegría y cambie toda esta pesadumbre que nos rodea, tanto por la DANA como por las perspectivas económicas y las tensiones políticas dentro y fuera de España.
Como nos encontramos en medio de unas fechas festivas y religiosas, no es malo que devolvamos la mirada al pesebre y al Año Jubilar dedicado a la esperanza, sea uno creyente o no. Si la Iglesia, en voz del papa Francisco, abre este año jubilar a la esperanza, es porque en nuestros corazones anida el anhelo del bien y de un futuro mejor. Lo hemos visto en esos voluntarios con mascarillas y llenos de barro y en tanta y tanta ayuda que llega a los afectados por la riada de todos los puntos de España.
Este martes nos reuniremos todos con nuestros seres queridos frente a la televisión con la esperanza de que 2025 sea mejor que 2024, sin olvidar nunca a los que nos dejaron este año. Les deseo un feliz 2025.